La dura noticia del fallecimiento de Manga me trajo a la memoria infinidad de recuerdos y de inolvidables alegrías de una de las más exitosas épocas del glorioso Club Nacional.
Y parafraseando lo que expresa una frase de la famosa canción el Club Gigante, con Manga se me junta la infancia con la historia y la gloria de Nacional, así de fuerte es el sentimiento y así de imborrables son la vivencias de una etapa inolvidable, en la que el estupendo arquero brasileño escribió con letras de oro su paso por el club tricolor.
Infinidad de recuerdos, comenzando por su primera consagración de Campeón Uruguayo en 1969 disfrutándola junto a mi familia desde la Olímpica en un empate clásico, en una inhóspita noche. Conquista que abría ese excepcional y glorioso período que se extendió hasta 1972 destacándose la obtención de la primera Libertadores, del Campeonato del Mundo, (que lo viví desde la Colombes) y la posterior conquista de la Interamericana, Copa que coronaba al auténtico campeón de toda América. Período de triunfos y récords, como el que se mantiene hasta hoy, el de los 16 clásicos invictos.
Y Manga fue un baluarte, un actor fundamental en todas esas conquistas. Un arquero que impresionaba a sus rivales, con talento, garra y coraje, junto a una personalidad avasallante.