El huevo es uno de los alimentos más completos debido a su alto contenido en proteínas, vitaminas y minerales esenciales. Favorece el desarrollo muscular, la salud ósea, la función cerebral, la piel, el cabello y el sistema inmunológico. Y más allá de sus beneficios, existe un método sencillo que mejora la preparación del huevo duro: añadir vinagre al agua de cocción.
Durante la cocción del huevo duro es común que la cáscara se fracture, lo que provoca que parte de la clara se escape en el agua caliente. Para evitar este inconveniente, chefs y expertos recomiendan incorporar una o dos cucharadas de vinagre blanco en la olla antes de comenzar a hervir. Esta práctica, además de prevenir la rotura, facilita el pelado posterior del huevo.
El fundamento de este truco radica en una reacción química que ocurre al mezclar el vinagre —un ácido suave— con el agua de cocción. El vinagre acelera la coagulación de las proteínas presentes en la clara, lo que permite que, si el huevo se rompe, el ácido selle rápidamente la grieta, impidiendo que el contenido se derrame. Además, el vinagre actúa sobre la membrana interna de la cáscara, favoreciendo que esta se desprenda con mayor facilidad al momento de pelar.

Otro beneficio que aporta el vinagre en la cocción es la mejora en la textura final del huevo. Cocinarlo a fuego moderado con vinagre permite obtener una yema y clara más suaves y cremosas, ideal para quienes consumen huevo duro frecuentemente y desean evitar que se sobrecocine.
Una inquietud común entre los consumidores es si el vinagre altera el sabor del huevo. Los especialistas aclaran que al usar cantidades pequeñas, el vinagre no modifica el gusto ni afecta las propiedades nutricionales del alimento.
La Nación/GDA
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