Algo huele mal

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¿Por dónde? Por todos lados. Los traspiés del gobierno han sido tempraneros: serios, peligrosos, ignorando la propia Constitución. Funcionarios de primer nivel que han debido renunciar y por cosas feas que hicieron muy difícil soportar el rechazo de los ciudadanos. Alguna se mantiene en Colonización; es increíble. En todos los casos huele a esquives a la Constitución, a poner lo político por sobre lo jurídico -lo que obligan la Constitución y las leyes (además de la ética)- a un afán por “la toma real del poder”. Además también huele, y mucho, a nepotismo.

En eso el gobierno de Orsi ha sido torpe. En lo que sí ha sido hábil es en materia de “humaredas”. Todo aquello, muy serio y que no podría echarse en bolsillo roto, ha pasado a segundo plano: con la designación de las “dos embajadoras”, el tema de Medio Oriente más la Caja de Profesionales van tapando las tempranas irregularidades.

Mientras, la oposición hace agua. Me aseguran sí que están orejeando con más cuidado la Cancillería -a cuyo titular “lo sacaron de la Galera”, me dijo uno de ahí-: vino con anuncios de apurar el “caso Marset” (el blanco es Lacalle Pou), actitudes y anuncios marcando un cambio de política en el Medio Oriente que alentaron y provocaron, en un juego combinado quizás, la alarmante declaración del Frente Amplio en la que hasta se llega a acusar a Israel de ser la que amenaza la suerte y la vida de los rehenes. ¿Qué rehenes? ¿Los que los terroristas tras asesinar a 1200 personas, en tierras de Israel (mujeres, niños, jóvenes, civiles, muy pocos soldados) se los trajeron como botín para testimonio permanente de la barbarie y el odio?

Lo de las embajadoras no habría que endilgárselo a la Cancilleria: fue idea de Orsi o de gente muy cercana.

Con ese avance contra los partidos históricos quedó claro que aquello de política de Estado, diálogo y cortesía, es puro cuento. Lo de Carolina Ache no se justifica, por donde se le mire, pero podría explicarse un poco (el paso de Bustillo por la Cancillería fue nefasto). Lo de Beatriz Argimón ni siquiera es explicable. Aceptó un cargo político y de particular confianza del Frente Amplio, sin consultar a nadie de su partido. Ni al expresidente: ¡hay que ver cómo lo ningunean a Lacalle Pou!, ni Delgado le consultó para “la fórmula” ni su vice le dijo de esta embajada. Ni tampoco consultó al Directorio, del que ella fue militante presidenta. ¿Cómo habrá sido? ¿Orsi le dijo esto es para vos, pero no como blanca, no se lo digas a tu gente, o algo así? O le preguntó sobre si no tendría problemas con el partido. Y qué le habría respondido ella: me importa un bledo o yo lo arreglo con Delgado o se van a calentar pero al final me votan la venia. Dicen que no consultó al expresidente porque sabía que este le decía que no agarrara. Y esto lo dicen fuentes muy cercanas a Lacalle Pou.

Los blancos se recalentaron, pero le van dar su beneplácito final. Dijeron cosas duras. Será una embajadora del Frente dijo Javier García pero, en conclusión, con venia de los blancos. Los colorados han reaccionado mejor; el caso es más fácil de resolver, es cierto.

Los nacionalistas además de estar más divididos de lo que parece, no aciertan. Está por un lado esa prescindencia del líder, hasta ahora muy descansado en los laureles, lo que no dura para siempre, y por otro, la elección del Directorio. ¡Qué berenjenal!

La autocrítica se posterga.

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