Qué distinto es todo sin Luis Suárez. No solo porque ya no está el máximo goleador histórico de la selección uruguaya (69), sino porque con su salida también se evaporó una forma competir, de transmitir y de que los goles, por una vía u otra, llegaran. Pasó el tiempo, sí, pero aún es difícil soltarlo.
En cada ataque, acertara o errara, Uruguay tenía a una especie de león enjaulado, que era capaz de pelearse con compañeros de su propio club con tal de generar algo y dar lo máximo.
Sin él, Marcelo Bielsa no solo perdió a un finalizador, sino también presencia, rebeldía y el peso ofensivo que hoy brilla por su ausencia, aunque eso sí: no es el único mal de todos los males.
En Asunción, donde cayó 2-0 con Paraguay -que no le ganaba desde octubre de 2007- la falta de gol dice mucho del presente que vive hoy la Celeste, que tuvo el 71% de la posesión de la pelota. Sin profundidad, sin ritmo, sin peligro, no pateó una sola vez al arco en todo el partido. Las únicas aproximaciones fueron los cabezazos aislados de José María Giménez y Rodrigo Aguirre, ambos sin riesgo.
Facundo Pellistri y Maximiliano Araújo, responsables de inquietar a la defensa por las bandas, se hundieron, no generaron desequilibrio y, por momentos, más que ayudar, estuvieron completamente desconectados de los circuitos ofensivos.

Hubo un tiempo en el que todos hablaban maravillas de Bielsa porque era el que los “potenciaba”. Ahora parece ser todo lo contrario. Se los ve minimizados o al menos el colectivo luce falto de funcionamiento hace rato y no necesariamente porque el presente de los elegidos sea malo.
El propio Bielsa lo reconoció y con Paraguay volvió a quedar expuesto. Es el tercer partido consecutivo en el que Uruguay no convierte goles y la estadística es tan pesada como simbólica.
Desde que Suárez se despidió en setiembre de 2024, en el empate 0-0 ante este mismo rival, la Celeste apenas ganó uno de los ocho partidos que jugó (perdió tres y empató cuatro) y mostró una involución. Casualidad o no, los números no mienten: apenas sacó el 29% de los puntos posibles desde el cierre de la Copa América y esta vez ni siquiera con un 9 que le salve las papas.
Las dudas crecen justo cuando el reloj corre: falta exactamente un año y cinco días para el comienzo del Mundial 2026 y el resultado lo dejó quinto en la tabla de las Eliminatorias, con chances de caer al sexto puesto.

La herencia de Suárez pesa. No por nostalgia, sino por falta de reemplazo. Darwin Núñez, que tuvo una recordada noche consagratoria ante Argentina en 2023, hoy no está (suspensión) y su presente ya no es garantía. Rodrigo Aguirre, pese a haber sido protagonista contra Colombia, alterna en el América y tiene más oficio que gol. Federico Viñas (afuera por lesión) parece estar un escalón abajo, el Canario Agustín Álvarez Martínez en fase de prueba y Luciano Rodríguez ni siquiera integró la convocatoria.
Un Suárez no aparece todos los días, claro, pero Uruguay tampoco tiene a un sustituto cantado para tomar la posta. Hoy, todavía resuenan aquellas declaraciones suyas a DSports criticando los malos tratos de Bielsa. Hoy, todavía está visible el hueco que dejó y sigue sin llenarse.
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