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En Hollywood hay actores y estrellas de cine. Y después está Tom Cruise. Carismático, reservado sobre su intimidad, galán y héroe de acción que hace sus propias escenas de riesgo, en 40 años de carrera ha protagonizado más de 40 películas que llevan recaudados más de 13 mil millones de dólares. Dicho de forma: solo su filmografía ha recaudado más que las cinco películas más taquilleras de todos los tiempos.
Y eso sin contar lo que consiga Misión Imposible: Sentencia Final, que se estrenó en el Festival de Cannes y lo ha tenido de gira saludando a medios y fanáticos en todo el mundo. La octava entrega de Misión: Imposible acaba de llegar a cines de Uruguay y la revista Variety proyecta 200 millones de dólares de recaudación en sus primeros días, lo que se traduciría como otro éxito rotundo en la carrera del actor de 62 años.
Cruise fue el carilindo de los ochenta y noventa, un rompecorazones cuyo rostro empapelaba cuartos de todo el mundo. No faltaban motivos: la mirada penetrante, la sonrisa conquistadora que asomaba con facilidad, el carisma, el físico trabajado y el pelo siempre cool, y debajo de la superficie, un actor consumado que siempre tuvo claro qué tipo de películas quería hacer.
En sus primeros años trabajó con grandes directores como Francis Ford Coppola, Franco Zeffirelli, Ridley Scott, Tony Scott y Martin Scorsese, con quienes conoció la forma de trabajo del viejo Hollywood y el camino que hay que hacer para ser una estrella.

Hay que reconocerle el acierto a la hora de elegir sus películas, casi todas taquilleras y con escenas icónicas para el cine. Lo hemos visto deslizándose en camisa y medias al ritmo de Bob Seger, de campera Alfa en un F-17, haciendo tragos en Jamaica, bajando por escaleras mecánicas de lentes negros, gritando “¡Muéstrame el dinero!” por teléfono, colgado del techo, peleando con espadas samurai, haciendo de vampiro, extendiendo la pausa más dramática durante una entrevista o manejando un auto de carreras.
“Corriendo en las películas desde 1981”, escribió Cruise en su cuenta de Instagram, y es un buen resumen de sus andanzas en la gran pantalla.
Desde hace 35 años, cuando el crítico Roger Ebert escribió su reseña de Días de trueno (la película ambientada en el mundo Nascar y donde conoció a su segunda esposa, Nicole Kidman), cualquier cosa que protagoniza se puede resumir como “la película de Tom Cruise”. Sin embargo, todo podría haber sido muy distinto.
Cuando todavía respondía como Thomas Cruise Mapother IV, quería ser sacerdote franciscano, pero terminó expulsado del seminario por su rebeldía. Así acabó en arte dramático mientras trabajaba quitando nieve, entregando periódicos y hasta vendiendo puerta a puerta. Buscó trabajo como actor en Nueva York, no tuvo suerte y se mudó a Los Ángeles. Rápidamente consiguió agente, un debut en cine con Amor eterno, de Franco Zeffirelli, y un rol en Más allá del honor, donde gracias a su carisma pasó de extra a secundario.
Cruise no recuerda esas primeras películas con mucho cariño. En una charla en el British Film Institute dijo, sobre la película Más allá del honor: “La calidad no estaba ahí, lo que me dijeron que iba a ser y lo que terminó siendo fueron dos cosas distintas (...) Fue una experiencia de aprendizaje increíble, porque fue la primera vez que me di cuenta de que algunas personas no sabían hacer películas, y que algunas personas no tenían el mismo nivel de pasión o compromiso con la calidad".
Pese al poco éxito de esas primeras incursiones, en poco tiempo Cruise pasó de ser un aspirante recién llegado a un actor con brillo propio. Si en Negocios riesgosos demostró que era una estrella en potencia, logró el estatus en 1986 cuando se estrenaron Top Gun y El color del dinero, que le valió el único Oscar a Paul Newman. Desde entonces hizo una película por año, afianzando su carrera con taquillazos y trabajos más de autor como Magnolia, El último samurái o Colateral, uno de los pocos roles donde hizo de villano.
“Siempre tuve una gran ética de trabajo”, comentó en una entrevista con Graham Norton. “Tuve la fortuna de trabajar con grandes artistas, actores y directores, que fueron muy generosos conmigo. Y tuve la fortuna de poder verlos en el set, porque pasaba todo el día allí”.
Allí reveló que fue Paul Newman quien le dio un consejo importante mientras filmaban El color del dinero en Chicago. “Me había probado el vestuario en el verano, pensando que iba a usar una campera de cuero y una remera, y estábamos en enero filmando una escena en el exterior, y hacía tanto frío que no podía hablar. Y él estaba con todo el vestuario de invierno, el traje abrigado y hasta tenía un calentador cerca. Me mira y me dice: 'Chico, te probaste el vestuario en verano. Mirá y aprendé'. Nunca me olvidé de eso”, contó Cruise.
Además de “ver y aprender”, ha sabido buscar oportunidades. Dijo que (a insistencia de su hermana Cass) se acercó a Dustin Hoffman en un restaurante para saludarlo y proponerle que trabajaran juntos, lo que se concretó con Rain Man. También viajó hasta Londres para decirle a Stanley Kubrick que quería ser parte de Ojos bien cerrados, porque quería vivir la experiencia de trabajar para el director.
“Cuando voy a hacer una película, realizo una investigación muy detallada y paso mucho tiempo con las personas antes de comprometerme, para entender qué necesitan y quieren, y para que ellos me comprendan a mí, cómo podemos trabajar juntos y realmente crear algo muy especial”, explicó sobre cómo encara un proyecto.
El nuevo milenio tuvo dos momentos clave en su carrera. El primero comenzó cuando saltaba sobre un sofá durante una entrevista, gritándole al mundo que estaba enamorado de Katie Holmes, con quien estuvo casado de 2006 a 2012. Para su vida más allá de la pantalla, fue un período de mala prensa. La influencia de la cienciología, las parodias en los programas de televisión y algunos fracasos demostraron que hasta las estrellas de su tipo tienen tropiezos.
Pero también fue un momento en el que Tom Cruise demostró que podía hacer más que ser el carilindo de la pantalla. Tuvo un papel secundario en el drama político Leones por corderos, trabajó en el thriller histórico Operación Valquiria, se animó a cantar en La era del rock y parodió su rol en Misión Imposible en la olvidable aventura Encuentro explosivo, junto a Cameron Díaz.

El resurgimiento llegó en la última década y de la mano de la acción, con títulos como Al filo del mañana, Reacher y las nuevas entregas de Misión: Imposible.
Gracias a la saga que comenzó en 1996, Cruise ha estado al borde de la muerte en más de una ocasión, por las escenas de riesgo que se encarga de interpretar. Se rompió un tobillo, se fisuró costillas y se desgarró un hombro. Aprendió a aguantar la respiración por más de seis minutos, a manejar aviones, helicópteros y hasta tirarse desde una montaña en moto.
Para Steven Spielberg, es la estrella de Hollywood que salvó al cine post pandemia.

Cruise ha itido que le gusta estar en todo el proceso creativo de la película, no solo actuando, sino también en la sala de edición, revisando las tomas y generando ideas para hacer lo mejor posible. De hecho ha aconsejado a los jóvenes actores que sepan de iluminación, de sonido, edición y cámaras, para poder trabajar mejor. Ese gusto por estar en todo el proceso fue el motivo por el que rechazó el papel de Tony Stark en el universo Marvel. La propuesta le llegó 10 años antes del estreno en 2008 de Iron Man, cuando los derechos pertenecían a 20th Century Fox y el cine de superhéroes era una rareza. Las conversaciones no llegaron a buen puerto porque el estudio no podía costear a una estrella como Cruise en una franquicia que todavía no había sido probada. Además, el actor no estaba feliz por las condiciones establecidas.
“Marvel Studios vino a mí en un momento determinado y, cuando hago algo, quiero hacerlo bien. Si me comprometo con algo, tiene que hacerse de manera que sepa que va a ser algo especial. Y mientras todo se alineaba, no me parecía que fuera a funcionar. Tengo que ser capaz de tomar decisiones y hacer que la película sea lo mejor posible, y simplemente no fue por ese camino”, comentó Cruise, que en una época de Hollywood dominada por los efectos visuales, el croma y la Inteligencia Artificial, ha armado su propio camino, como si su oficio y su porte aún pudieran estar cerca de la artesanía.
Ahora, a los 62 años, Cruise está lejos de pensar en el retiro. Tiene cinco proyectos en desarrollo, uno en colaboración con la NASA y SpaceX donde podría convertirse en el primer actor en protagonizar una escena en verdadera gravedad cero. Él apuesta al riesgo real, tangible, y eso festejan sus espectadores.
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