Hay veces que la empatía y la salud mental no van de la mano en la misma frase. Más aún cuando se habla de fútbol. Basta con ver a los hinchas en la cancha desahogarse -incluso contra sus propios jugadores- y exigir a la par de la inmediatez que el mundo actual impone, y que casi no da lugar a un espacio para convivir con las frustraciones. Poco importa la sobreinformación que puede llegar a la cabeza de un chiquilín, al que en seis meses le cambia la vida. Da igual el daño; solo interesa que rindan, parece.

El ejemplo se emparenta con el caso de Lucas Villalba, que ayer entró a jugar los últimos 20 minutos del partido de Nacional contra Boston River y fue recibido con aplausos por los fanáticos, muchos seguramente entusiasmados y a la espera de que tuviera una de esas corridas que han dejado boquiabierto a un continente. Pero no. Se lo vio incómodo y más incómoda aún fue la respuesta que tuvo que dar Pablo Peirano, su entrenador, al responder a la duda de porqué había sido suplente: “El cambio fue respecto a lo que veía, lo que fue la semana, donde hubo muchas cosas externas y, además, el rendimiento del Sapo (Exequiel Mereles) había sido bueno entrando desde el banco porque tiene muy buen uno a uno”.

“Cosas que sucedieron en la semana, que me las reservo”, se limitó a decir al recibir una repregunta, lo que abrió el paraguas para que muchos entraran en el terreno de las suposiciones.

Foto: Ignacio Sánchez.

¿Qué pasa ahora? Desde hace semanas, el nombre de Villalba suena por diferentes razones. Cuando no fue por su pico de velocidad de GPS (38,3 kilómetros por hora), fue por la posibilidad de que fuera convocado a la selección uruguaya. Y en estas últimas dos, así como apareció primero una oferta millonaria del América de México para llevárselo, después se presentó Pachuca con la posibilidad de tenerlo a préstamo para que jugara el Mundial de Clubes y se mostrara contra otros equipos, como el Real Madrid.

Foto: @Nacional.

Nacional desestimó ambas posibilidades bajo el argumento de que el jugador está entre las prioridades para jugar el Torneo Intermedio. Lo llamativo, eso sí, es que anoche no fue titular. Ovación pudo confirmar que si bien la semana pasada solo entrenó con normalidad dos días, ya estaba recuperado de una molestia en el aductor.

De nuevo: hay veces que la empatía y la salud mental no van de la mano, pero Villalba seguirá siendo Villalba y en su cabeza estará la clave.