El miércoles el gobierno decidió de nuevo no seguir el informe técnico de la Ursea. Con un petróleo que pasó de un promedio de 75 dólares durante 2024 a poco más de 63, parece que es una decisión política ya tomada utilizar el precio de los combustibles como herramienta de recaudación.
No olvidemos un dato impactante. En el anterior gobierno del Frente Amplio el petróleo se desplomó desde más de 100 dólares el barril a un promedio algo mayor a 50. En ese contexto los precios al público apenas se enteraron de aquel desplome, y los uruguayos pagaron la simpática cifra de 1780 millones de dólares de sobreprecio en los cinco años.
Para reafirmar la presunción de que Ancap volverá a ser un instrumento de aumento de impuestos encubiertos, el presidente Orsi, junto a la ministra Cardona y la presidenta de Ancap Cecilia San Román, hicieron una puesta en escena bastante llamativa. En conferencia de prensa y con caras de compungido anunció que en 2024 Ancap tuvo 118 millones de pérdida. Un dato al que le falta contexto: la parada de la refinería por mantenimiento, parada que se realiza cada 5 años. En particular, en el 2024 llevó el doble de tiempo por medidas sindicales.
El monopolio de Ancap es una de las tantas barreras a la competencia que perjudican a las grandes mayorías. Barreras que prohíben importar para beneficiar a algunos miles de empresarios y trabajadores (públicos y privados) perjudicando a tres millones de uruguayos. Probablemente la prohibición de importar combustibles es la más emblemática. Regulación que somete a todo el Uruguay al humor del gobierno de turno para acceder a un bien imprescindible. Cada peso que el gobierno decide cobrar por encima del razonable (que sin mejor alternativa debemos tomar el precio PPI publicado por Ursea) es un peso adicional de costo que debe abonar el sector productivo y un peso menos que cuentan las familias.
No es otra cosa que un aumento de impuestos encubierto, pero uno de mala calidad. Los economistas podemos tener distintas preferencias sobre el nivel óptimo de carga tributaria, pero tenemos un acuerdo bastante general en que hay impuestos mejores o peores. Básicamente hay impuestos más regresivos y/o más distorsivos que otros. La recaudación a través de tarifas públicas con sobrecostos tiene los dos defectos, es un costo que enfrentan en mayor proporción los más pobres y además distorsiona de forma significativa el proceso económico inflando los costos.
Al igual que en 2015, un nuevo gobierno del Frente Amplio vuelve a comenzar con una caída global del precio del petróleo. Al igual que en 2015 parecería que los uruguayos no vamos a disfrutar de la caída de precios de los combustibles que está ocurriendo en casi todo el mundo. La duda pendiente es si, al igual que en aquel período, esto será una perla más de un largo collar de pequeñas correcciones fiscales como también fueron los cambios en la liquidación del IRAE, ajustes en el IRPF, o aumentos de UTE por encima de lo necesario. Esperemos que no, porque como decía el exministro Danilo Astori: “la carga tributaria está en un límite que no conviene aumentar”.