El legado de Zorrilla de San Martín y su huella en la vieja casona de la familia en Punta Carretas

Dos vidas dedicadas al arte y a la construcción de la identidad. El sábado de la semana pasada se conmemoraron los 50 años del fallecimiento del pintor y escultor.

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Ramón Cuadra explica la obra de José Luis Zorrilla de San Martín.

El sábado de la semana pasada se conmemoraron los 50 años del fallecimiento de José Luis Zorrilla de San Martín (1891-1975), uno de los pintores y escultores más identitarios del Uruguay. Con tal motivo, su casa de Punta Carretas (Monumento Histórico Nacional desde 1975) fue escenario de un didáctico y emotivo recorrido encabezado por el escultor Ramón Cuadra, cercano a la familia Zorrilla, en el que se revivió la historia de la propiedad y el legado del artista.

Nacido en Madrid el 5 de setiembre de 1891, José Luis Zorrilla de San Martín creció entre Europa y Uruguay, forjando una carrera que lo convirtió en un referente de la plástica. Su formación incluyó estudios en el Círculo de Bellas Artes de Montevideo, un viaje frustrado a Munich en 1914 debido a la Primera Guerra Mundial, y una estancia en Florencia, donde se empapó del arte renacentista. En 1922, ganó el concurso internacional para hacer el Monumento al Gaucho, que lo llevó a París junto a su esposa, Guma Muñoz del Campo, y sus hijas Guma y Concepción (la recordada China Zorrilla). Allí, bajo la tutela de Antoine Bourdelle, perfeccionó su estilo modernista con tintes barrocos.

Entre sus obras más emblemáticas están el Obelisco a los Constituyentes de 1830 (1936), el monumento a la Batalla de Sarandí (1930), y múltiples representaciones de José Gervasio Artigas, como las de Montevideo (1949), Buenos Aires (1960, inaugurada en 1971) y Roma (1967). También destacó con el monumento al general Julio Roca en Buenos Aires (1937) y el bronce ecuestre de Aparicio Saravia en Montevideo. Director del Museo Nacional de Artes Visuales entre 1940 y 1961, Zorrilla recibió en 1966 el título de Comendador en Italia por su estatua de Artigas en Villa Borghese.

Un adiós al maestro

El 24 de mayo de 1975, José Luis Zorrilla de San Martín falleció en Montevideo, dejando un vacío en la comunidad cultural. Su funeral reunió a familiares, artistas y iradores, entre los que se encontraba Ramón Cuadra, quien, siendo un niño, fue alumno de su taller.

Durante el recorrido por la casa, Cuadra estuvo acompañado por la directora del museo, Micaela Villalba, y de la familia Zorrilla, quienes compartieron con él algunas vivencias. El escultor narró cómo la propiedad fue construida reutilizando puertas y ventanas de otras propiedades, así como mobiliario de otras casas que pertenecieron a la familia, reflejando un ingenio práctico y un vínculo con la historia familiar. Fue construida en 1904 como casa de veraneo de Juan Zorrilla de San Martín (cuando Punta Carretas era un lugar muy distinto al actual, conocido por sus comunidades de pescadores) y ampliada en 1921.

Una de las obras que destacó Cuadra fue el mural estructurado en forma de tríptico que se encuentra en el que fuera comedor de la residencia, realizado con gran maestría por Zorrilla. La pintura representa el versículo bíblico de la Cena de Emaús, un episodio del Nuevo Testamento donde Jesús, tras su resurrección, se le aparece a dos discípulos y comparte una comida con ellos.

El pintor puso a Jesús en el centro de la escena con la luz resaltando sus manos sobre el plato, en las que no se ve que tenga un alimento. “Eso es porque el pan es él mismo”, destacó Cuadra, quien tiene un vínculo artístico y cultural significativo con la Iglesia Católica Uruguaya. El escultor es el autor de varias obras que se encuentran en la catedral Metropolitana. Por ejemplo, a la entrada del templo, donde antes estaba el bronce de San Juan Pablo II, hay una imagen de Nuestra Señora de la Resurrección creada por él. También, en el retablo, se encuentra su obra del Señor Resucitado.

El mural de Zorrilla en el comedor de su antigua casa es magnético. Atrae todas las miradas cuando se lo analiza en sus detalles. En la tradición cristiana, el pan trasciende su naturaleza como alimento físico para convertirse en un símbolo multifacético de la presencia de Cristo, el sustento divino, la comunidad, el sacrificio y la vida eterna. Su papel más destacado está en la Eucaristía, donde se convierte en el medio a través del cual los cristianos participan en el misterio de la redención.

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Museo Zorrilla.

Otras obras emblemáticas

En la vieja casona de estilo español de los Zorrilla hay piezas clave de la obra del pintor y escultor, como un cuadro y una pequeña figura que sirvieron como modelos para el monumento que realizó en homenaje a su padre y que se encuentra en la rambla de Punta Carretas, a metros de la propiedad.

Inaugurada pocos meses después de la muerte de su autor, en 1975, esta obra monumental rinde homenaje al poeta con una figura que captura su esencia literaria y patriótica. Cuadra destacó la meticulosidad con que José Luis Zorrilla diseñó la escultura, que refleja tanto su destreza técnica como su conexión emocional con su padre.

La muerte del artista marcó el fin de una era, pero también el comienzo de la preservación de su legado, con su casa y taller como epicentro de su memoria.

Ubicado en Tabaré 2430, el taller de Zorrilla, construido en la década de 1930 con un estilo art déco, permanece como una cápsula del tiempo. Declarado Monumento Histórico Nacional, este espacio, adyacente al museo, conserva moldes, yesos, bronces, dibujos y herramientas del artista.

A 50 años de la muerte de José Luis Zorrilla de San Martín, la casa y el taller de Punta Carretas son descritos por Cuadra como lugares donde “el universo creativo” de los Zorrilla permanece intacto. Son testimonio de dos vidas dedicadas al arte y a la construcción de la identidad nacional.

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Escultura de José Luis Zorrilla sobre su padre. Sirvió de inspiración para el monumento al "poeta de la patria" que está en la rambla.

Familias de prosapia en una misma manzana

En Punta Carretas se encuentra la hermosa residencia de estilo español del doctor Juan Zorrilla de San Martín. La casa fue levantada cuando el barrio aún era una zona de pescadores, y las únicas construcciones notables que interrumpían el extenso arenal eran la antigua penitenciaría y, a lo lejos, el faro.

Hacia 1910, el autor de célebres obras como Tabaré y La leyenda patria -títulos que más tarde darían nombre a algunas calles del barrio- levantó una modesta casilla de zinc, con dos habitaciones y un baño. Poco después, comenzó a construir la casa definitiva, sin planos formales, guiado únicamente por dibujos de su hijo, el escultor José Luis Zorrilla de San Martín. La obra se completó en 1922.

En 1936, la residencia fue cedida al Ministerio de Educación y Cultura, y el museo fue inaugurado el 26 de febrero de 1943. Allí vivió el poeta durante muchos años junto a su familia, y hoy el lugar conserva algunas de sus pertenencias, documentos y fotografías.

En la misma manzana, con entrada por la calle Tabaré, se encuentran el Círculo de Bellas Artes y la casa de la familia Montero. En esta última vivió Juan Carlos Montero Zorrilla, un pintor intimista que mantuvo un perfil bajo pese a provenir de una familia de gran prestigio: era sobrino de José Luis Zorrilla e hijo de Raúl Montero Bustamante, destacado intelectual, fundador y presidente de la Academia Nacional de Letras.

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Museo Zorrilla.

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