¿Qué significa que alguien se bañe habitualmente más de una vez al día, según la psicología?

El hábito de bañarse más de una vez al día puede tener diversas interpretaciones psicológicas, y una de ellas tiene que ver con una compulsión.

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Foto: Freepik.

El Tiempo - GDA
Bañarse es una actividad diaria para la mayoría, pero hay quienes eligen hacerlo más de una vez al día. Este hábito, más allá de la higiene personal, puede reflejar diversos aspectos psicológicos según expertos en la materia.

Sergio Grosman, médico psiquiatra comenta que el acto de bañarse diariamente es una norma cultural moderna, pero no siempre fue así. “Nos parece muy natural bañarnos diariamente, pero a nuestros ancestros les parecería una locura. Lo primero es correlacionarlo con la cultura que se desenvuelve la acción. En segundo lugar, desde la psiquiatría, no como una cuestión habitual, sino en individuos que tienen ciertos tipos de problemas, aparece la compulsión por la limpieza. Son aquellas personas que se pueden lavar las manos hasta lastimarse, y también se pueden bañar múltiples veces bajo la idea de que tienen microbios que tienen que eliminar”.

Estas compulsiones son parte del trastorno obsesivo-compulsivo, explica Grosman. “Estas ideas están sobrevaloradas, aparecen parasitariamente, es decir, surgen en la cabeza de la persona como algo casi ajeno a ellos, pero a la cual no le pueden restar valor. El pensamiento de que están contaminados les resulta repulsivo y los llevan a estos actos de limpieza tratando de higienizar lo que está limpio porque el asunto es la idea obsesiva, errónea, no la limpieza. Esto se encuadra dentro del trastorno obsesivo-compulsivo”.

En contraparte, hay quienes encuentran en la ducha un espacio de paz y desconexión. Valentina, de 24 años, comparte que se baña dos veces al día: una al comenzar el día y otra después de entrenar. “Es como un hábito para levantarme. Amo bañarme, siento que es un lugar donde mi foco está en la ducha y me desconecto de todo para arrancar desde cero”, dice.

Matías Quintana, de 35 años, también se baña dos veces al día desde que era niño. “Me gusta meterme en la cama y sentirme limpio, si me voy a acostar sin bañarme la paso mal. No puedo conciliar el sueño porque me siento sucio, se me pega la sabana al cuerpo, es un horror”, relata.

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Paz, de 27 años, lleva este hábito aún más lejos, bañándose hasta tres veces al día. “Siempre que fumo termino en la ducha, no sé por qué, pero me relaja un montón. El agua me acomoda todo, me despeja la cabeza y me baja la ansiedad si estoy medio acelerada. Es mi forma de resetear”, afirma.

Sin embargo, estos hábitos pueden tener efectos secundarios, como indica Leandro Faur, licenciado en psicología. Según el experto, además de los rasgos obsesivos compulsivos relacionados a la preocupación excesiva por la limpieza, este tipo de conducta desenmascara características como miedo a la contaminación, dificultad para gestionar determinadas emociones, perfeccionismo o rasgos narcisistas de personalidad.

El experto añade que la ducha frecuente puede convertirse en una compulsión que brinda una falsa sensación de seguridad, y su interrupción puede generar ansiedad y malestar. “Es importante entender que es una consecuencia de las dificultades emocionales más que su causa”, concluye Faur.

Este análisis revela que el hábito de bañarse múltiples veces al día no solo es cuestión de preferencia personal, sino que también puede ser un indicativo de comportamientos más profundos, relacionados tanto con la gestión emocional como con trastornos psicológicos.

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