No es endosable

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El Directorio es una pieza importante para el mejor desempeño del Partido Nacional. El Directorio dirige al Partido pero para funcionar bien, para cumplir con ese rol de dirigir, debe tener el oído muy cerca de la vida partidaria. La postergación de la renovación del Directorio fue una decisión de cúpula, atendiendo problemas de los dirigentes, y que la masa partidaria recibió con perplejidad.

En estos días, finalmente, se están moviendo las cosas en orden a la renovación del Directorio; hay dirigentes que están manifestando disposición y deseo respecto a ocupar su Presidencia. Pero en el Partido se da una situación particular o extraordinaria: el poder político real no está, y no quiere estar, en la estructura del poder institucional, es decir, el Directorio. Esto es inusual; el capital político no es endosable.

Se conocen varios aspirantes para presidir el Directorio, (cuerpo que se encontraría en la extraña situación mencionada más arriba). Está, por un lado, Álvaro Delgado, también Javier García y, por último el senador Heber, quien ha hecho pública esa aspiración en una conferencia de prensa.

En dicha conferencia de prensa Heber ha explicitado que, para dar mayor consistencia a su candidatura, él se compromete a dos cosas: a renunciar a su banca en el Senado y renunciar también a una eventual candidatura presidencial para las próximas elecciones nacionales. Ese compromiso a no ser (ni senador ni futuro candidato) no ha sido replicado explícitamente por los otros aspirantes o candidatos, pero hay algo en el aire que deja la impresión de que un compromiso de esa naturaleza estuviera “subyacente o sobrevolante” según aquella vieja y conocida fórmula de los tiempos de salida de la dictadura (que quiere decir que sí).

A la masa partidaria le parece -y con cierta razón- muy extraño que se convoque el apoyo partidario asegurando en primera instancia lo que NO se va a hacer, antes de explayarse en lo que sí se piensa hacer durante la eventual gestión. El peso político, el prestigio necesario para que los blancos acepten ser dirigidos, se gana -y se conserva- en la batalla política desplegada en los campos políticos: eso generalmente quiere decir, los cargos electivos. El Directorio, por otra parte, es un órgano de quince , los cuales eligen entre sí quién será su Presidente. Todos tienen la misma condición: ¿tendrían que renunciar todos a sus bancas?

La idea de que el cargo de presidente del Directorio deba ser de dedicación exclusiva -full time, que le dicen- tampoco tiene un fundamento consistente. La noción de full time refiere más bien a una característica burocrática.

Lo que necesariamente tienen que tener tanto los quince del cuerpo como el presidente del Directorio es el alma cautivada por el ideal partidario, por su historia, por sus héroes, sus leyendas y hasta sus canciones, (como lo tienen tantos militantes blancos). Y lucir una autoridad personal adquirida en las batallas políticas.

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