Días atrás el futuro ministro de Economía, Gabriel Oddone, manifestó en un reportaje su postura de impulsar un proceso de desindexación de los salarios al menos en algunos sectores de actividad.
Esta medida busca desenganchar algunos de los acuerdos salariales de la evolución de la inflación, con el objetivo de evitar que estos acuerdos (atados a la inflación) influyan negativamente en el objetivo de mantener el aumento de precios en niveles estables, como se ha logrado en los últimos tiempos.
El argumento es que cuando la inflación, como es el caso de nuestro país en los últimos dos años, se mantiene en niveles razonablemente bajos y estables, la continuidad de este objetivo puede verse afectada por los propios acuerdos salariales futuros en la medida que se mantengan atados a la propia inflación, generando un efecto no querido de posible “espiral inflacionaria” que empuja los precios hacia arriba.
El propio Oddone hace mucho tiempo que mantiene esta posición. De hecho, redactó y firmó un documento cuando se desempeñaba como consultor en A, elaborado para el Ministerio de Trabajo con apoyo de la CAF, sobre las oportunidades de mejora de la negociación colectiva en nuestro país.
Pero más allá de eso, este es un punto relevante para la evolución de la economía en el período que se inicia. Uruguay ha alcanzado, durante los últimos dos años del gobierno que termina, un objetivo valioso y esquivo que es mantener la inflación en niveles estables y razonablemente bajos.
Consolidar esta nueva tendencia es muy importante para el crecimiento de la economía y la mejora de la competitividad de nuestro sector productivo. También es muy importante para no afectar el poder de compra de los propios trabajadores.
Sin embargo, las afirmaciones de Gabriel Oddone generaron una inmediata y categórica respuesta de parte de figuras muy relevantes del gobierno electo.
Ya el año pasado en plena campaña electoral, una afirmación similar del futuro ministro había sido cuestionada por el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira. Pero ahora, la desautorización se expresó de manera muy firme por parte de autoridades relevantes del futuro gobierno.
Alejandro Sánchez, nada más ni nada menos que el futuro secretario de Presidencia, señaló: “Gabriel Oddone hizo un planteo de carácter personal. Yo no comparto la desindexación de salarios. La propuesta que va a llevar adelante el Poder Ejecutivo va a ser la defensa del poder de compra de los salarios que es lo importante y relevante”.
En forma similar se expresó el futuro ministro de Trabajo, Juan Castillo, y ya pasados varios días lo reafirmó con contundencia la senadora Bettiana Díaz, indicando que la propuesta del futuro ministro “no es compartible”. “En términos de prioridades hay que poner antes a la gente a que te cierren los números”, desindexar no ha sido nunca, jamás, la posición del Frente Amplio”.
El problema es que esta no es una mera diferencia puntual sobre un aspecto secundario de la orientación de la política económica del gobierno futuro.
En muy pocos meses el gobierno electo tendrá que enviar al Consejo Superior Tripartito las pautas para la 11ª Ronda de los Consejos de Salarios.
Y estas pautas que deberá presentar el Poder Ejecutivo, serán las orientaciones que el gobierno nacional impulsará con respecto a los criterios de evolución del salario en los próximos dos años, es decir hasta el mes de julio de 2027.
Esas pautas se elaboran en conjunto entre el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Economía, y la OPP.
Su definición tendrá que abordar de manera directa nuevamente este aspecto que es fundamental, para definir la política salarial, mantener las metas de inflación y definir su impacto en la competitividad del aparato productivo uruguayo.
Pero, además, en paralelo se desarrollará el proceso de elaboración del Presupuesto Nacional por parte del Poder Ejecutivo, en el que se definirán las pautas de evolución de los gastos y recursos del Estado por todo el quinquenio.
Estos debates cruciales comenzarán luego de una visible desautorización al futuro ministro de Economía, por parte de varios integrantes del propio gobierno.
Pero, además, a diferencia de otras ocasiones en las que se produjeron tensiones y pulseadas similares de la misma naturaleza, el jerarca designado carece de respaldo electoral propio en la bancada de gobierno, lo que agrava el tenor y los posibles efectos de estas diferencias.
Aunque lo más preocupante es la exhibición de diferencias sustanciales dentro del partido de gobierno en temas relevantes para el futuro del país.