¿Sentís que te estancaste en tu psicoterapia? Tal vez sea el momento darte el alta a vos mismo

Cómo reconocer un estancamiento en tu psicoterapia, y lo que podés hacer al respecto, cuando todo parece un callejón sin salida

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Foto: Freepik.

The New York Times
La terapia formabs parte de la rutina semanal de Katarina desde la escuela primaria, cuando un profesor sugirió este tipo de consulta. Entonces, Katarina tenía ocho años.

En ese momento, el autismo de Katerina afectaba su capacidad para gestionar el tiempo, tomar decisiones y socializar. Y durante muchos años, la terapia era útil. Pero cuando entró a la universidad, las cosas cambiaron. “Siempre salía sintiéndome peor que al principio”, cuenta.

Las habilidades que el terapeuta le había enseñado en la infancia no se traducían tan bien cuando se hizo adulta. En otras palabras, se había estancado: la terapia y el terapeuta no estaban produciendo los resultados deseados.

El estancamiento terapéutico puede resultar desalentador, pero no tiene por qué poner fin a tu búsqueda de una mejor salud mental. Cómo identificar si llegaste a un punto de estancamiento. Y qué hacer al respecto.

¿Qué es exactamente un estancamiento terapéutico?

Puede que estés emocionalmente desconectado de tu terapeuta, o que confíes menos en su plan de trabajo. Quizá te sentís incómodo o tenso durante la terapia. O tal vez empezaste a faltar a las sesiones.

El estancamiento puede también traducirse en un aumento de la irritabilidad durante la sesión, o en una sensación de incomprensión. Hay muchas razones por las que puede producirse un estancamiento, dicen los expertos: 

  • Avanzaste todo lo que pudiste con tu terapeuta habitual
  • No necesitás sesiones con tanta frecuencia como antes
  • Tus expectativas no son las mismas que las de tu terapeuta
  • No estás preparado para explorar un trauma del pasado o un tema difícil. 

Katarina había experimentado algunos de estos bloqueos en su relación con el terapeuta de su infancia. “Cuando intentaba plantear cosas nuevas, me decía que podríamos trabajar en ello en la ‘próxima sesión’, pero eso nunca llegaba a producirse”, dice. “Llegué a un punto en el que empecé a sentirme muy mal”.

Así que empezó a buscar un nuevo terapeuta; tardó más de seis meses, pero encontró a alguien que se adaptaba mejor.

Si te sentís estancado, lo ideal es que tu terapeuta también lo perciba, dijo Regine Galanti, terapeuta. “Cuando mantengo las mismas conversaciones durante más de dos semanas seguidas, mis alarmas comienzan a sonar”, comenta. Y añadió que entonces es el momento de reevaluar los objetivos terapéuticos del cliente.

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Foto: Freepik.

¿Qué podés hacer?

No te precipites a dejar la terapia tras una o dos sesiones improductivas, dijeron los expertos. “Desafortunadamente, no es infrecuente que de vez en cuando una sesión de terapia parezca un fracaso”, dijo Alayna Park, profesora adjunta de psicología.

Pero si después de tres o cuatro sesiones sentís que no aprendiste nuevas habilidades de afrontamiento o que no entendés mejor tu problema, entonces es el momento de hablar, ya sea durante la sesión o por correo electrónico.

Park sugiere algunas formas de iniciar la discusión: “Tengo la sensación de que mi progreso se ha estancado”, “Me gustaría pasar a aprender nuevas o diferentes habilidades de afrontamiento”, o simplemente: “Tengo la sensación de que estoy en un estancamiento terapéutico”.

También es valioso preguntar a tu terapeuta cuántas sesiones podrías necesitar, cómo debería ser tu progreso y cómo lo mide, dice Bethany Teachman, profesora de Psicología.

Aunque a algunas personas les puede incomodar expresar sus preocupaciones, dijeron los expertos, un buen terapeuta no se enfada ni se molesta. Una buena terapia capacita a los pacientes para hacer cosas difíciles.

¿Cómo saber si llegó el momento de tomarse un descanso?

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Si hablaste con tu terapeuta sobre tus preocupaciones y nada cambió, podés plantearte tomarte un descanso. Apartarse puede ofrecer un sentido de decisión y tiempo para evaluar si la relación terapéutica actual es la correcta.

Durante esta pausa, podés tomarte un tiempo para reflexionar sobre tus sentimientos y tu comportamiento, explorar distintos tipos de terapia o probar con otro terapeuta.

Annie decidió dar un paso atrás luego de acudir a un nuevo terapeuta unos meses, cuando no notó ninguna mejoría en su estado de ánimo. Le envió a su terapeuta un correo electrónico diciéndole que no estaba obteniendo lo que necesitaba de sus sesiones.

Tomarse un tiempo fue útil: Annie encontró a otro terapeuta con quien se ha estado tratando los últimos cuatro años. “Al final de cada sesión me siento llena de energía. Aunque haya llorado a mares”.

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