Redacción El País
Camila Rajchman no atraviesa sus días más tranquilos. La madrugada del lunes, según relató en sus historias de Instagram, se desveló a las 2:30 y no pudo evitar darse manija con asuntos financieros. “Me estoy cuestionando todas las últimas decisiones de mi vida”, se sinceró ante su comunidad la influencer y cantante, quien recientemente también anunció su separación del piloto Santiago Urrutia.
Uno de los principales motivos de su inquietud fue el hecho de estar alquilando un apartamento, cuando, según reflexionó, con ese dinero podría estar pagando la cuota de una casa propia. “Mientras tanto, el resto de la plata está invertida en la bolsa”, agregó, dejando en claro que está evaluando cambios importantes.
En ese contexto, reveló que está buscando locales en distintos puntos del país para desarrollar un nuevo proyecto personal. Y si bien no dio detalles de qué se trata, parece que está trabajando en algo importante. Además, confesó que está considerando comprar una vivienda. Entre las opciones que maneja, mencionó una casa en Carrasco, en un barrio privado o un apartamento con amenities y mucho verde.
Pero no todo en su vida gira en torno a la economía. El martes, Cami vivió una situación inesperada: empezó a sentir una picazón en la cabeza y se convenció de que se había contagiado piojos, supuestamente por el o con sus sobrinos.
“¿Los adultos tienen piojos?", se preguntó en otra historia, entre risas y resignación. Y comentó lo mal que la pasaba cuando se contagiaba de niña: "Te sentías reasquerosa".
Acto seguido, recordó una escena para el olvido: "Lo peor de todo es que en la escuela te rehumillaban. Había un día al mes que te revisaban y si tenías pijos te mandaban para tu casa. Horrible".
Camila Racjham y la odisea con el peine fino

En el siguiente video y entre risas se sinceró al reconocer que tuvo que "desbloquear" un nuevo nivel de vergüenza, y se quejó del precio del peine fino. "Tuve que ir a la farmacia y decir, 'hola, disculpá, ¿me podrías dar un peine fino?'".
Lo peor sucedió cuando le comentaron el precio del producto en cuestión: 820 pesos. "¿Lo qué? ¿Cómo va a valer eso? ¿Me estás jodiendo?", fue su reacción inmediata. Muy a su pesar, lo compró igual.
Ya en su lugar de trabajo, mostró cómo una compañera le revisaba la cabeza por precaución. “Revisame bien, en serio, no quiero tener piojos”, dijo. Luego aclaró con humor que el diagnóstico fue negativo: “Para la tranquilidad de todos, estoy libre de piojos”.
Y bromeó con una historia final: subió la foto del peine y lo puso a la venta. “800 pesos, un solo uso”, escribió, aclarando luego —por las dudas— que era un chiste.
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