Fue un protagonista involuntario de una de las postales más memorables del último Cosquín Rock Uruguay. Eran las dos de la mañana en la Rural del Prado cuando La Mona Jiménez desató la euforia colectiva con una caótica, festiva y larguísima versión de "¿Quién se ha tomado todo el vino?", su himno indiscutido. Sobre el escenario estaban Rubén Rada, Juanse, José Palazzo (creador del festival) y Goyo Degano (de Bandalos Chinos). Entre ellos, casi por casualidad, se encontraba Justo Fernández Madero, cantante de Silvestre y la Naranja. Su banda había tocado horas antes, y la invitación a sumarse a ese aquelarre de figuras lo tomó por sorpresa. Era imposible negarse.
“Fue una flasheada”, le cuenta a El País al recordar aquella noche de abril. “Terminábamos una gira de un mes que pasó por México y Colombia. Teníamos una mezcla de cansancio y éxtasis porque al fin íbamos a volver a casa. Estábamos pasados de rosca y, de la nada, alguien me invita a subirme con la Mona. Estuvo divino”.
Lo que no menciona es que, en medio de la canción, Juanse trepó los andamios del escenario mientras La Mona, a los gritos, le exigía que bajara. A un costado, dos cajas de vino tinto circulaban de mano en mano entre los invitados.
Esa noche, el caos más puro del rock tuvo su epicentro en un show de cuarteto.
Su paso por el Cosquín Rock Uruguay fue, además, un momento bisagra para Silvestre y la Naranja. Tras concluir aquella gira de un mes, la banda se encontró en la casa de Lucas Grasso, el bajista del grupo, para idear su siguiente paso. Estaban listos para despedir a Sueño cítrico, el disco que les dejó hits como “Hechizao”, “Nunca te calmes” y “Amor sofá”, y que los consolidó como una de las propuestas más frescas del rock rioplatense.
“Cerramos todo su living, sacamos los sillones y armamos una especie de estudio para preproducir el álbum”, relata. Hasta ese momento, su propuesta se movía entre el rock de melodías pop y un swing de tintes funk y R&B, pero en esas sesiones dejaron salir su costado electrónico. “Es algo que nació en el vivo, que nos interpelaba en los shows y que veníamos tanteando en canciones como ‘Bailando a escondidas’”, cuenta.
La primera cosecha fue “Prisionero perfecto”, que estrenaron en su show agotado de noviembre en el estadio Obras de Buenos Aires. “La canción es un puente entre el Silvestre de los discos anteriores y el que se viene”, explica. “Es bien Silvestriana, pero también introduce elementos nuevos como el vocoder y un beat un poquito más electrónico”. El resultado es sumamente efectivo.
La semana pasada le llegó el turno a “Océano”, donde se meten de lleno en este nuevo sonido. La voz de Justo, que roza el falsette y transmite una sensualidad hija del R&B, se arropa por samples, loops, arpegiadores y un beat que se fusiona con los golpes certeros de la batería. “Océano”, con aires de hit instantáneo, es la inauguración de un sonido atrapante que les puede aportar aún más proyección en la escena.
Las dos canciones forman parte de Alter Ego, el disco que lanzarán el 8 de mayo, cuyo nombre no solo refleja otra faceta musical de la banda. “Al estar mucho en escenarios y tener que tener este papel de músico que da entrevistas, uno trata de dar una imagen que sea lo más sincera y transparente posible, pero a la vez no deja de generarse una especie de alter ego que no tiene por qué coincidir con la persona que sos realmente”, explica. “Cuando estás en un escenario, no importa si estás medio bajón u otra cosa, tenés que salir con todo”.
Mañana, el grupo debutará en el festival Medio y Medio con un espectáculo que no solamente demostrará la energía que define a sus shows, sino que incluirá el estreno en vivo de su nueva canción. “Vamos a tocar ‘Océano’ ahí, justo donde nace el océano”, dice, entre risas. Las entradas están a la venta en RedTickets y cuestan 1900 pesos.
“Estamos muy manijas”, cuenta el cantante, que está listo para un show que sellará el inicio de esta nueva etapa.