De paso en Uruguay invitado para dar una conferencia sobre la nueva escena internacional, el macroeconomista y estratega geopolítico peruano Christian Takushi advirtió sobre la “oportunidad divina” que entiende que atraviesa Uruguay.
Luego del evento en el hotel Hyatt -organizado por el Banque Heritage-, el analista declaró a El País que Uruguay debe posicionarse como un Estado neutral para “fomentar la paz” y al mismo tiempo desarrollar una “infraestructura financiera y geopolítica” que permita atraer inversores, como Suiza.
-¿Qué estrategia de inserción internacional cree que debería seguir un país chico como Uruguay, con pocos habitantes, en este nuevo escenario polarizado y de bloques?
-Uruguay no tiene que hacer mucho. Solo tiene que hacer el mínimo esfuerzo. Hace más de cinco años que el mundo está casi favorablemente posicionado para Uruguay. Y Uruguay solo tiene que verlo, aprovechar esto y darse cuenta que las guerras y conflictos, si bien son una mala noticia para mucha gente, representan una oportunidad divina para este país. Uruguay ya es una democracia estable, tiene políticas centristas, cierta tradición de país neutral y buenas relaciones con las grandes potencias; y además ya tiene una cierta fama y aceptación internacional por ser un país maduro y cuerdo, en una región inestable. Entonces, debería proactivamente declararse como país neutral y ofrecer sus buenos servicios para la paz y el diálogo internacional, porque es lo que más se necesita en el mundo hoy en día.

-¿Y en qué puede beneficiar eso a Uruguay?
-Hay tres partes aquí. Ser neutral es algo que muchos quisieran pero no pueden serlo porque sus gobiernos alternan de la extrema izquierda a la extrema derecha. Uruguay, en cambio, es uno de los pocos países que puede creíblemente definirse como neutral. El segundo pilar tiene que ver con ser un país que ofrece sus servicios proactivamente para el diálogo regional e internacional y para fomentar la paz y el entendimiento. Esto es una labor que ha hecho Suiza, por ejemplo, durante muchos años, y que le ha permitido ser lo que es hoy día, porque además activamente ha estado fomentando la paz y el diálogo. Pero, y aquí viene el tercer pilar, Suiza construyó una infraestructura yo diría geopolítica y financiera, que la he permitido tener puertos francos que hace que sea realmente barato y simple que las personas puedan traer del extranjero su patrimonio. El Estado lo apoya, ofrece esa facilidad. Y esta combinación es importante, porque sin ella no llega la gran inversión. Aquí (a Uruguay) vienen muchos capitales. Y yo he recomendado Uruguay a personas de bastante poder adquisitivo, con mucho capital. Y esas personas a menudo me dicen que les ha gustado este país, su carne, la rambla o Punta del Este, pero dicen: “Faltan algunas cosas, otras cuestan más que en Suiza y la calidad es mucho menor, pero aun así me gustaría venir igual a invertir, pero no lo voy a hacer”. ¿Por qué? Porque cuando van un banco y dicen que quieren traer su oro, no lo quieren aceptar o les sale un ojo de la cara.
-Dice que Uruguay debería avanzar en el desarrollo de la infraestructura…
-Financiera y geopolítica. Eso nosotros en Suiza lo comprendemos muy bien. Las personas que tienen mucho dinero no pueden traer su patrimonio a Uruguay. Solo pueden invertir en efectivo o comprar un inmueble, y eso pueden hacerlo en cualquier otro país.

-La política exterior que ha seguido el canciller Mario Lubetkin ha buscado, precisamente, posicionar a Uruguay como un país neutral y hacer valer en la escena internacional su prestigio democrático para proponerse como un actor mediador y pacificador. Usted piensa entonces que ese es un camino que debe recorrerse.
-Sí, es muy positivo que así sea. Pero, a la misma vez, como le decía, se debe levantar una infraestructura financiera geopolítica de safe haven. O sea, no solamente ser un país neutral sino ofrecer esos buenos servicios. Es, hasta cierto punto, copiar lo que Suiza ha hecho, que además de ser neutral ha desarrollado una infraestructura financiera atractiva para las personas que tenían dinero. Porque, en el fondo, un país que es neutral y que conduce a la paz, es un país seguro. Los rusos. La neutralidad, en realidad, es solamente un instrumento para poder atraer capital y lo más precioso de su patrimonio. Por eso los alemanes, los italianos, los americanos, los chinos, todos tienen su dinero en Suiza. Y es en este tema que yo pienso que Uruguay en cierto sentido ha fracasado en los últimos cinco años.
-La política exterior de este gobierno también ha procurado acercarse a Brasil. ¿Le parece conveniente que Uruguay se pliegue a la estrategia geopolítica del presidente Lula da Silva?
-En parte sí y en parte no. En parte sí porque creo que hay un cierto alineamiento político que es normal. Pero hay un peligro en esa cercanía con Lula, y es que no debería irse más allá del apoyo emocional o de hermandad que se tiene ahora con Brasil, porque Lula, y también Javier Milei en Argentina, está jugando cartas fuertes geopolíticamente. Por ejemplo, está yendo con todo por China y con las Brics. Además, los problemas económicos de Brasil son más grandes de lo que se habla. Es un gobierno de izquierda que ha gastado mucho dinero y que está pasando por un momento económico difícil. Y, si retorna al poder, digamos, la familia Bolsonaro, o la derecha, ¿qué pasaría con Uruguay si se plegó demasiado a Lula? Podría quedar aislado dentro del Mercosur. Sería un desastre. Y Uruguay ya no podría jugar el rol de neutral, sino solo para sobrevivir tres años contra gobiernos de derecha.

-¿Cómo se valora internacionalmente el Mercosur como actor político y económico?
-Hay que decir primero que a Uruguay se lo ve bien internacionalmente, incluso a este gobierno de izquierda, porque se lo ve como responsable, y yo personalmente apoyo esa visión. Pero al Mercosur, en cambio, se lo percibe muy negativamente. Hay que ser sincero. Ha traído mucho gasto, déficit y poca competitividad. Hay pocos productos que se hagan aquí en el Mercosur que son top en el mundo. Los países son muy proteccionistas. Y no puede competir con la Alianza del Pacífico, que exporta mucho más.
-¿Debería Uruguay seguir alzando la voz en foros internacionales para denunciar las dictaduras y regímenes totalitarios de la región, como hacía en el período pasado con Luis Lacalle Pou y ahora dejó de hacer?
-No. En ese sentido el nuevo gobierno no lo está haciendo mal. Para establecerse como un país neutral, uno no puede ir a tirar piedras. Creo que el gobierno hace bien en no tomar una posición muy proactiva en atacar a otros gobiernos, porque si no ya no podría ser parte de la solución. Para que Uruguay pueda un día facilitar un diálogo que conduzca a la paz y la pacificación de Venezuela o de Cuba, tiene que ser cuidadoso con lo que dice ahora.
-¿Dónde terminará la guerra comercial iniciada con Donald Trump, que tanto daño e inestabilidad está generando en el mundo?
-Esta guerra es parte de un período de conflictos armados que va a demorar unos 20 años. Y el conflicto iniciado por Trump es solo un instrumento, que más tarde va a derivar en una guerra monetaria, que le va a doler a mucha gente. Los países dependientes del dólar, como Uruguay, van a quedar expuestos.

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