“Me pidió una foto Pacheco, ¿podrás creer?”, le dice un joven veinteañero a otro, con el que enseguida encuentra risas de complicidad. Antonio Pacheco llama la atención en el Polideportivo Carrasco desde el primer momento y, ni bien termina de jugar, una ronda de fotografías, videos y autógrafos lo invade y retrasa algunos minutos el partido previsto para la hora siguiente.
Un hombre que vive en la calle y que de casualidad pasa por allí, nota que algo extraño sucede y se queda a monitorear la escena. Su reacción va más allá y supera el entusiasmo de todos los adolescentes que estaban embobados mirando fijamente a sus ídolos, a la espera del video para redes.
“Muchas gracias por tantas alegrías. Y perdón por tan poco. Me sacabas del infierno cada vez que iba. Por vos fui feliz. Se te extraña una cantidad”, se anima a decirle, después de pensarla una, dos y tres veces hasta hablarle, después de que terminara esta entrevista con Ovación.
Pacheco, aunque cree que no es “relevante” su participación en un torneo de fútbol siete amateur, les sigue el juego a todos y, pese a la derrota en el debut con La Coloña FC, pone su mejor cara y los comentarios de su amigo, Álvaro Recoba, cada tanto le roban una sonrisa.
Con el entrenador Jeremía Recoba ausente por estar abocado a Nacional, Santiago Medina (hijo del Cacique) tomó las riendas del cuadro, que, para ganar, tiene que “correr más”, según el Chino. “No hay misterio. Si ustedes quieren jugar al ritmo nuestro, imposible. Vos parece que tuvieras 45 años”, le dice, un poco en broma, un poco en serio, a uno de los chiquilines jóvenes.

Tan competitivos como estudiosos, este grupo de exfutbolistas que está integrado por el propio Recoba, Rafael García, Diego Polenta, Diego Perrone, Omar Pérez y a los que se sumará mañana Sebastián Abreu, se roba la atención en cada presentación de este humilde campeonato, que, pese a su carácter de amateur, sorprende por su cantidad de equipos (más de 300), organización y diversidad de horarios.
“Hay cuadros cholulos y otros que les juegan a morir porque se polentean”, le cuenta a Ovación uno de los organizadores.
-Pasaron dos meses desde que se terminó tu ciclo en Wanderers. ¿Cuánto te costó desconectar de la rutina?
-Cuesta desconectar, lógico, pero te cambia el día a día. Ya no estás todo el tiempo planificando, armando, entrenando, y de un día para el otro prácticamente volvés a la rutina anterior. El fútbol tiene estas cosas. Nosotros, a mi criterio, hicimos un muy buen trabajo. En el momento que agarramos, el equipo estaba en una situación compleja, cerca del descenso, y terminamos clasificando a Copa en nuestro primer año dirigiendo. Estuvimos a dos minutos de jugar una final en el Intermedio y la cabeza la apoyamos con tranquilidad en la almohada.

-¿Te quedaste con gusto a poder seguir?
-Eso no depende nunca de uno, pero te puedo hablar de nuestro trabajo y decirte que nos quedamos con ganas de más. En este caso, creo que el resultado no tuvo que ver porque, más allá de que se habían puesto todas las energías en pasar la Sudamericana, fuimos a penales y uno iba a tener que fallar para que siguiera el otro. En el primer tiempo de ese partido tuvimos más chances y en el segundo se emparejó. Esa vez no nos tocó a nosotros, lamentablemente, y después se tomó una decisión que no era esperada para nada. Fijate que los últimos cuatro partidos en el Apertura los jugamos contra Plaza, Liverpool, Racing y Juventud, que son los que están peleando el campeonato. No puedo valorar solo cuatro partidos porque sería injusto para todo el trabajo que se había hecho. Eso queda para los que toman decisiones.
-¿Seguís mirando fútbol? ¿Qué te gusta mirar?
-Sí, de todo. Más allá de no estar en el día a día del trabajo, seguimos juntándonos con el cuerpo técnico, mirando entrenamientos y queriendo reforzar lo que pénsabamos antes. Estamos esperando, con tranquilidad y con el respeto que se merecen los entrenadores que están trabajando, la posibilidad de volver a entrenar.
-Jugás ahora con Polenta en un equipo amateur, pero la cercanía de ustedes quedó marcada el día que le diste un abrazo. ¿De dónde viene?
-Fuimos colegas en su momento y ellos venían de una situación muy dramática y dolorosa. Fue para mostrarle el apoyo, decirle que estábamos para tender una mano. Estaban viviendo una situación que no era para nada feliz. Lo de Juan (Izquierdo) fue un momento doloroso para todo el fútbol uruguayo.
-¿La gente no sabe separar los colores del lado humano?
-¿Sabés qué pasa? Cuesta en función de las personas. Al final del día esto es fútbol y el que mejor se prepare o tenga la fortuna de hacer más goles, ganará. Pero no es el fin del mundo. Hay un tema social de fondo, aunque muchas veces el fútbol es un reflejo de la sociedad. No es una justificación, pero pasan cosas en el día a día que hacen que la situación a veces se acompleje cuando no debería ser así.
-¿Cómo vivías un clásico? ¿Entrabas sintiéndote ganador?
-Tuve la suerte de quedar en la historia por ser el que más clásicos ganó en el profesionalismo. Pero fue debido a mis compañeros. Eso es indudable. Si bien tengo la marca yo y me siento recontraorgulloso de eso, es porque estuve mucho tiempo en el club, me fue bien y gané muchos títulos que hicieron que pudiera jugar esa cantidad de clásicos.
-¿Te ves dirigiendo a Peñarol en un futuro?
-Obviamente que todo el que empieza una carrera y entrena lo tiene como anhelo. Y más en mi caso por ser lugar que me crie. Pero eso no depende de uno; hay múltiples factores.
-¿Te ves reflejado en algún jugador de la actualidad?
-Es un fútbol diferente al de antes. Se juega con una dinámica distinta y ya no ves a los mismos jugadores. ¿Comparar? Difícil. Nadie es igual al otro...
-¿Pero podrías jugar en este fútbol?
-Creo que los de ahora jugarían antes y los de antes jugarían ahora. Sin dudas. Vos estás en un momento en el que se juega de esa manera y te adoptás a esa forma. Pero el que juega, juega siempre.
-Vamos con un ping pong: ¿el jugador que más te sorprendió afuera de la cancha?
-Con el Chino (Recoba) somos como hermanos. Tenemos una relación fantástica pero porque él, en su momento, cuando fui a Italia, tuvo una forma de recibirme espectacular, la cual forjó esta amistad que tenemos.
-¿Uno que recordás por cómo te entendía?
-Hubo muchos: Zalayeta, el Pato Aguilera, el Petete Correa, Carlitos Bueno, Pablo Bengoechea. Tuve la suerte de jugar con muchos.
-¿El que más te haya complicado marcándote?
-Con esa sí que me ganaste, eh. No sabría decirte...
-Defimine a Peñarol en una palabra.
-¿En una palabra? Es difícil en una palabra... Es mi vida porque yo me crie ahí, casi que la mitad de mi vida la pasé en el club y, obviamente, que es parte de lo que tuve desde niño.
-¿Y al fútbol?
-Mi pasión.
-¿Cuál dirías que fue tu mayor descubrimiento como DT?
-Sería injusto si nombrara a uno solo del año que estuve en Wanderers. Tuvimos la suerte de subir a varios chicos jóvenes, a los que hicimos debutar. Esteban Crucci fue un jugador que nosotros vimos rápidamente y ojalá que él, Mateo Acosta y todos los otros chicos que también subimos tengan una gran carrera porque se lo merecen.
-¿Con qué te estresás más? ¿Siendo jugador o dirigiendo?
-Es difícil. Yo creo que con las dos. Cuando la pasión te puede, no hay momento de relajación, entonces estás permanentemente viviendo fútbol.
-¿Lo de las medias cortas y los zapatos negros era una cábala?
-No, se dio así. Primero, porque en la época en que jugábamos nosotros no había tantos colores. Segundo, porque me gustaban y porque, aparte, me quedaban cómodos los zapatos que usaba, que eran Umbro y siempre los trataba de elegir sobrios. Me gustaban así. Y las medias... no sé. No me gustaba usar canilleras y era obligatorio, entonces usaba chicas y me las ponía justo a la altura de las canilleras.
-¿Qué sentiste cuando Rodrigo Romano te bautizó con el apodo del Genio que frota la lámpara?
-Quedé muy agradecido. También con (Roberto) Moar, por el apodo de los dibujitos animados. El fútbol tuvo siempre muchísimo respeto conmigo. Cuando hablan así de uno siempre es motivo de felicidad, pero también hablaron de otra manera, je.