Un saludo tímido y el inicio del viaje como tantos otros en una aplicación de transporte con Sergio al volante. “Intento mantener un perfil bajo porque a veces hay gente que se lo toma mal”, confiesa. Con el paso de los minutos y tras la confesión de la profesión de quien escribe, se anima y afirma: “¿Sabías que yo soy futbolista? Souza es mi apellido”. Inmediatamente recuerdos de un delantero de pequeña estatura, pero de mucha habilidad con la camiseta de River Plate -dirigido por Juan Ramón Carrasco y alcanzando las semifinales de la Copa Sudamericana 2009- aparecieron como flashes: “Claro que sí, el Mota”, replica el periodista.

El viaje, que estaba cerca de llegar a su fin, abrió la puerta a la posibilidad de una nueva charla que días después se concretó para finalizar en esta nota.

“Tuve dos experiencias al volante”, manifiesta en diálogo con Ovación. “La primera fue mientras jugaba en Rampla en 2015. El club estaba en una situación financiera complicada y yo entré de chofer en un ómnibus. Tuve que salir a buscar plata afuera, como le pasa a muchos jugadores, y me acuerdo que era un sacrificio enorme. Le pedía disculpas a mis compañeros porque a veces llegaba a los entrenamientos con pocas horas de sueño o tarde, pero el fin de semana cumplía, hacía goles o jugaba 90 minutos en un Rampla que salió campeón de la B”, ite.

Foto: Darwin Borrelli.

El título y el rendimiento derivó en un llamado especial que era para jugar en el Santa Tecla de El Salvador junto al Loco Abreu: “Fueron cinco meses donde Sebastián me ayudó mucho. Es un líder nato y lo que aprendí de él fue un montón. Era muy compañero, me prestaba la camioneta para pasear por El Salvador y fue uno de los que me ayudó con los pasajes para que pueda ir mi familia y son detalles muy lindos. En la cancha era muy exigente porque después de entrenar con el grupo, entrenaba con un profe particular”.

Pero esa experiencia se terminó: “Cuando vuelvo a Montevideo sentí que me perdieron un poco el hilo, no se sigue mucho el fútbol de Centroamérica, no saben si estás jugando y en realidad yo jugaba profesionalmente, me cuidaba, jugaba hasta incluso más partidos que acá”.

Foto: Archivo El País.

Y ahí, al revés que en la cancha, pasó a estar atrás del volante. “Cuando volví no surgía nada, pero como tenía libreta profesional comencé a ser conductor de aplicaciones y así estoy desde 2016. Prefería no perder la plata que ahorré en El Salvador al no tener equipo y entendía que era una buena manera de mantener un ingreso”, sostiene.

“En el ómnibus me tocó mil veces que me reconocieran y me recordaran aquel River y en el auto también, el otro día se subió un compañero mío de la Cuarta División de Villa Española”, comenta entre risas.

Foto: Estefanía Leal.

“A la vez que laburaba, veía si podía jugar al fútbol. Jugué en Miramar, me surgió ir a Guatemala dos veces y cuando volvía seguía trabajando, lo hacía a la par”, afirma quien trabaja junto a sus representantes Gerardo Vonder Putten y Miguel Lavié y que tuvo pasajes en los últimos años por Terremoto y Paso de la Arena y que se encuentra con el teléfono prendido a la espera de ofertas para jugar en este 2025.

“Quiero seguir jugando porque puedo y porque me gusta estar en la cancha. Me motiva mucho y que la propuesta sea grande me motiva más. Quiero demostrarle a muchos de los que no creyeron en mí que en mayo cumplo 40 años, pero puedo seguir activo. No tengo en mi cabeza retirarme todavía porque me siento bien físicamente”, sostiene.

Foto: Marcos Arraspide.

Mientras se ilusiona con volver a las canchas dirige al “Gente de Bien”, un club amateur de fútbol femenino ya que cuenta con Licencia C de entrenador y tiene como meta alcanzar la B. “Hay una vida después del fútbol porque la carrera es corta. Encontré algo que me gusta y me ayuda”, reflexiona el Mota: un delantero con conducción.