En la edición de marzo de la revista Conjuntura Econômica, escribí el artículo“Un mundo de incertidumbres: la era Trump en el comercio”. En ese momento, todavía no estaba claro qué definía el presidente estadounidense Donald Trump como reciprocidad arancelaria y, siguiendo una de las interpretaciones de este concepto en las negociaciones comerciales, comparamos los niveles arancelarios de Estados Unidos y Brasil.
Esta elección también se basó en las declaraciones de Trump sobre Brasil siendo un país que perjudica a Estados Unidos, poniendo como ejemplo el arancel de importación de etanol practicado por Brasil (18%) y Estados Unidos (2,5%). Dadas estas observaciones, comparamos los aranceles nominales de importación de ambos países, sin considerar ninguna ponderación, y observamos que, si ese fuera el criterio, Brasil podría esperar presiones para bajar sus aranceles y/o enfrentar aranceles más altos para sus exportaciones a Estados Unidos.
El escenario de incertidumbre sólo tendió a agravarse y, el 2 de abril, anunciado como el “Día de la Liberación”, Trump anunció cuáles serían los aranceles de reciprocidad. Los aranceles de importación recíprocos se estimaron asociando el tamaño de los déficits comerciales bilaterales de Estados Unidos con sus socios. El arancel de China se estima en un 67%, el de Vietnam en un 90% y en un "acto de buena voluntad", según Trump, se aplicaría la mitad del arancel de reciprocidad estimado.
Además, se decidió que el arancel mínimo de importación que aplicaría Estados Unidos sería del 10%. En América del Sur, excepto Venezuela y Guyana, todos los países recibieron el arancel adicional del 10% porque, como Brasil, tienen déficits comerciales o superávits con valores muy bajos con Estados Unidos.
El 8 de abril, Trump suspendió los aranceles recíprocos que excedían 10%, pero mantuvo el de China que, después de que el gobierno chino anunciara represalias, subió al 125% y luego al 145%. El gobierno chino anunció que las importaciones procedentes de Estados Unidos serán gravadas con un 125% y que no piensa continuar con esta escalada arancelaria. El 11 de abril, se anunció que un grupo de productos, incluidos teléfonos inteligentes, computadoras y otros productos electrónicos, semiconductores y es solares, estarán exentos de aranceles recíprocos, incluidos los importados de China. Trump advierte más tarde que estos productos pueden estar sujetos a aranceles específicos. En pocas palabras, las incertidumbres han aumentado.
Se anunció que representantes del gobierno de los Estados Unidos y China se reunirán el 10 y 11 de mayo en Suiza para intentar llegar a un acuerdo. Este artículo se habrá completado antes del resultado de esta reunión.
Bajo la istración Trump 1.0, China hizo un acuerdo en el que se comprometió a comprar, en un plazo de dos años, más de 200.000 millones de dólares en bienes y servicios de Estados Unidos, además de asumir compromisos en materia de propiedad intelectual, transferencia de tecnología, servicios financieros y reglas cambiarias. El acuerdo no se cumplió con la llegada de la pandemia, pero los analistas señalaron que sería imposible cumplirlo, y que la estrategia de China en ese momento era lograr una tregua, más aún porque no habría elecciones en el año siguiente a la decisión. Es posible que se alcance un nuevo acuerdo y que China considere aceptable, por ejemplo, hacer concesiones en el sector agrícola, como comprar más soja, maíz y carne de Estados Unidos, así como una canasta de productos manufacturados. Sin embargo, parece poco probable que China acepte un acuerdo de ese tipo unilateralmente, como lo hizo durante la istración Trump 1.0. Además, también es poco probable que el gobierno chino acepte renunciar a sus políticas en los sectores de nuevas tecnologías, o aceptar la imposición de regulaciones sobre cómo gestionar temas como la inteligencia artificial, la protección de datos, entre otros.
Trump, sin embargo, no se limitó al tema del comercio, donde queda claro su total desprecio por el cumplimiento de las normas internacionales.
La presión sobre las universidades, la cuestión migratoria tratada indiscriminadamente como un asunto criminal, las amenazas de gravar las películas extranjeras, el anuncio de que Estados Unidos ya ha soportado una parte desproporcionada de los costes de seguridad de Europa han creado un escenario de crecientes dudas sobre si la istración Trump respetará los límites fijados por las instituciones del país. Además, el diagnóstico de que es necesario devaluar el dólar y bajar las tasas de interés ha generado incertidumbre sobre el papel del dólar como moneda internacional (ver la columna Ponto de Vista, de Samuel Pessôa, en Conjuntura Informe Económico de abril.1
Estados Unidos no sólo pierde credibilidad, sino también legitimidad como guardián de los intereses de la paz y la seguridad internacionales, tal como se ha presentado desde la posguerra en el liderazgo de los organismos multilaterales.
En este contexto, se presenta una reflexión sobre la XVII Cumbre de los BRICS, el 6 y 7 de julio en Río de Janeiro, bajo la presidencia de Brasil. Se observa que los gobiernos de los países europeos y de Estados Unidos han mostrado interés en lo que se pretende con esta cumbre. Además de China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, el grupo BRICS ahora ampliado incluye a los siguientes países: Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia e Irán. El grupo de socios BRICS también asistirá a la cumbre.2
El tema de la cumbre será “Fortalecer la cooperación del Sur Global para una gobernanza más inclusiva y sostenible”. La reunión de 2024, bajo presidencia rusa, tuvo como tema “Fortalecimiento del multilateralismo para un desarrollo global justo y la seguridad”.
Los temas de las cumbres reflejan, por tanto, compromisos con la gobernanza global, lo que es coherente con las directrices de la política exterior brasileña, y reflejan lo que podría identificarse como un factor agregador en la institucionalización del grupo inicial en 2009, los BRIC. La agenda se ha ampliado a lo largo de los años para incluir cuestiones económicas, sociales, de políticas públicas y ambientales, entre otras. La creación del Nuevo Banco de Desarrollo y del Acuerdo de Reserva para Contingencias no se presentaron como instituciones que competirían con las creadas por el Sistema de Bretton Woods, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, sino como ejemplos de formas de gobernanza en las que se podrían atender mejor las preocupaciones de los países en desarrollo.
Las cumbres de los BRICS, que abarcaron diversos temas y crearon grupos técnicos, pueden entenderse como paraguas institucionales que permitieron el intercambio de ideas y mecanismos de cooperación, generalmente a nivel bilateral. Se discutieron cuestiones comerciales, por ejemplo, pero no se propusieron acuerdos comerciales amplios y cuestiones regulatorias que cubrirían a todos los del BRICS.
La expansión del grupo liderado por China, la guerra en Ucrania y la política del gobierno de Trump han traído nuevos desafíos a Brasil.
Brasil inicialmente se resistió a ampliar el grupo y luego intentó incluir a países sudamericanos, como Argentina, lo que fue rechazado por el actual gobierno de Javier Milei. Los BRICS han llegado a ser identificados como un grupo antioccidental por algunos críticos, debido a la presencia de Irán, aunque varios países como Indonesia, Egipto y los países árabes productores de petróleo tienen vínculos motivados por preocupaciones de seguridad estratégica con Estados Unidos, entre otros.

La invasión rusa de Ucrania, una clara violación del derecho internacional sobre la soberanía territorial, el conflicto entre Estados Unidos y China y las sanciones estadounidenses contra Rusia han llevado a Brasil a adoptar posiciones neutrales que muchas veces se entienden como favorables a Rusia y/o China. Desde esta perspectiva, la cumbre presidida por Brasil exigirá una fuerte defensa del tema de la cooperación y la gobernanza. Exigencias para reformar las frágiles instituciones multilaterales tienden a exigir propuestas sustanciales, lo cual es difícil en un grupo con intereses específicos que no siempre convergen. Además, al elegir a los BRICS como enemigo que “quiere acabar con el dólar”, la istración Trump alienta posiciones más “antioccidentales” entre algunos del grupo.
Cabe aclarar que en ningún documento de los BRICS existe una propuesta de crear una moneda única dentro del grupo que sustituya al dólar. Lo que existe, desde cumbres anteriores, es la propuesta de facilitar el comercio con el uso de monedas locales u otros mecanismos de crédito. ¿Una moneda contable o digital?
Un mecanismo similar al Convenio de Crédito Recíproco que operaba en América Latina, donde los saldos de las transacciones recién se liquidaban al cabo de unos meses, pero en dólares. En ese caso ¿Cuál sería la moneda?
No es una propuesta fácil de implementar. En 2024, el dólar representaba el 57,8% de las reservas internacionales y el yuan renminbi el 2,18%, y los países BRICS no comercian únicamente dentro del grupo.
Lo que es común es la importancia de China en el comercio de algunos de ellos, pero no lo suficiente como para que todos quieran mantener sus reservas enteramente en moneda china.
En el caso de Brasil, como lo muestra la tabla, el porcentaje de transacciones con los demás del BRICS fuera de China es muy pequeña y no es por falta de divisas que los países árabes ya no compran productos de Brasil. Ahora se pueden incluir en la agenda, medidas que incrementen y estimulen el comercio con posibles facilitaciones en los intercambios comerciales. Además, se puede considerar fortalecer el Banco BRICS, crear mecanismos de garantía de crédito, crear un sistema de pagos para el grupo, entre otros.
La agenda de prioridades de la 17ª Cumbre es amplia: salud mundial; comercio, inversión y finanzas; clima; inteligencia artificial; Arquitectura multilateral para la paz y la seguridad. Con esta agenda, Brasil podrá intentar influir en la dirección de las resoluciones, en el sentido de optar siempre por una gobernanza con reglas en una posible nueva arquitectura multilateral en un mundo multipolar.
Si antes se criticaba la apropiación por parte de Estados Unidos de cuestiones de gobernanza global, una contribución de los BRICS es mostrar que el grupo, aunque tenga pocos consensos, no refleja los intereses específicos de algunos países.
1) El papel del dólar estadounidense en el sistema monetario internacional se encuentra actualmente en un estado de cambio peligroso. David Lubin en https://go.fgv.br/MGB4goltAz4.
2) Bielorrusia, Bolivia, Kazajstán, Cuba, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda y Uzbekistán.
-La autora, Lìa Baker Valls Pereira, es Jefa del Departamento de Análisis Económico de la Uerj Investigadora asociada de la FGV IBRE.