El 15 de febrero, cuando faltaba menos de un mes para su vuelta a Uruguay, Macaco sufrió un accidente: mientras practicaba snowboard, “un inconsciente” —dijo— lo embistió a toda velocidad. Terminó con seis costillas quebradas, un poco de sangre en un pulmón y la indicación de una recuperación que lo obligó a frenar todos sus planes. La gira por Sudamérica quedó en suspenso hasta ahora, que acaba de retomarse: el jueves tocó en Rosario, ayer en La Plata y mañana en Mendoza. El viernes llegará a Sala del Museo.
En el medio, durante esta pausa involuntaria, algo más pasó. Algo que habla un poco del vínculo de Macaco (Dani Carbonell) viene construyendo con Uruguay.
Cuando murió José Mujica, la exbailarina del Sodre Rosina Gil decidió realizarle un homenaje espontáneo. Salió a la calle, bailó ante un altar con velas encendidas, pareció flotar junto a una pintada que decía “Gracias Pepe por tanta poesía”. El video se viralizó rápido. Alguien, en algún momento, decidió cambiarle la banda sonora y ponerle “Un recuerdo”, de este catalán, que dice: “Eres la memoria de un corazón lleno de olvidos”.
“Me envían esto tan bonito desde mi amado URUGUAY”, celebró Macaco en sus redes, y habló de Mujica.
Semanas después, vía WhatsApp, le dijo a El País: “Seguro habrá gente que lo critica y tuvo defectos, era un ser humano, pero Mujica es lo más cercano que he visto a un político de verdad. Yo lo hubiera votado una y otra vez, de verdad. Para mí es el mejor presidente que ha habido en la historia del mundo, y creo que tiene mucho que ver con el carácter uruguayo. Él tenía muy claro lo que conlleva el consumismo extremo y la relación entre tiempo y consumo, ganar tiempo o tener más cosas. Es alguien irable y del que he aprendido un montón".
Macaco, que se inició en la música hace más de 30 años con la banda Dr. No —a la que hoy recuerda casi como algo anecdótico—, se construyó como cantautor a base de fusión: de mezclas de rumbas y raíces propias con músicas del mundo, y de una poesía que refleja una forma de vivir. “La música me lo da todo cada día. Me da la ilusión, me da la vida, es alimento, como decía la revolucionaria aquella en Estados Unidos (Helen Todd): queremos el pan, pero también las rosas. Nos alimentamos de lo tangible, pero necesitamos también lo intangible: soñar, jugar, cantar, bailar, para estar vivos”, dice.
De esa pulsión, y de su estrecho lazo con el Río de la Plata, nació “La Santa Pasión”, su último tema, una carta de amor a la Argentina a través de un elemento que le funciona de espejo: “Yo también soy muy pasional en todo y creo que es un motor muy importante para que salga a la superficie la ilusión, para levantarse cada mañana, rehacerse cada mañana y poder tirar para adelante”.
Macaco, que se crió rodeado de latinoamericanos, conoce estas tierras mucho antes de realmente conocerlas. La música le allanó el camino y le ha funcionado de lenguaje para conectar con piezas pegadizas —a veces animadas, a veces sensibles— que buscan conectar directo con la emoción.
Todo eso —el bagaje, las ideas, las mezclas, el espíritu— volcará este viernes en Sala del Museo, en un concierto para el que aún quedan entradas en Redtickets. “Montevideo es una de mis ciudades favoritas del mundo, yo podría vivir perfectamente allí. Vamos a tocar un repertorio para cantar, bailar, emocionarnos, alzar la voz, sentir, llorar, volver a reír”, dice. “O por lo menos es lo que voy a intentar”.
