El presidente Luis Lacalle Pou junto a la vicepresidenta Beatriz Argimón y su gabinete, saludaron en Plaza Independencia al culminar su último día de gobierno.
La concentración de militantes estaba prevista de antemano, solo que la mayoría, creyendo en los pronósticos del tiempo, pensaba que para ese momento estaría lloviendo. Para las 19 horas, en la Plaza Independencia, ya no llovía pero el calor hacía muy difícil la paciencia de los seguidores de varios partidos de la coalición, pero sobre todo del Partido Nacional, que estaban agolpados en la Plaza Independencia, esperando la salida del presidente Luis Lacalle Pou del último Consejo de Ministros de su período de gobierno, mientras afuera caían gotas de sudor en tantos rostros.

Con cada flash encendido o puerta que se entreabría, la gente estallaba en gritos, y comenzaba a corear alguno de los dos cánticos que se repitieron en la tardecita de viernes, último día de la istración nacionalista: “Presidente / presidente” y “Vamos a volver / vamos a volver”.
Adentro, en el piso 11 de la Torre Ejecutiva, estaba culminando el encuentro del gabinete ampliado con fotos protocolares, que primero se sacó Lacalle Pou con sus ministros, y luego también con los subsecretarios, directores y jerarcas de las empresas públicas.
La reunión, según contaron a El País fuentes políticas, fue “breve y emotiva”, porque básicamente consistió en un mensaje de Lacalle Pou que fue muy similar al que luego dio en la Plaza Independencia, sin el corazón medular que, como se verá, hizo explotar de euforia a los militantes y celebrar por lo bajo a varios dirigentes del Partido Nacional.
El mensaje que dio a sus ministros fue básicamente de agradecimiento por el esfuerzo, más una frase que varios jerarcas retuvieron a la salida: que consideraba que el gobierno que finalizaba lo hacía con el afecto y el cariño “de muchos” pero sobre todo con el “respeto de todos”.
Contó además dos anécdotas. Una de ellas, repetida muchas veces en su carrera política: la inscripción, en letras de color azul y “chorreando” de pintura, que vio en un mural en la entrada de un pueblo de Melo, que decía: “Firme con las ideas, suave con las personas”, y que se transformaron en un “faro” que guió su vida.
Y otra, que no contó en el discurso, y mucho más reciente: en otro pueblo del interior, en un semáforo, mientras esperaba en el auto el cambio de luz, con la ventanilla abierta como la lleva siempre, sentado del lado del copiloto, un hombre se acercó y apoyó su mano en el hombro para decirle: “No aflojes, no des un paso atrás, esto sigue”. Fue una experiencia que “tonifica”, les dijo a los ministros.

El mensaje
Lacalle Pou finalmente se apareció en planta bajo, entre los flashes y los gritos de la militancia, y a un paso muy lento por el empuje de la multitud, se dirigió hasta el centro de la plaza -donde ya está montado el escenario en el que, este sábado, el presidente Yamandú Orsi se colocará la banda presidencial que le entregará Lacalle Pou- para dar comienzo a la ceremonia oficial dispuesta por decreto que da por finalizado el último día del mandatario saliente.
Y tras cantar el himno y recibir arriado el pabellón nacional, el presidente dio un breve discurso en el que repasó parte de su vida, empezando por la asociación más inmediata que viene haciendo sobre este día desde hace tiempo: cuando asistió a este mismo evento, pero como hijo del presidente Luis Alberto Lacalle, en el ocaso de la Presidencia del anterior presidente blanco, en 1995.
El sentimiento que tuvo entonces y volvió a tener ahora es el de “melancolía”.
De su gobierno, destacó, como lo ha hecho también tantas otras veces, que comenzó y terminó con la coalición unida, una alianza política que nació como expresión de “un clamor popular” que, desde la política, no se pudo sino “entender, interpretar y poner a andar”.
Y que su gobierno, en contraste con otros, buscó ser “de acción”. “Triste sería habernos quedado en el diálogo, en la conversación, en la teorización. Es pecado mortal para un gobernante no accionar y no transformar”, aseguró.

Sobre la definición ideológica de su gobierno, dijo que intentó que fuera “humanista”, en el sentido de que se atendieron necesidades sociales sin importar el número de quienes la reclamaban, pero a su vez imbricado con la “libertad individual” y la “justicia”, formando una “trenza necesaria para que una sociedad se sostenga y crezca”.
Y a continuación, hizo la declaración lo que los titulares reflejarían instantáneamente, y que sería motivo de exaltación y comentarios entre dirigentes de su partido. Se refirió a la conversación que tuvo con un amigo, quien le dijo que estaba loco por querer vivir nuevamente todo lo que le tocó lidiar en este período, que culminaría con una elección que fue ganada por el Frente Amplio.
“Por supuesto que lo volvería a vivir”, dijo Lacalle Pou, que tuvo que detenerse por la celebración que hizo la multitud por esas ocho palabras. “Lo volvería a vivir corrigiendo errores, por supuesto -agregó-. Y creo que hablo en nombre de todos los que integraron el gobierno. Cómo no volver a vivirlo si no hay cosa más linda en la vida que servir al país de uno”.
Eso fue un terremoto entre los blancos, muchos de los cuales vieron en este pasaje una directa aceptación de lo inevitable: que volverá a ser el candidato de la oposición en 2029 para recuperar el gobierno. Otros, sin embargo, eligieron ser más cautos en la interpretación, observando que el condicional puede referirse a una hipótesis y no una ambición.
“Es el activo político más importante del país. Es un activo confirmado, sólido y recontra vigente”, escribió el senador Sebastián Da Silva en su cuenta de X.
En la misma red social, e incluso antes de que el presidente saliente dijera esas palabras que lo perseguirán por mucho tiempo, el exjerarca del Ministerio del Interior y exasesor presidencial, Luis Calabria, posteó: “Empieza a volver”.
Bajo la lluvia
Lacalle Pou estuvo casi tres horas sacándose fotos con sus seguidores. No fue algo nuevo. Ha dedicado largos minutos, infinidad de veces, a este momento con militantes de todos los rincones del Uruguay que visitó en giras oficiales durante su mandato. Y tampoco es nuevo haber hecho esto bajo la lluvia, porque el agua finalmente comenzó a caer, y con fuerza, en la noche de este viernes en Montevideo. Una escena muy similar ocurrió el 2 de marzo de 2024, cuando el presidente dio su último discurso de rendición de cuentas ante la Asamblea General. A la salida del Palacio Legislativo, Lacalle Pou cumplió con quienes lo esperaban con su celular, pese a que el agua, como ayer, terminó empapándolo.
Últimas horas del presidente saliente
Además de encabezar un Consejo de Ministros ampliado, en el que participaron jerarcas de empresas públicas y subsecretarios, la vicepresidenta Beatriz Argimón, y el secretario y prosecretaria de Presidencia, Rodrigo Ferrés y Mariana Cabrera, respectivamente Luis Lacalle Pou tuvo otras actividades en sus últimas horas como presidente de la República.

En la tarde, y en la residencia presidencial de Suárez y Reyes, el mandatario saliente tuvo su último encuentro internacional: recibió al rey Felipe VI en la residencia de Suárez y Reyes, en Montevideo. Y hubo espacio para el humor. Previo a ingresar a la residencia, el mandatario y el rey español se tomaron fotos y Lacalle bromeó. “La única condición es que yo salga más alto”, comentó en broma el presidente de la República.
Lacalle Pou está convocado nuevamente este sábado para, en la tarde, traspasarle la banda presidencial al próximo presidente, el profesor Yamandú Orsi.

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