El invento mató al inventor

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La decisión de la fiscal Sandra Fleitas de solicitar a la justicia la imputación del exsenador Charles Carrera ha generado una tormenta política. Una tormenta que muestra, una vez más por si hacía falta, cómo el invento se ha vuelto en contra del inventor.

La fiscal Fleitas ha elevado la apuesta de su predecesora Porteiro, al pedir que se impute a Carrera por fraude, falsificación ideológica de documento público y utilización indebida de información privilegiada. Vale recordar que Porteiro solo analizaba pedir la formalización por el delito de abuso de funciones. Un detalle interesante de todo esto, es que Carrera ya había pedido a la fiscal general que removiera a Porteiro de su causa, por entender que no le daba garantías. Ahora anuncia que quiere hacer lo mismo con Fleitas.

Si tomamos en cuenta los antecedentes de Carrera en otros casos judiciales mediáticos de los que ha sido protagonista, como el de las truculentas denuncias de corrupción en el puerto de Montevideo, archivadas por dos fiscales distintos, la conclusión es que al exsenador no le viene bien nadie de Fiscalía.

La realidad es que el problema de fondo, o más bien los problemas de fondo aquí son dos.

Primero, la judicialización de la política, algo en lo que el Frente Amplio tiene el dudoso honor de ser el pionero en nuestro país. Insistiendo en llevar a la justicia cualquier cosa, incluyendo casos obvios de decisiones políticas, cuya sanción en el peor de los casos debería ser política, o sea, por los ciudadanos en las urnas. Y no judicial.

¿Y por qué ha hecho esto el Frente Amplio? Por una cuestión de fondo básica. Que con el cambio del proceso penal, alcanza con que un fiscal tenga la convicción personal de que hay un delito, para que al imputado se le inicie un proceso que en muchos casos implica una sanción en si mismo. Si con el procesos anterior la vida y honra de una persona estaba en manos de un solo juez, y eso era negativo, hoy está en manos de un fiscal, con menos formación, y que requiere menos prueba para pedir la imputación. O sea, menos garantías por donde se mira.

Claro que esto para el Frente Amplio implicaba una ventaja particular. Al haber logrado colocar como primer fiscal general de este nuevo proceso al Dr. Jorge Díaz, que hoy se sabe bien que es uno de los principales operadores políticos del Frente Amplio, ese partido tenía la convicción de que la fiscalía estaba gestionada de manera amistosa con sus intereses. Y así ocurrió durante mucho tiempo.

Pero si bien hubo un trabajo fino en la línea de politizar la fiscalía con determinado sesgo, forzando al retiro de quienes no eran proclives a ciertas miradas, y promoviendo a otros que sí lo eran, hubo profesionales en esa repartición que se mantuvieron fieles a su función.

Esto es lo que está costando tanto al exsenador Carrera, que especulaba con definiciones fiscales amistosas con sus intereses, pese a lo cual las cosas no parecen ir de acuerdo a sus intenciones. Seamos claros, no hay ninguna duda de que Carrera se extralimitó en sus potestades jerárquicas para conceder un beneficio irregular a un ciudadano afectado por un exceso policial. Y también, que este pedido de imputación, luce exagerado en vistas de la información de público conocimiento. A lo que hay que sumar que la fiscal Fleitas fue notoriamente postergada en tiempos de Díaz, con quien se lleva muy mal.

Eso sí, menos mal que a Carrera no le tocó la fiscal que trató el caso de Besozzi en Soriano, porque con su criterio “técnico” tal vez le estaban pidiendo 20 años de cárcel.

Pero volviendo al tema del inicio, este es otro caso donde un invento político perjudica al que lo instauró, pensando que ello le daba una ventaja particular. Podemos recordar el tema de la ley de violencia basada en género, y toda la prédica aquella del feminismo integrista, a la que tanto aire dio el Frente Amplio. Eso hasta que quien se vio afectado fue su candidato presidencial en la última campaña, víctima de una denuncia sin ningún sustento. Pero que de seguir las prácticas propias de esa visión, hubiera sido crucificado.

O el usar un tono insultante y soez en el intercambio político. Que el Frente Amplio festejaba cuando de forma disruptiva lo hacían sus dirigentes, pero que ahora se duelen con una sensibilidad de damisela de novela decimonónica, cuando es usado en su contra.

La causa contra Carrera tiene mucho por delante. Pero tal vez sirva para que algunos se den cuenta que festejar injusticias cuando les pasan a otros, les inhibe luego de solicitar simpatía popular, cuando los golpea a ellos.

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