Roberto Musso y la vigencia del Cuarteto: "Los padres cuarentones rockeros nos conocen a través de los pibes"

El líder, compositor y cantante del Cuarteto de Nos habla de "Puertas", el vigésimo disco de la banda que acaba de comenzar una gira por América y Europa que los traerá al Antel Arena en diciembre.

Compartir esta noticia
musso.jpg
Roberto Musso

Roberto Musso recibe a la prensa en el piso 25 de un hotel céntrico y uno puede imaginar que esta clase de instancia se le han hecho costumbre. Sin embargo, recibe con el mismo entusiasmo de siempre, contento de lo que está viviendo con su banda de los últimos 40 años, Cuarteto de Nos, y de poder compartirlo. Es una suerte de despedida porque se van, de nuevo, de gira, acompañando la salida de Puertasque es su -¡sí!- vigésimo álbum. El tour empezaba ayer en el Movistar Arena chileno, que es más grande que el Antel Arena (donde cerrarán la gira en diciembre) y da una idea del tipo de aforo que anda precisando el Cuarteto. Harán shows de ese tamaño en, entre otras escalas, Costa Rica, Colombia, Argentina, Venezuela y en locaciones más pequeñas en Alemania y España. En México tocarán para una platea agotada de 20.000 personas en el Palacio de los Deportes. Son así de grandes. Puertas es como una temporada de Black Mirror: viñetas rockeras tirando a nihilistas sobre esto que vivimos. Y para que todos cantemos como si se acabara el mundo.

—Hace un tiempo, un periodista recordaba que después de aquel exitazo de Otra Navidad en las trincheras, hicieron Barranco abajo. Como que de tan arriba solo se podía caer. ¿Puede pasar eso?

—¿Sabés que no? Desde Raro, o sea cuando abrimos este portal, solo ha sido un camino para arriba. La verdad, nos veo superestables.

—Aunque su público tiende a ser adolescente, los interpela con los pesares de su propia generación. ¿Cómo se consigue eso?

—Si vas atravesando todas las etapas del Cuarteto, la mayoría de nuestro público nos conoció siendo menor de 20 años. En los shows en cualquier lado de Latinoamérica, hoy el 80% del público es adolescente o menor de 20 años. Y pasó lo mismo con Otra Navidad en las Trincheras, con Raro o en los 80.

—¿Por qué eso?

—No sé. Es como una contradicción en sí misma. Me da la impresión de que por suerte ha ido cambiando la percepción de las nuevas generaciones con relación a todo y a la música en particular. Y el Cuarteto les sigue sonando como algo fresco, como algo que los representa o los llena de rebeldía, por más de que yo sigo escribiendo desde mi edad biológica y desde mi experiencia. Y vamos mucho a México, Colombia, Centroamérica, Perú, Chile, y los padres cuarentones rockeros nos conocen a través de los pibes.

—Van a estar contentos porque Puertas es su disco más rockero.

—Cierto, tiene canciones mucho más power.

—Y pensaba si ese sonido a rock de estadio que ha ganado su música tiene que ver con la masividad de sus shows y el trato más directo con el público.

—Sí. Ahora que estamos girando y tocando mucho, el Cuarteto se consolidó como una banda muy de cercanía con la gente. Y me da un input nuevo cuando empiezo a escribir canciones: me las imagino en el show. Eso antes capaz que no me pasaba tanto, pero ahora, si alguien nos escucha en Honduras, sabe que en algún momento caeremos por ahí. Entonces pienso cómo la canción que estoy escribiendo se meterá en ese show, si precisamos algo más rockero, más guitarrero o más tranquilo.

—O un auditorio coreando “Cara de nada” o “Ganaron los malos”...

—Tal cual.

—Eso lo hace como un nihilismo de masas. ¿No es medio contradictorio?

—Me encanta. Viene ya de unos cuantos discos. Una de las canciones de Lámina Once, “Maldito show”, para mí era la más irónica del disco, pero tuvo una relectura en vivo que me encanta. Se convirtió en un guiño con el público. Todos estamos cantando “maldito show” y somos parte de eso y sirve para distraernos, incluso para adoctrinarnos, como que estamos todos condenados a estar ahí.

—Estrenaron “Cara de nada”, una de las canciones de Puertas, en el Cosquín Rock local. ¿Cómo le fue?

-En los festivales es un riesgo altísimo, pero es una complicidad que a mí me gusta tener con nuestra gente.

—En ese sentido, ¿la recepción es la misma en todos lados, o hay temas que no funcionan en países distintos?

—El camino del Cuarteto en cada territorio siempre ha sido en paralelo. No ha habido ningún país al que llegamos y llenamos un estadio de la nada. Siempre hemos hecho como en Uruguay. Allá en los 80 empezamos en el under, fuimos subiendo de a poquito, sin estar nunca tanto en el mainstream. En México, igual: empezamos haciendo under en el DF, algún festival, fuimos tímidamente a otras ciudades, hicimos el Teatro Metropolitan -que es un poco como el Sodre-, después saltamos al Auditorio Nacional, que es un lugar divino, hermoso, para 13.000 personas. Y ahora vamos a estar en el Palacio de los Deportes, para más de 20.000.

—Y la gente siempre responde igual...

—Sí. Y también somos hiperconservadores. Armamos el setlist y muy difícilmente le cambiamos algo, hasta que lleguemos al Antel Arena en diciembre.

-¿Cómo se prepara una gira?

-Musicalmente, es el momento en que más ensayamos. Como decimos nosotros, empezamos a hacer los covers del Cuarteto. Es cuando más trabajamos. Y después está la renovación de la puesta en escena, porque es una gira nueva con disco nuevo y tiene su propio concepto visual, de vestuario.

—Es una etapa de mucha preparación.

—Y aparte, somos cada vez más los que viajamos: ¡esta vez vamos 14!

—En esta gira vuelven a incluir Berlín, por ejemplo. ¿Están haciendo el mismo proceso que hicieron en América Latina o es un público hispano?

-En España va mucho más público español que latino. También hemos estado en París, Londres y Berlín, y ahí obviamente son recintos más chicos porque no convocamos tanta gente, y hay eminentemente mucho público centroamericano. Van muchas veces con sus parejas o amigos locales, y estamos tocando y veo que la persona hispana le susurra en la oreja lo que estoy diciendo y se matan de risa. Está muy bien nuestra musicalidad, pero si te perdés el lenguaje, la chispa de las rimas y todo eso, falta algo.

—Pero no han buscado una carrera en esos lugares.

—No hemos puesto demasiado foco en los mercados no hispanos. Fuimos a Estados Unidos el año pasado, y ahora volvemos. Allí van un montón de profesores de español que usan las letras en sus clases. Uno de Alaska nos contó que las usaba como ejercicios a medida que avanzaba en los cursos. El nivel 1 es “Así soy yo”, el nivel 2 es “Ya no sé qué hacer conmigo”. Y le pregunté por “Contrapunto para humano y computadora” y me dijo: “¡Ese es el máster!” (se ríe).

Cuarteto20253985.jpg
Cuarteto de Nos

—Yendo a Puertas, todos sus discos tienen un concepto: el Gaucho Power, el apocalipsis zombie, las láminas de Rorschach en el último... ¿Esos conceptos son previos a la composición?

—Muy difícilmente se me ocurre un concepto de disco antes de empezar a escribirlo. Ahora salió de la canción “Puertas”, en el sentido de que al estar frente a una puerta siempre enfrentás una decisión -entrar, golpear, seguir de largo- y como seres humanos, somos un resumen de las decisiones que hemos tomado. Me interesó describir ese camino. Un viajero que va por un laberinto infinito de puertas, y ese catálogo de puertas y decisiones está en toda la canción. Me gustó ese concepto, que es muy simple, pero cuanto más lo hablás, más simbología te da. Y quedó muy bien reflejado en la tapa.

—Se cumplen 40 años del primer disco de la banda y pensé si mucho de lo que es como compositor ya no estaba ahí, entre la tristeza de “Totalmente normal” y la denuncia chistosa de “Cucos S.R.L.”.

—Nunca lo había pensado así. Me parece genial, porque marca dos caminos que capaz después se fueron perfeccionando.

—Me surgió cuando escuchaba la canción “Esplín”...

—¿Sabés cuándo descubrí por primera vez la palabra esplín?

—No sé. ¿Baudelaire? ¿“Cápsulas”, de Darnauchans?

—¡Exacto! Me encantaba la oscuridad de esa canción. Pero no había Google, y no entendía qué decía. Con el tiempo me encontré en el viejo Lobizón con el Darno, con quien siempre que nos cruzábamos, charlábamos un montón. Un día le digo: “¿Qué decís ahí?”. “Esplín, Roberto”, me dijo. “Ah claro”, le dije y desde entonces me quedó flotando, porque me encanta su sonoridad y que la gente no sepa lo que significa. La tenía anotada como una referencia, quizás porque sabía que en algún momento iba a hacer algo con ella.

—El narrador de sus canciones no es necesariamente usted, pero ¿siente ese esplín?

-No, pero me ha pasado sentir esa tristeza montevideana de domingo después del partido. Fue una de las canciones con las que más conectaron los más chicos porque están viviendo muchísimo eso. En los meet and greet nos pasa mucho: pibes que vienen y dicen cosas como “esta canción me salvó de un suicidio”, “esta letra me sacó de una depresión”, “se la pasé a un amigo que estaba por tomar una decisión drástica y lo hizo cambiar de idea”. Me pone la piel de gallina.

-A los 20 años de carrera se reciclaron y ya pasaron 20 años de esta “nueva etapa”. ¿Van a dar otro salto?

—Soy muy feliz con la evolución que hemos hecho. Estar viviendo el mejor momento de la banda ahora es una locura. Es raro. Rarísimo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Cuarteto de Nos

Te puede interesar