Biblioteca como síntoma

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A primera vista, cerrar la Biblioteca Nacional fue una decisión tomada por su nueva istración y cae dentro del ámbito de competencias del Ministerio de Educación y Cultura y del gobierno.

Pero, lo más preocupante es que el episodio es el síntoma de una crisis cultural más profunda en nuestra sociedad. Es esta quien elige a sus representantes y quien debería seguir su gestión mucho más de cerca. La medida excede la agenda política y es un síntoma de una indiferencia, para llamarla de alguna forma, por los valores básicos y la cultura que sirven de fundamento a la nación. Tutelar esos valores no es un acto de romanticismo sino un ejercicio del más racional realismo político.

En la definición de Renan, la esencia de una nación es inmaterial, es un alma, “un principio espiritual” con dos elementos inseparables: el pasado y el presente. “La nación, escribió, como el individuo, es el resultado de un largo pasado de esfuerzos, de sacrificios y de desvelos”, y de la voluntad compartida de “querer seguir haciéndolas aún”. Para el historiador francés ello significa, “Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho grandes cosas juntos, querer seguir haciéndolas aún, he ahí las condiciones esenciales para ser un pueblo. “Es decir, tener memoria. Podríamos agregar un tercer elemento: el futuro. La nación supone la voluntad de trabajar en conjunto para construir un destino compartido.

Para esa perspectiva, la construcción de una nación es una tarea cultural permanente, de largo plazo, que debe involucrar a todos sus .

La Biblioteca Nacional, como custodio de la memoria, forma parte de ese proceso.

Es una de las instituciones más antiguas de nuestro país; su origen se encuentra en la Biblioteca Pública de Montevideo inaugurada en 1816, durante la efímera Provincia Oriental artiguista. La institución no solamente es “el foco en que se reconcentran las luces más brillantes, que se han esparcido por los sabios de todos los países”, como dijo Larrañaga en su Oración Inaugural (que puede ser consultada en el sitio de la Biblioteca Nacional: bibliotecadigital.bibna.gub.uy), sino también un testigo clave de nuestra historia y un elemento que actúa como soporte material y espiritual de nuestra conciencia de nación.

En su Oración Inaugural, uno de los primeros impresos de nuestro país, Larrañaga expresó: la “apertura de esta BIBLIOTECA PÚBLICA, como una parte de vuestras fiestas, eleva este pueblo a un rango tan alto de gloria que tiene muy pocos ejemplares en la historia literaria de las naciones”. Y expresó la confianza de que los “ilustres Orientales”, “por lo privilegiado de vuestros talentos y por vuestra incesante aplicación haréis ver al orbe literario, que, en las regiones del Sud de América, no solo se encuentran los únicos verdaderos gigantes en el cuerpo, sino también en el ingenio y en el espíritu”. Frente a la gloria de las armas, Larrañaga resalta la importancia de la gloria del conocimiento.

No es por un capricho elitista que las naciones más cultas - no necesariamente las más ricas - invierten recursos en fortalecer y desarrollar sus bibliotecas nacionales como instituciones que concentran, organizan y distribuyen el saber en el seno de su sociedad y como símbolos de su sentido de nación y del nivel de su cultura.

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