ESPECIAL QUÉ PASA 25 AÑOS

El debate que cambió la historia: 20 años del plebiscito de 1980

Seis hombres sentados en una mesa. Mucho humo. Dos por el Sí, dos por el No, dos moderadores. Fue el debate que cambió la historia del país.

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Por Gustavo Escanlar
Este informe se publicó originalmente el sábado 25 de noviembre de 2000

Noviembre de 1980. Faltaban pocos días para el plebiscito por la reforma constitucional. Se hablaba poco. Algunos actos en algunos cines que, inevitablemente, terminaban con disturbios y algunos presos.

Hasta que una noche, en Canal 4, debatieron Enrique Tarigo y Eduardo Pons Echeverry a favor del No y Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes a favor del Si. Para muchos fue el debate que cambió la historia. También lo recuerdan así sus protagonistas.

El 1° de noviembre de 1980 los diarios informaban que había quedado pronta la Constitución a plebiscitarse. El entonces presidente, Aparicio Méndez, dijo que en ella destacaban su “contenido moral y sentido democrático”. Se ponía en marcha el plebiscito.

El 2 de noviembre comenzó la campaña, abrumadora, a favor del Si. La nueva Constitución instituía, entre otras cosas, el Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), un órgano militar que tutelaría la democracia. Además, se autorizaban los allanamientos nocturnos y se creaba un Tribunal Político capaz de destituir autoridades partidarias.

Transmisión televisiva por el plebiscito de 1980
Transmisión televisiva por el plebiscito de 1980.
Foto: El País.

También se eliminaba la inamovilidad de los funcionarios públicos, se otorgaba la mayoría parlamentaria para el ganador de las elecciones, se eliminaba el doble voto simultáneo y obligaba a los partidos a presentarse con un único candidato a presidente.

Para Enrique Tarigo, uno de los más notorios defensores del No, no había nada que rescatar de aquel proyecto. "Esa constitución tenía una serie de defectos muy graves. Usted empezaba a examinar norma por norma y veía que en todas había un predominio de lo militar sobre lo civil. Pero más allá de la Constitución fue, en definitiva, un plebiscito contra el gobierno militar".

Tarigo había sido, hasta el momento, un profesor universitario. Era un ilustre desconocido para la inmensa mayoría de los uruguayos. Pocos sabían que escribía columnas en el diario El Día y la revista Noticias. En octubre de 1980 había comenzado a editar el semanario Opinar: con la inmensa mayoría de los políticos proscriptos, los vehementes artículos de Tarigo por el No comenzaron a transformarlo en un hombre conocido y popular.

QUÉ PASA

25 de noviembre de 2000

Este informe se publicó originalmente en el número 26 de Qué Pasa, a 20 años del debate sobre el plebiscito de 1980. Gustavo Escanlar reconstruye aquel debate emitido en canal 4 -así como el antes y el después-, el cual, muchos analizan, fue decisivo para el resultado final de la consulta, que terminaría alumbrando una salida hacia la democracia.

Cartelera del cine y la tele en 1980

En aquel noviembre de 1980 los cines montevideanos exhibían La jaula de las locas y Apocalypsis Now. El Luxor pasaba películas porno. La televi-sión todavía era en blanco y negro. Cacho de la Cruz y Alejandro Trotta presentaban Cante y Gane y Olmedo volvía loca a la Giménez tratando de enseñarle inglés. Silvio Soldán decía “un corte, una quebrada y enseguida volvemos” en Grandes Valores del Tango.

En Estados Unidos, Ronald Reagan conquistaba la presidencia apabullando a Jimmy Carter. En Polonia, Lech Walesa se oponía al régimen comunista liderando el sindicato Solidaridad. Una cosa se mantiene: el papa Juan Pablo II hacía “una apasionada defensa de la vida familiar”.

En Uruguay, en casi todas las tandas de la televisión se escuchaba el jingle: “sí por mi país, sí por mi Uruguay, sí por el progreso y sí por la paz, sí por el futuro vamos a votar sí por la grandeza, sí de mi Uruguay”. Todo el tiempo, a toda hora, en todos lados.

Cine en 1980
Cine en 1980.
Foto: El País.

El 6 de noviembre, el ministro del Interior, el general Manuel Núñez, afirmó que habría "libertad de acción" para el Si y para el No, que "no se pusieron condiciones a la propaganda por el No" porque "de lo contrario, todo sería una farsa".

Ese mismo jueves, Canal 12 puso al aire, en el programa Diálogo, a seis constitucionalistas hablando de la reforma proyectada. Si bien el programa, tuvo formato de debate, el programa sólo presentó opiniones a favor del Sí.

Carlos Giacosa recuerda lo duro que era tratar de hacer periodismo entonces. “Aquello no era periodismo. Estábamos acostumbrados a la autocensura. Todo el tiempo nos preguntábamos hasta dónde ir: no estaba nada claro. Si bien se había dicho que se podía hacer propaganda para un lado y para el otro, ese mensaje nunca se dio con demasiada fuerza. Los medios de comunicación estaban un poco aletargados y un poco expectantes a ver qué pasaba, quién daba el puntapié inicial para jugarse. Evidentemente se necesitaba una confrontación y había que buscarla. Y lo hicimos nosotros”.

El viernes 14, el debate se anunció a través de un aviso publicitario en El País: "El 30, usted debe optar. El plebiscito exige su respuesta: por SI o por NO al proyecto de reforma constitucional. Canal 4 debate el tema “En Profundidad”. Sería ese mismo día, a las 21.30. En lugar de los Viernes Espectaculares, que ese día iba a pasar una película con Olivia Newton-John, estarían seis señores alrededor de una mesa.

El debate de 1980

Cuatro personas iban a confrontar sus ideas, algo que no sucedía en la televisión uruguaya desde hacía siete años y medio, sin tomar en cuenta las nunca suprimidas polémicas futbolísticas. Por el Sí, dos abogados, un civil y un militar. Y por el No, otros dos abogados, uno blanco y otro colorado.

Por el Partido Colorado, Tarigo era un nombre cantado”, recuerda Giacosa. "Por el Partido Nacional, primero se eligió a Fernando Oliú, pero a último momento Oliú dijo que no, no sé por qué. Y salió a la luz el nombre de Pons Echeverry".

Gonzalo Aguirre recuerda que Oliú fue vetado por el gobierno militar. Cuenta que en aquel momento “el Partido Nacional funcionaba en forma de triunvirato integrado por Carlos Julio Pereyra, Dardo Ortiz y Jorge Silveira Zabala. Oliú y yo actuábamos como secretarios y muy a menudo aparecía Juan Pivel Devoto. Estábamos reunidos en la casa de Alembert Vaz cuando nos llegó la versión de que, por decisión del gobierno, Oliú estaba vetado para el debate. Había que improvisar a alguien. Entonces Pivel Devoto sugirió a Pons Echeverry. Hubo varios que se opusieron, pero al final, como tampoco había nadie para enviar, terminó yendo él”.

Tarigo recuerda que no vio a Pons Echeverry antes del debate, por lo que no pudieron ponerse de acuerdo respecto a cómo encararlo. “No nos pudimos preparar. Unos días antes Oliú me había llamado y habíamos quedado en reunirnos una tarde en mi estudio para combinar la estrategia. Pero esa misma tarde me llamó muy cortado, muy seco, y me dijo: 'mi partido ha resuelto nombrar otra persona en lugar mío. Cuando le pregunté quién era, me dijo 'no sé ni me interesa'. De manera que yo no sabía quién iba a ir hasta que llegué al canal".

El debate se hizo en un estudio de Canal 4 a las nueve de la mañana. A la hora señalada ya estaban todos los protagonistas menos uno. Pons Echeverry demoraba en llegar. Estaba pronto el estudio, las luces, los micrófonos y las cámaras, pero Pons no llegaba. Bolentini fumaba un habano. Tarigo y Giacosa un cigarrillo detrás de otro. Pero Pons no llegaba. Al fin llegó, a las diez de la mañana, con una hora de retraso y pidiendo disculpas. "Miren, yo no soy madrugador, además anoche tuve una garufa y me acosté muy tarde, discúlpenme".

Debate de 1980
Debate de 1980.

Apenas se sentó Pons Echeverry, comenzó el debate. Antes que se encendieran las cámaras, Bolentini apagó el habano. “Coronel, ¿por qué lo apaga?”, preguntó Tarigo. “Queda mal”, contestó Bolentini. “Mire que le digo en cámaras que lo vuelva a encender”, dijo Tarigo. “Ah, no, eh... Nada de golpes bajos”. Bolentini aguantó un bloque, pero en el segundo comenzó a pedirle cigarillos a Pons Echeverry.

La memoria traiciona a los protagonistas sobre el día y la hora del debate. Recuerdan que fue de mañana, pero mientras Giacosa dice que fue el mismo día, Tarigo afirma que se grabó el miércoles 12, dos días antes de la emisión. Mientras Giacosa afirma que “el debate se hizo muy cercano a la hora de ponerlo al aire, para evitar problemas posteriores”, Tarigo dice que “se grabó un miércoles y se emitió un viernes. Según mi versión, el Canal 4 se asustó y lo llevó a la Dirección Nacional de Relaciones Públicas (Dinarp), que dudó si autorizarlo o no. Pero el canal había hecho mucha publicidad los días anteriores. Resolvieron autorizarlo”.

Quien podría confirmar esa versión, Hugo Romay, dueño de Canal 4, no quiso hacer declaraciones para esta nota. "Ya no se acuerda de aquella época", afirmó su secretaria.

Lo cierto es que el debate se emitió. Antes, recuerda Tarigo, "pusieron media hora con propaganda con todas las cosas que habían pasado en el país: ómnibus incendiados, el ataque al club de Golf...".

Giacosa, en cambio, sostiene que el debate “fue promocionado sólo lateralmente, porque teníamos que evitar cualquier tipo de problemas. Una promoción anticipada era un riesgo. Y lo importante era salir”. También afirma que, además, no fue visto antes de ser emitido por ningún integrante del gobierno. “Hay una falsa creencia. En esos años, la Dinarp actuaba después, nunca antes. Nunca me preguntaban qué iba a hacer o qué iba a decir en el informativo, pero según lo que dijera llamaban después a Hugo Romay, el dueño del canal. Pero siempre después, nunca antes. Además, hubo un compromiso de todos los que participaban de que lo que saliera de ese encuentro iba a ser grabado y no se tocaba. Y estaba Bolentini garantizando que el debate salía".

Tarigo: "No justifica"

Hubo sorteo para decidir quién comenzaba a hablar. Tarigo fue el encargado de romper el fuego. Y lo hizo con artillería pesada. Giacosa le preguntó si en aras de conseguir la tan demorada apertura democrática no se justificaba votar por Sí. Ese era el argumento de la mayoría de los medios de prensa y de los políticos que apoyaban la nueva constitución.

Pero Tarigo, sin dudar, respondió: “no, no lo justifica”.

“Lo que hay aquí, más que una nueva etapa que permita la democracia, es -y ayer el general Rapela lo dijo de manera muy clara- que el gobierno cívico-militar cede algunas de sus potestades a los representantes legítimos del pueblo. Eso quiere decir a mi juicio también que este gobierno cívico-mi-litar va a ser seguido por un gobierno cívico-militar".

En el estudio sólo estaban los tres camarógrafos, un ayudante de piso y dos guardaespaldas del coronel Bolentini, que fue el segundo en hablar. Su exposición duró más de cuatro minutos y se refirió, fundamentalmente, al pasado y a la acción guerrillera de los tupamaros.

Mientras Bolentini trataba de justificar la intervención de los militares en el gobierno, Tarigo le pidió a Giacosa que lo cortara porque la argumentación estaba excediendo el tiempo pactado. Tarigo hizo el típico gesto de las tijeras con los dos dedos. Bolentini lo vio y comenzó a discutir con Tarigo.

“¿Quiere que corte, doctor?”, le dijo, algo alterado.

“No, no, por favor...”, contestó sorprendido Tarigo.

Bolentini y Tarigo continuaron dialogando ante dos sorprendidos y callados Giacosa y Asadur Vaneskaian, el otro moderador. Pons Echeverry sonreía. Viana Reyes seguía callado.

“Si usted quiere que corte yo corto”, insistía Bolentini.

“No. Quiero que tengamos un espacio parejo todos, nada más”, insistía Tarigo.

-Muy bien. Entonces el espacio parejo mío queda terminado aquí...

-No, no, por favor...

-...ante estas manifestaciones del doctor que yo entiendo...

-...no, no, coronel, yo le hice una seña al...

-...su seña es ilustrativa y yo soy respetuoso...

...yo pido que tengamos un espacio parejo todos. Si a usted le dan una hora que me den una hora a mí. Si a usted le dan tres horas que me den tres horas a mí.

-Doctor, no me importa que le den dos horas o tres horas. A mí lo que me importa es que me deje terminar mi idea...

-...pero perfecto, cómo no...

-...y mi idea no la puedo terminar si no hago el raconto de los hechos porque esta constitución no viene de la luna. Esta constitución no fue hecha por ningún iluminado. Esta constitución es una respuesta que podrá ser criticada como han sido criticadas todas las constituciones que ha tenido este país... Yo prefiero no explicar nada, prefiero dejar trunca la explicación...

-...coronel, continúela, por favor. Hágame el favor, continúela...

-No. La dejo trunca con mucho gusto porque no quiero abusar en ningún sentido del doctor. Pero sí una cosa muy clara: hoy, ciudadano, al juzgar la constitución, piense en lo de ayer. Y cuando le dicen que lo de ayer era muy bueno o eficaz piense lo que nos pasó, que esa realidad no la creó las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas no crearon el fenómeno para intervenir. El fenómeno surgió por el vacío de poder y por la incapacidad de gobernar. Y por el desmembramiento de los partidos políticos que dejaron de hacer fuerza porque perdieron la fe del electorado. Y así, en esa pérdida de fe del electorado, salió el Frente Amplio. Si no no hubiera surgido, o por lo menos con esa fuerza con que apareció en un solo período electoral.

Plebiscito de 1980
Plebiscito de 1980.
Foto: El País.

En cuanto al modo de moderar el debate, Giacosa afirma que “la idea era tratar de no levantar el tono de la cosa y de no participar demasiado. A mayor participación mayor responsabilidad. Lo nuestro tenía que ser, en lo posible, el silencio y permitir el debate”.

"El ambiente era pesado", recuerda Giacosa. "Eso se nota al ver el debate. No hubo groserías, pero sí hubo posiciones de peso. Bolentini se limitaba a contar por qué llegaron los militares al poder, marcando lo que nadie negaba, que existieron en un momento determinado una cantidad de equivocaciones del poder político que terminaron fracturando el sistema. Y Tarigo era quien tenía todo el estudio del tema, muy sólido, muy criterioso, muy fuer- te, con mucha vehemencia pero nunca grosero. Había algo que se cortaba en el aire, un enfrentamiento ideológico serio”.

Paralogismos

Antes que hablaran Viana Reyes y Pons Echeverry, Tarigo le contestó a Bolentini: "Si viviera Vaz Ferreira calificaría la intervención del coronel Bolentini como un paralogismo de falsa posición (...) Vamos a analizar la Constitución, no vamos a remontarnos al año 62 o 68. Haya pasado lo que haya pasado en aquella época, esta Constitución puede ser buena o puede ser mala. Puede ser buena o puede ser horrorosa. Yo creo que es horrorosa.

El debate se exhibió en un solo bloque, sin comerciales. "No los justificaba. Los cortes hubieran sido ofensivos. No se podía lucrar con algo que se entendía era tan importante. Y qué lío si el gobierno ponía propaganda por el sí”, dice Giacosa.

Uno de los momentos más recordados fue cuando Pons Echeverry comparó a los civiles que colaboraron con el gobierno militar con los rinocerontes de la obra de Ionesco: "no va a haber nunca un divorcio entre las Fuerzas Armadas y los civiles, porque siempre hay civiles que aceptan la supremacía. Habrá civiles que no la aceptan, pero siempre hay civiles que la aceptan. O sea, recordando la pieza de teatro de Ionesco, siempre hay rinocerontes. Siempre. Por consiguiente, el gobierno militar no se va a ver aislado de los civiles, porque siempre hay rinocerontes".

"¿Políticos?", preguntó Giacosa ante el silencio y el estupor del resto de los istas.

"Sí. Políticos y no políticos", contestó Pons Echeverry, y agregó luego que, según su criterio, el presidente que podría salir con aquella constitución sería un militar o "un civil que no le digo nada".

Y remató su osadía con una sonora carcajada.

Plebiscito de 1980
Plebiscito de 1980
Foto: El País.

“Pons Echeverry jugó con muchas actitudes, marcó cosas que hicieron enojar a Bolentini”, recuerda Giacosa.

Luego que Pons Echeverry mencionara a los rinocerontes, Bolentini, midiéndose, comenzó a hablar. "Yo, con todo el respeto que usted me merece, y dentro de la relatividad con que hemos mantenido los calificativos, dentro de nuestra oposición, yo digo, me resisto a itir el calificativo de rinoceronte para todos los civiles que han entendido que su función patriótica era colaborar con las Fuerzas Armadas". "Nos han dicho cosas peores", dijo riendo Viana Reyes para distender.

"Si los políticos son corruptos, los colaboradores pueden ser rinocerontes. Coronel, no hay que enojarse por eso", intentó Tarigo. "Yo no me enojo. Si yo no me estoy enojando por mí, si yo no soy civil. Yo soy militar... Mi conciencia se rebela contra ese calificativo de rinoceronte a todos los civiles que han colaborado en este momento crítico, en este gobierno cívico-militar".

-Mire que yo no dije a todos los civiles. Yo dije siempre hay rinocerontes.

-Bueno, ¿pero dónde están? Son los que colaboran.

-No. Pueden colaborar por convicción, sin ser rinocerontes.

-Ah, quiere decir que no todos son rinocerontes. Ah, bueno, ahora sí.

-No todos los políticos eran corruptos.

-Siempre los hay.

-Siempre los hay.

“Rinocerontes fascistas”

El dramaturgo rumano Eugène Ionesco, el padre del teatro del absurdo, escribió su obra Rinocerontes en 1959. En ella, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida social de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de los habitantes de la ciudad. En la pieza, el totalitarismo es la enfermedad que transforma a los humanos en rinocerontes.

Ionesco explicó que “el propósito de la pieza ha sido describir el proceso de la nazificación de un país, así como el desarraigo de aquel que, naturalmente alérgico al contagio, asiste a la metamorfosis mental de su colectividad… El nazismo ha sido, en gran parte, entre las dos guerras, una invención de intelectuales, ideólogos y semi-intelectuales que la han propagado. Eran rinocerontes. Son, más que la masa, una identidad de masa. No piensan, recitan eslóganes ‘intelectuales’… ¿Cómo puede uno comunicarse con un tigre, con una cobra, cómo convencer a un lobo, a un rinoceronte para que lo comprenda, para que lo respete, en qué lengua hablarles?”.

La obra había sido representada en Montevideo durante 1980.

"A Pons Etcheverry casi lo llevan en andas"

Los que llevaron la voz cantante en el debate fueron Tarigo y Bolentini. Giacosa recuerda que “el que no participa o participa muy poco es Viana Reyes, que en las conversaciones de mayor tono lo deja a Bolentini porque tiene una fuerza mayor para defender las cosas. Igualmente, Pons le deja la derecha a Tarigo, porque Tarigo tenía en ese momento un trabajo previo sobre la Constitución mucho más profundo".

Viana Reyes no quiso hacer declaraciones. “Yo abandoné la escena pública”, se excusó.

El dueño de los dardos más irónicos fue Pons Echeverry. "Parecería que uno al estar por el No es comunista o subversivo o le gustaba lo anterior. No. En primer lugar, yo no soy tupamaro ni comunista ni socialista ni demócrata cristiano. Soy nacionalista, blanco, tirando a la derecha, y voto por el No". Bolentini lucía cada vez más despeinado.

Gonzalo Aguirre dice que el debate fue "la cosa más graciosa que vi en mi vida. La importancia de Pons Echeverry fue fundamental porque a partir d de ese momento se vio que se le podía tomar el pelo a los militares, ironizar sobre ellos. Su actuación fue importantísima, fue impactante por su desparpajo. La de Tarigo también, pero por otros carriles. A Pons Echeverry casi lo llevan preso por ese debate. Pero el domingo, cuando llegó al hipódromo -era presidente del Jockey Club, todos lo felicitaban. Casi lo llevan en andas".

Según recuerda Aguirre, a Bolentini sus colegas "casi le hacen un tribunal de honor por haber aceptado participar en el debate. Al final, por ocho votos contra siete de la junta de generales no se lo hicieron".

Comunistas

Una de las cosas que más sorprendió a Bolentini fue cuando Tarigo comparó la Constitución propuesta por los militares con “la Constitución de los países comunistas. Porque establece lo que ellos llaman la centralización del poder, el centralismo democrático. Establece la verticalidad de un

Poder Ejecutivo poderoso”. Y agregó, para rematar: “si yo fuera comunista yo votaría por esta Constitución. Voto esta Constitución que establece este poder autoritario concentrado en el Poder Ejecutivo y después, como soy comunista, trato de infiltrar al Ejército. ¿Por qué el comunismo no puede un día infiltrar al Ejército?... Con esta

Constitución y con un ejército infiltrado por el comunismo tenemos en este país el régimen más comunista y más perfecto. Sin subversión, sin guerra y sin nada. Esta es una Constitución totalitaria. Esta es una Constitución apta o para un partido fascista o para un partido comunista. Pero no me sirve a mí que no soy ni fascista ni comunista. ¿ No me sirve a mí que soy colorado y que soy demócrata y que soy liberal. Y por eso la voy a votar por no".

Mientras Tarigo hablaba, Bolentini aceptaba otro cigarrillo de Pons Echeverry.

“Les dieron el pesto”

Visto hoy, el debate es mucho más duro que los actuales. Mucho más teniendo en cuenta el momento que se vivía. “Nosotros nos sorprendimos como si fuéramos televidentes, porque hacía muchos años que no escuchábamos políticos enfrentándose", dice Giacosa.

Al final, Tarigo rescata una anécdota. Ocurrió al finalizar el debate y fue la señal de que habían ganado.

“Viana Reyes, como era el último que hablaba, se guardó para responder una serie de cosas que nosotros habíamos dicho en bloques anteriores, lo cual no nos parecía correcto porque no nos daba posibilidad de responder. Terminó el debate, y cuando nos levantamos yo lo agarré de un brazo a Giacosa y me le quejé. Le dije esto no es limpio, no es justo, este hombre aprovechó y metió una serie de cosas que no tuvimos posibilidad de contestar. Y uno de los tiras que acompañaba a Bolentini me agarró y me dijo 'no se preocupe, doctor, que les dieron el pesto. Entonces dije bueno, esto es el colmo. ¡Hasta el tira de Bolentini está con nosotros!”.

Transmisión por el plebiscito del 80
Transmisión por el plebiscito del 80

Inmediatamente después del debate, cambiaron muchas cosas, según recuerdan sus protagonistas. Giacosa dice que el debate “marcó realmente un antes y un después. La apertura fue inmediata. Fue como correr una al cortina. Al otro día las radios, la televisión, los diarios, fueron otra cosa. Empezaron las polémicas, la gente decía todo lo que quería, hablaba en la calle si le preguntaban... Lo digo con mucho orgullo”.

El debate fue fundamental para el triunfo del No. Así lo recordaron varios de los consultados, en nota aparte, sobre los acontecimientos de aquel noviembre de 1980.

Tarigo también lo cree, aunque demoró unos años en darse cuenta. “Me fui dando cuenta de la importancia que tuvo ese debate con el correr del tiempo, cuando fui al interior en giras electorales y mucha gente me hablaba de aquel debate, y de lo que yo le había dicho a Bolentini. Habían pasado los años y la gente lo recitaba como si lo hubiera oído la noche anterior".

Después del debate

Dos días antes del plebiscito, un comunicado de “el Señor Presidente de la República y la Junta de Oficiales de la Nación” anunciaba que “si el propósito nefasto de los políticos sancionados tuviera éxito y la Constitución no resultara aprobada tendrán que asumir ante la historia la responsabilidad de impulsar al país quien sabe por cuánto tiempo más por situaciones de emergencia, privando a la República de la institucionalidad imprescindible para encarar las dificultades del futuro". Aunque el comunicado sonaba desesperado, las encuestas seguían diciendo que ganaría el Si: Gallup pronosticaba que lo haría con un 60% de los votos.

Tarigo recuerda que un diplomático extranjero, partidario de la oposición política, le preguntó con temor antes de la votación: “¿No irán a perder por mucho, no? Porque eso sería nefasto”. Era una posibilidad.

El 30 de noviembre estaba nublado y ventoso. El fervor por votar fue tal que a las cinco de la mañana ya había gente en las colas. Pero en las filas, la gente casi no hablaba. No había pancartas, ni carteles, ni banderas. Gonzalo Aguirre comenzó a mirar el escrutinio de los votos en el circuito ubicado en el cine Pocitos. "Empezaron a salir papeletas del No y nosotros empezamos a reírnos y a festejar en silencio. A eso de las diez de la noche nos enteramos que ganó el No. Terminamos festejando en la casa de Dardo Ortiz hasta las cuatro de la mañana. Al otro día, en 25 de mayo entre Treinta y Tres e Ituzaingó, todos los abogados saludaban a Tarigo”.

RESULTADO

57,2% para el No

Fue rechazado el proyecto para la reforma de la Constitución”, decían los titulares de los diarios el 1° de diciembre de 1980. La participación electoral en el plebiscito fue del 86,6%. Votaron 1.652.294 personas. El No recibió el 57,2% de los votos emitidos, con 945.176 votos. El Si, el 42,7%, con 707.118 votos. El No ganó en 11 departamentos: Montevideo, Canelones, Maldonado, Cerro Largo, Salto, Paysandú, Río Negro, Colonia, San José, Florida y Durazno. En los restantes ocho venció el Si.
La mayor victoria del No se produjo en Paysandú, con el 66,4% de los votos. La mayor victoria del Sí fue en Rivera, con el 63,9%.

ENTREVISTA

Tarigo: "Lo de los desaparecidos es un problema un poco exagerado"

L.H.
-¿Cómo ve a Uruguay 20 años después?

-Veinte años después usted ve un país democrático funcionando, con las dificultades y los problemas inherentes a la vida colectiva. No fueron 20 años de maravilla, pero fueron 20 años de absoluta libertad, de democracia. No hay nadie que haya sido preso injustamente, castigado, torturado, o destituido arbitrariamente.

-¿Cuál es la principal cosa que todavía no se logró en estos 20 años?

-Falta cultura democrática. Aprender que gobernar no es sencillo, que hay cosas que no se hacen no porque los gobiernos sean malvados, sino porque son difíciles de hacer.

-Usted, al asumir como vicepresidente, dijo que se había comprado un revólver que guardaba en un cajón por si en algún momento tenía que defender la democracia. ¿Existía el riesgo real a un nuevo golpe?

-Había que decirlo. Habíamos conquistado algo y no estábamos dispuestos a perderlo porque sí. Alguien tenía que pararse un poco y decir que si volvían a insistir íbamos a pelear. Que no fuera tan fácil entrar al Parlamento y avasallarlo, que todos los diputados y senadores hagan un discurso y media hora antes de que lleguen los tanques se vayan a la casa. Alguien tenía que quedarse a enfrentarlos si volvía a pasar. Alguien que pegue cuatro tiros, aunque después le peguen 25. Irnos callados, como se fueron en el 73, no. El 10 de marzo de 1985 yo no estaba seguro de si duraríamos cinco años. Cualquier cosa que hiciéramos podía molestar a los militares. E hicimos muchas. La primera fue la Ley de Amnistía, el 8 de marzo. Ocho días después de instalado el gobierno democrático, amnistiar a todos los tupamaros presos era un desafío, una mojada de oreja. No sabíamos cómo podían reaccionar los militares.

-¿La ley de caducidad fue inevitable?

-Fue la única solución sensata. Si existiera una computadora al servicio del derecho, que diera la condena automáticamente, no estaría mal haberlos juzgado a todos. Pero como no existe, un juicio a los militares se hubiera arrastrado años, y hubiéramos vivido un carnaval judicial durante esos años de transición. Creo que fue una solución sabia. Hay cosas que no se pueden evitar: el gobierno militar fueron 12 años en la historia de Uruguay. Fue así, negarlo es imposible. Cuando se sale de esas cosas, se tiene el porvenir por delante. No vamos a andar llevándole cuentas a la historia.

-¿Y los desaparecidos?

-Ese es otro tema. Para mí es un problema un poco exagerado. Yo comprendo el profundo dolor de la gente que le desapareció un familiar, pero ya hace 20 años. Naturalmente, los desaparecidos murieron, a nadie se le va a ocurrir que están presos o escondidos en una cárcel secreta. Es tristísimo, espantoso, pero son cosas que pasan. Un país no puede pararse para reclamar lo que quizá no pueda esclarecerse. Porque los que saben no lo van a decir. ¿Qué se va a hacer? ¿Los va a someter a la tortura para que digan dónde están los desaparecidos?

OPINIONES

“Solo Pons podía faltarles el respeto”

Pablo Millor – “El debate no lo vi, pero por lo que me contaron, fue decisivo. Sin restar méritos a quienes hablaron a favor del Si, es evidente que quienes defendieron el No tuvieron una actuación brillante. Hasta a mí, que defendía la posición contraria, me hizo gracia lo de los rinocerontes”. El debate además demostró la incidencia de los medios masivos de comunicación. La campaña fue ejemplar. Los que estábamos movilizados, éramos muy pocos porque éramos muy pocos los que no estábamos proscriptos. A mí me habían mandado a un acto en Flores -donde luego ganó el Si- y al llegar encontré un acto en plena calle, con banderas coloradas. Me sentí orgulloso de mi país. Luego fui a Salto, donde estaba lleno de carteles del No, y también me sentí orgulloso, porque demostraba que los partidarios del No también podían expresarse. Fue la primera vez en la historia que un gobierno no democrático convocó un plebiscito, perdió y reconoció limpiamente que lo había perdido. Para mí, la opción del Sí era una salida sin traumas hacia la democracia. Y hasta tal punto lo era, que el gobierno, que había fijado una fecha para el retorno a la democracia si ganaba el Sí, luego de la votación fijó otra fecha y la cumplió. Creo que la victoria del No atrasó en tres años el regreso a la democracia. Se hubiera podido lograr antes, con una constitución mala, sí, pero un gobierno democrático hubiera podido reformarla luego".

Alberto Zumarán - "Lo viví con mucha expectativa. Estaba en mi casa, en permanente o telefónico con el interior, porque me había tocado coordinar a los delegados de mesa. Sobre el mediodía ya se veía que en la frontera la cosa iba a estar difícil, pero en el sur parecía que iba a ganar el No. Al menos se notaba que íbamos a hacer un papel bastante decoroso. Recuerdo que a medianoche me asomé a 18 de Julio y estaba absolutamente desierto, no había ni un alma, el silencio era impresionante. La ciudadanía festejó en silencio, fue algo conmovedor. Del debate, lo que más recuerdo fueron aquellas frases terribles de Pons Etcheverry, como la de los rinocerontes'. Sólo él podía faltarles así el respeto, de una manera que no era como para que se enojaran. Ese debate fue muy importante para que ganara el No. También fue importante un acto que organizamos en el cine Cordón. Como había tanta gente, algunos salimos a la vereda y vino la policía a caballo a dispersamos. Terminaron con caballos y todo adentro del hall del cine".

Mauricio Rosencof - "Fue un día inolvidable, a pesar del estado de incomunicación en el que estaba. En aquel momento Pepe (Mujica), el Nato (Fernández Huidobro) y yo estábamos presos en el cuartel de Infantería de Treinta y Tres. Nos habían hecho celdas nuevas, lo que suena muy bonito pero no era tan así, porque eran de dos metros por uno, sin ventilación, y vivíamos en un estado constante de asma y humedad. Pero ellos conversaban y nosotros, cada uno en su celda, nos íbamos enterando de lo que pasaba. Con el Ñato, con quien nos comunicábamos a golpes de nudillo, sabíamos que la mano venía brava. Al atardecer, cuando empezaron a llegar los primeros resultados -que eran de localidades como Vergara, donde había ganado el Sí-, se notaba la alegría, la soberbia. Pero después siguieron llegando las cifras, en la radio a pila que tenían, y al anochecer en el cuartel había un silencio total. Solamente tres personas -que no nos vimos las caras en todo ese año, separados por paredes de ladrillos- sonreíamos y pensábamos que pueblo oriental era el pueblo oriental".

Eduardo de la Peña - "Recuerdo haber votado pero no mucho más. Estábamos concentrados con la selección, porque estábamos por jugar el Mundialito, y no sé si le prestamos mucha atención".

Julia Amoretti - "Fue inolvidable. Recuerdo la clandestinidad con que teníamos que hablar del tema. Los autos, aunque no Ilovía, iban con el parabrisas prendido, como diciendo 'No, no'. Mi esposo (el diputado Guillermo Chifflet) no podía votar. Mi hija más chica garabateó en un papel -que aún conservamos- unos peces de colores, con la leyenda 'Hasta los peces votan por No'. La actitud que teníamos todos era de esperanza, pero parecía imposible ganar, después de una campaña en la que no se pudo hacer publicidad por el No, mientras que durante semanas enteras se mostró una propaganda por el Sí totalmente mentirosa. Vi el debate, y me parecía mentira escuchar gente que hablaba con tanta valentía, con tanto arrojo, a favor del No”.

 Victor Hugo Morales - "Estaba de viaje. Me enteré de que había ganado el No a través del teléfono. Recuerdo que estaba en un hotel de Madrid y bajé las escaleras gritándole la buena nueva a mi esposa, que estaba en la recepción, sin saber que allí había una persona que era algo así como agregado militar de la embajada uruguaya en España. Yo vi que un señor me miraba sin decir nada. Después me explicaron quién era..."

Mario Delgado Aparaín - "Lo que más recuerdo es que todo el mundo sonreía. Como no se podía hablar, la sonrisa era como un código de comunicación que todos entendían, era como decir: 'los jodimos'. En esa época, yo trabajaba como periodista. Ese día me levanté muy temprano y fui a tomar mate y escuchar onda corta con los corresponsales de las agencias extranjeras. Era como un ritual: poníamos radio Netherland y ahí nos enterábamos de noticias sobre nosotros mismos que se filtraban al exterior a través de las agencias. Ví el debate por televisión. Bolentini defendía lo indefendible. Y un hombre que despertaba cierta antipatía, como era Pons Etcheverry, ese día se reconcilió con la gente, porque representó brillantemente el sentir popular. Sobre todo, con esa acusación tan valiente, en cámaras, de 'rinocerontes', en alusión a la obra de lonesco".

Orlando Pettinatti - "Me acuerdo de que todos en mi casa fueron a votar menos yo, que tenía 12 años y era el único menor de la familia. Ellos votaron y a mí me 'botaron'. No tenía demasiada noción de lo que estaba pasando, de la importancia que tenía el momento para el país -me refiero a Uruguay, no al diario- pero indudablemente se sentía que algo estaba cambiando, se notaba cierto aire de democracia y también empezaban a sonar ciertos nombres que podían liderar la transición. Tengo un vago recuerdo -lo mío es todo vago- de algunas declaraciones de Bolentini que generaban polémica, pero no recuerdo haber visto el debate".

Alberto Volonté - "De ese día tengo los mejores recuerdos. Fue la demostración de la libertad de conciencia de los uruguayos. Pese al bombardeo publicitario, el pueblo supo distinguir muy bien cuáles eran los intereses de la nación. Hay que reconocer, también, el papel de Nicolás Storace, que desde la presidencia de la Corte Electoral dio garantías de que el escrutinio sería un ejemplo de transparencia y pureza. Ese día me di cuenta de que, si había un pueblo independiente y democrático, era el uruguayo. Yo en ese entonces era abogado del BPS -que en ese entonces se llamaba Dirección General de la Seguridad Social- y me tocó ser presidente de una mesa de votación, en el hall del cine Liberty. En esa mesa, como en la mayoría, ganó el No en forma aplastante. La gente iba a votar tranquila, callada, pero bastaba con verles la cara para saber lo que votaban. Vi el debate, como todo el mundo. De ese debate no se olvidanadie. Entre las ironías de Pons Echeverry y la sapiencia legal de Tarigo, los argumentos esgrimidos por Bolentini quedaron totalmente descalificados".

Luis A. Lacalle - "Fue una campaña muy difícil, porque había una prohibición de la publicidad por el No, y la gente estaba atemoriazada. Un grupo de ciudadanos, autodenominados 'Herreristas por No', hizo un manifiesto y nadie quería publicarlo. Yo estaba proscripto. Recuerdo que hicimos una campaña indirecta, pegábamos en los autos unas letras recortadas a mano, que decían 'No' al revés, para que el conductor de adelante las viera por el retrovisor. Después de la votación nadie pudo festejar, pero de todos modos fue una muestra de madurez, inteligencia y coraje cívico de los uruguayos. Y la dictadura uruguaya debe haber sido una de las pocas en el mundo que reconoció limpiamente el resultado de una votación".

Gabriel Peluffo - "Yo estaba en el liceo, tenía 15 años. Me acuerdo del temor a que ganara el Si, la gente que caminaba por la calle y se saludaba y se sonreía, la calentura porque no había habido casi publicidad por el No. Recuerdo los papeles que circulaban clandestinamente explicando por qué había que votar por No, y de aquella especie de código que había para hablar, diciendo las cosas de manera indirecta".

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