Dos temas saldados

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Dos temas que dieron mucho que hablar el año pasado, quedarán fuera de la agenda por largo rato. Sobre ellos quiero aportar en mis reflexiones “del día después” y me refiero a las dos propuestas llevadas a consulta popular y que salieron derrotadas.

Una fue la idea de reformar la Constitución para incorporar la posibilidad del allanamiento nocturno, la otra fue la propuesta para incluir en la Constitución que se baje la edad jubilatoria (de 65 a 60) y se eliminen las Afap. Por esa vía se liquidaba la ley aprobada por el gobierno de la Coalición que se ponía al día con una solución delicada y largamente postergada.

La opción de proponer cambios mediante la consulta popular es un mecanismo previsto por la Constitución pero en ciertas ocasiones puede resultar un camino tajante. Eso fue lo que buscó Marcelo Abdala y sus sindicalistas. No solo derogar la ley jubilatoria sino imponer mediante una reforma constitucional (lo cual hace que cualquier modificación en el futuro sea más rígida), normas que iban en la dirección contraria.

Cuando se recurre a la consulta popular casi no hay debate, solo una campaña para persuadir a la gente a optar por una u otra salida, sin matices. Por eso, quien gana lo hace todo a la ancho del terreno y salda de una buena vez por todas, el asunto cuestionado. Ya está, no hay más que decir, el soberano habló.

Las dos reformas llevadas a plebiscito ya habían sido planteadas en anteriores instancias. A poco de haberse promulgado la ley que creaba las Afap en 1995, la central sindical quiso reunir firmas para derogarla. No llegaron al número necesario aunque igual las presentaron a la Corte Electoral como si de verdad las tuvieran. Enseguida saltó que había un cantidad relevante que eran duplicadas y truchas. Una vergüenza.

También Jorge Larrañaga quiso reformar, sin suerte, la Constitución en 2019 para incluir lo del allanamiento nocturno. La consulta realizada este fin de año fue el segundo intento.

Por lo tanto, no queda más por decir. Hubo un rechazo rotundo a las dos propuestas y pese a que el FA tiene una compulsión a volver sobre discusiones ya liquidadas, deberá aceptar que el tema está cerrado. Y agradecer, eso sí, el resultado en el caso del plebiscito jubilatorio: le quita un tremendo problema de encima. No tendrá que asumir el precio político de una solución que era ineludible como en su momento lo dijeron Astori y Mujica.

El electorado sí lo tuvo claro y dio una muestra de gran madurez. Trabajar 5 años más para jubilarse no es algo grato para mucha gente. Pero el sentido común indicaba que cualquier otra salida llevaría al desastre. Más del 60% optó por no apoyar esa reforma: la edad se mantiene en 65 años y las Afap siguen funcionando. El pronunciamiento fue inequívoco, pero eso no significa que la dirigencia sindical, lo acepte.

Hubo muy buenos argumentos para defender el allanamiento nocturno, entre ellos el que sostenía que esa medida se aplicaba en países de clara matriz democrática por realizarse con todas las garantías. Si bien no era una solución mágica, con la reforma se le otorgaban mejores instrumentos a la Policía para enfrentar el narcotráfico.

De todos modos, no era un voto fácil. Por buenas que fueran las razones, se trataba de modificar el capítulo de la Constitución que marca cuales son los derechos, libertades y garantías esenciales de los individuos y eso no es algo que pueda ni deba cambiarse todos los días.

Con los mismos argumentos en otra oportunidad se podrá decir que como método eficaz para combatir a las bandas narco, es crucial reformar el artículo que habla de las garantías del debido proceso o restringir el artículo sobre la libertad de expresión y de prensa para ser más eficaces en la lucha contra la droga. O sea, limitar con razones muy bien fundamentadas y ante una realidad apremiante, derechos y libertades que son la base de una Constitución democrática. Si hoy es fácil modificar un determinado artículo, mañana también lo será para otro. Y cuando se quiera saber, nuestras libertades terminarán sofocadas y nuestros derechos reprimidos.

No creo que este razonamiento haya predominado en muchos de los que no acompañaron la reforma, pero me consta que estuvo presente en algunas personas que, con reservas, sí la votaron.

De todos modos, en los dos casos y puestos ante un dilema en blanco y negro, la gente se pronunció en forma clara. Una consulta nunca ite matices. No corresponde a nadie hacer subjetivas interpretaciones de lo que ese voto quiso expresar. Es evidente en su solo pronunciamiento.

No tiene sentido volver sobre ellos. Es una discusión, como dije líneas arriba, saldada por mucho tiempo. Ya está, a otra cosa. Hay nuevas prioridades que preocupan a la gente y urge atenderlas.

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