Que Tom Cruise se ha convertido en un autor (al menos para la angloreril crítica cinematográfica) quedó certificado con acontecimientos que acompañan el estreno global de Misión Imposible Sentencia final: su ingreso a la Academia Británica de Artes del Cine y la Televisisión (el prestigiosísimo Bafta) y su entrevista de portada de la última Sight & Sound, la canónica revista del British Film Institute.
Podría sumarse dado su estatus de celebridad su irrupción en el festival de Cannesdonde fue la gala de lanzamiento mundial de la última entrega de la saga de la que es estrella y héroe. Y de la que en Sentencia final parece estar despidiéndose.
Cruise siempre está a la altura, con apariciones estelares de sonrisa permanente, haciendo trabajar la máquina a full. Su condición de autor, también abarca que es una estrella única en su clase.
Aunque supo ser la adaptación de una serie exitosa de la televisión de la década de 1960 firmadas por directores importantes (la primera, la de 1996 era de Brian De Palma; la segunda de John Woo) y aunque Cruise ha sido siempre el productor, su presencia y sus temerarias acrobacias se han convertido en el verdadero atractivo de la marca Mision: Imposible.
Esa tendencia a hacer sus propias escenas de riesgo, son el verdadero atractivo de cada envío desde que se asocio con Christopher McQuarrie, un tipo interesante quien ha ido perdiendo algo presencia: es un compinche y su director.
Juntos han conseguido de las mejores películas de la serie: Misión secreta (¡colgado del fuselaje de un avión en pleno despegue!) Repercusión (yendo a toda velocidad y sin casco!) y la primera parte de esta Sentencia final (¡saltando en motode un acantilado en Islandia!). Las películas de Misión imposible se recuerdan por las escenas de riesgo.
Cada vez que le mencionan algunas de esas arriesgadísimas acrobacias, Cruise siempre dice “fue divertido”, un mantra que disculpa y explica el insensato riesgo que parece estar corriendo: es un artista comprometido.
En Sentencia final hay un par de momentos de esos, aunque, vaya saber por qué no se ven tan conseguidos. Son increíbles, igual y han sido parte del producto y lo preceden: son excusas para que Cruise pase un buen rato.
La más promocionada (y cuya instantánea encabeza este artículo) es la escena que involucra dos aviones biplanos. Las acrobacias aéreas son un género en sí mismo y acá se incluyen dos aviones sobrevolando negligentemente, una suerte de ensenada en Sudafricana.
Cruise —que ahí no es solo Ethan Hunt— se cuelga de uno, camina por el ala (siempre volando, se entiende), se pelea con el piloto y agarrado vaya a saber dónde, se libra de él; cuando después de un par de intentos fallidos consigue tomar el control de su avión, se va tras el otro, en el que eventualmente, va a conseguir treparse y pelearse con el piloto.
Contada no tiene gracia y abundan en las redes las explicaciones del propio Cruise, a quien le gusta un poco alardear de esa clase de proezas.
Hay también una larga escena dentro de un hundido y a la deriva submarino nuclear ruso. Las cosas que hace Cruise para entretener a la gente.
Sentencia final cierra (aparrentemente) el ciclo de Ethan Hunt, quien termina convertido en un héroe intachable, que jamás dejó un hombre atrás y que tuvo la dura tarea de salvar el mundo en un centésima de segundo. Hunt trabaja para el gobierno de Estados Unidos, la única aldea gala que nos separa de la catástrofe atómica es Estados Unidos. Dependen del más rebelde héroe de la agencia, Hunt. Las cosas que hace para salvarnos.
Esta vez, la historia sigue donde había quedado que básicamente es luchando contra La Entidad, una inteligencia artificial, el villano de moda, que ahora se hizo de los arsenales de todas las potencias nucleares y como que promete un apocalipsis. Aunque lo explican muchas veces, la trama es un entrevero pero tampoco importa mucho.
Hay que creer que el tono roza la parodia y alguna escena es de franca comedia. Pero es más que nada un homenaje a una marca y a su héroe: se incluyen los grandes momentos de las anteriores subrayando esa idea de cierre de una historia.
Sentencia final es una película fallida, demasiado discursiva y algo larga pero es Tom Cruise haciendo el tonto temerariamente y espectacularmente. Y eso es puro cine. Y le sale bárbaro.
Sentencia final [* * * ]
Estados Unidos/Reino Unido, 2025. Título original: Mission: Impossible. Dead Reckoning. Director: Christopher McQuarrie. Guioon: McQuarrie, Erik Jendresen. Fotografía: Fraser Taggert. Con: Tom Cruise, Hayley Atwell, Ving Rhames, Simon Pegg, Esai Morales, Pom Klementieff, Henry Czerny, Nick Offerman, Hannah Waddingham, Tramell Tillman, Angela Bassett. Duración: 169 minutos. Estreno: 21 de mayo, cines.