Redacción El País
Esa pierna que no deja de moverse bajo el escritorio, ese movimiento rítmico que parece tener vida propia... Lejos de ser un simple "tic", este comportamiento revela mucho sobre nuestro estado mental. La psicología y la neurociencia lo explican como una forma de comunicación corporal que va desde el estrés hasta necesidades neurológicas.
El lenguaje oculto del movimiento involuntario
Conocido como "nerviosismo motriz" o comportamiento estereotipado, este gesto repetitivo es una vía de escape para el cerebro. Según el psicólogo Hugo Marietan, especialista en conducta, actúa como un regulador de emociones no expresadas, especialmente en situaciones de:
- Estrés o ansiedad. Libera tensión acumulada.
- Aburrimiento. El cuerpo busca autoestimulación cuando el entorno no lo capta.
- Hiperactividad mental. Un estudio de Harvard dirigido por Jerome Kagan vinculó estos movimientos con exceso de energía cerebral no canalizada.
¿Simple hábito o señal de alarma?

Aunque en muchos casos es inofensivo, puede asociarse a condiciones específicas:
- Síndrome de piernas inquietas (7% de la población, según la Clínica Mayo): Urgencia neurológica de mover las piernas, sobre todo en reposo.
- Ansiedad generalizada: Si se combina con otros comportamientos (morderse las uñas, tamborilear dedos).
- Déficit de atención: En niños y adultos, el movimiento ayuda a la concentración.
El impacto social: ¿molestia o incomprensión?
Socialmente, este gesto suele interpretarse como desinterés o nerviosismo, pero rara vez se considera su función adaptativa:
- Regula emociones (evita explosiones de estrés).
- Mejora la circulación en largas horas sentadas.
- Mantiene el foco en tareas monótonas.
Alternativas
- Usar bandas elásticas en las piernas o superficies táctiles para redirigir la energía.
- Consultar a un especialista si interfiere con el sueño o viene acompañado de otros síntomas.