En uno más de sus cíclicos vaivenes económicos, Argentina pasó en apenas 12 meses de tener precios muy baratos medidos en dólares a volverse cara otra vez. Ese abrupto cambio de escenario ha venido reconfigurando las expectativas en distintos sectores, entre ellos el turismo.
A contramano del todavía bajo nivel de reservas para la próxima temporada de verano en destinos turísticos de Argentina, se espera un aluvión de viajes al exterior, mayoritariamente a Brasil y Chile, impulsados por la fortaleza del peso argentino.
“Hoy la demanda está concentrada en paquetes a Brasil por sobre los destinos locales. Los precios en Argentina son una locura”, dijo a El País Beatriz Almeyda, vendedora de la agencia de turismo ATI Viajes, en Buenos Aires.
“Por ejemplo, el alquiler de una carpa en una playa de Mar del Plata está en 50.000 pesos argentinios (unos US$ 45) por día, un valor muy alto para un país en recesión y con caída del consumo. Con el costo de ir cinco días a Mar del Plata se puede ir una semana a Florianópolis, transporte incluido. El panorama cambió completamente en unos meses y el cliente argentino se adapta rápido a todo”, explicó Almeyda.
El comienzo
El súbito encarecimiento en dólares de Argentina comenzó tras el cambio de gobierno en diciembre del año pasado. Con un combo conformado por el mantenimiento del cepo cambiario, el cierre de las canillas de emisión monetaria, la intervención del Banco Central en los mercados paralelos y el lanzamiento de un muy generoso blanqueo de capitales, el gobierno de Javier Milei logró el objetivo de planchar a los tipos de cambio financieros, además del oficial.

Los dólares MEP y Contado con Liquidación acumulan subas de apenas un 5% con respecto a diciembre del año pasado, un alza que corre muy por detrás de la inflación superior al 160% registrada en el mismo período.
Ese brusco aumento de los precios en dólares revirtió en menos de un año el escenario de la Argentina barata que atraía a turistas extranjeros, mayoritariamente de los países limítrofes.
Éxodo argentino
Lejos de aquel boom que fue liderado por los uruguayos, ahora el éxodo es protagonizado por los argentinos que cruzan al exterior. En octubre pasado, mientras el número de turistas que arribaron a Argentina cayó 30,3% interanual, el flujo de residentes argentinos que viajaron a otros países creció 24,7%, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Esas salidas fueron impulsadas por los viajes a Chile —en octubre saltaron 98,6% interanual—, y a Brasil, con un crecimiento del 31,6%.
Todo indica que esas tendencias se profundizarán en el verano. Mientras en Florianópolis se puede alquilar un departamento de dos ambientes con precios que parten de unos US$ 250 por semana, el valor piso de un alojamiento similar en Mar del Plata es de casi el doble.

La distancia es aún mayor con relación a destinos más exclusivos: mientras en Pinamar el precio del alquiler de un departamento de dos ambientes varía de US$ 600 a US$ 1.200 por semana, en Cariló ronda en promedio los US$ 1.400.
También es amplia la brecha de precios con ciudades balnearias de Chile. En localidades como La Serena y Coquimbo el valor de departamentos frente al mar oscila entre US$ 200 y US$ 500 por semana.
Disparidad de precios
Además de sus playas, otro de los grandes atractivos de Chile para los argentinos pasa por la amplísima diferencia de precios en indumentaria y artículos electrónicos. Con una baja carga impositiva y menores aranceles para las importaciones, del otro lado de la Cordillera de Los Andes pueden conseguirse championes, jeans y camperas de marca a la mitad del precio que se paga en Argentina. Esa diferencia se replica en notebooks,y teléfonos inteligentes y neumáticos.

La disparidad de precios, que impulsa los viajes de los argentinos al exterior, es la que, en sentido inverso, viene elevando la barrera de ingreso al turismo proveniente del exterior.
“Luego del éxito de la temporada pasada, el sector turístico argentino inició un aumento desenfrenado de los precios pensando que el flujo iba a mantenerse. El resultado es que el valor por día de una habitación en un hotel de categoría pasó de U$S 120 promedio a U$S 240”, dijo a El País Amalia Arabarco, dueña de la agencia especializada en turismo receptivo Helling´s Travel, en Buenos Aires.
“Hoy, hay hoteles de 4 estrellas en Buenos Aires que cuestan más que el Ritz de París. En esta temporada habrá una caída del 40% en el turismo receptivo. Solo se ha mantenido la llegada de cruceros, sobre todo a la Antártida, que están vendidos desde hace al menos dos años. En el resto hay una caída muy fuerte”, añadió.
El impacto económico del cambio de sentido turístico
La reversión del flujo turístico implica un nuevo canal de salida de divisas en un contexto en que el Banco Central registra reservas netas negativas —los activos son menores a los pasivos— por unos US$ 6.000 millones. Entre enero y septiembre, el rubro “Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta” registró una salida de US$ 5.850 millones por gastos de los argentinos en el exterior. Restado el ingreso de dólares por turismo receptivo, el déficit de la balanza turística acumuló en los primeros nueve meses del año U$S 3.939 millones. Analistas estiman que el rojo podría llegar a unos U$S 5.500 millones este año y que seguiría trepando en 2025.
No obstante, el gobierno espera que la pérdida de divisas por turismo no sea tan alta como en otros períodos de apreciación cambiaria en Argentina.
La razón es que el dólar tarjeta o turista, aquel que rige para gastos en el exterior o para el pago de servicios de streaming, cotizará a fin de año a unos 1.300 pesos argentinos debido a que se mantendrá un recargo del 30% sobre el tipo de cambio oficial a cuenta de los impuestos a las Ganancias y Bienes Personales. Todo indica que ese nivel seguirá estando por arriba de los dólares paralelos, que hoy cotizan en torno a los 1.100 pesos.
Con eso, la expectativa del gobierno es que los turistas afronten sus gastos en el exterior con dólares propios adquiridos en los mercados paralelos en lugar de utilizar la tarjeta de crédito, un mecanismo que sí implicaría la posterior demanda de dólares al Banco Central para efectivizar el pago de esos gastos.
“El aumento tanto del número de turistas como de los gastos en el exterior refleja que, en términos relativos, Argentina está cara en dólares. De hecho, el peso argentino está alcanzando el nivel más alto frente al real de los últimos 30 años. Hoy se están perdiendo unos US$ 700 millones por mes en la balanza de servicios, que tiene como driver principal al turismo, y eso irá en aumento”, dijo a El País Tomás Tagle, economista de Empiria Consultores, en Buenos Aires.
“No obstante, esa salida de divisas por turismo, más las destinadas al pago de intereses de la deuda, serán compensadas parcialmente por un superávit de la balanza comercial que seguirá siendo muy alto el año próximo. Con eso, el déficit de cuenta corriente no parece ser hoy un problema muy grave, pero hay que tener en cuenta que parte del déficit en la cuenta de servicios está escondido por la recarga en el dólar tarjeta, algo que podría cambiar en el futuro”, concluyó.