
El arte y el oficio que pasan de generación en generación son la piedra fundacional de Artesia, un proyecto que surge del minucioso trabajo de curaduría de la colombiana Gina Vargas de Roemmers, con la misión de visibilizar y prosperar el legado de comunidades que hacen de su herencia una forma de vida.
Impulsada por su sensibilidad por lo artesanal, la emprendedora se dedicó a viajar por territorios de Latinoamérica, donde descubrió objetos únicos confeccionados a mano por tribus indígenas. “Cada una de estas piezas podría ser la última de su clase”, reflexiona la fundadora de Artesia. “Son tesoros ancestrales que han sobrevivido al tiempo y hoy se encuentran al borde de la extinción. No son solo artesanías, son la voz silenciosa de un pueblo”.
En este camino Gina Vargas de Roemmers también redescubre su propia historia en su Colombia natal, cuando su abuela costurera le transmitió el legado de valorar la importancia de lo hecho a mano. Esas tempranas experiencias, su convivencia con monjas y su posterior formación en la alta moda la llevaron a concretar este primer proyecto.

Para el prelanzamiento de Artesia, se organizó en Sofitel un conversatorio que, además de contar con la presencia de la fundadora del proyecto, reunió a la filósofa Magdalena Reyes y al historiador Lucas Botta. Ambos expertos repasaron lo trascendental de los objetos artesanales y ancestrales en una sociedad que tiende a la despersonalización, reflexionando sobre la rebelión que conservan las piezas hechas a mano.
“Cada vez nos parecemos más, nos vestimos igual, hablamos igual y usamos las mismas cosas. Cuando esto sucede, perdemos la personalidad y la identidad”, comentó Reyes. “Estos objetos, que no fueron creados por máquinas, no tienen código de barras. Lo que los identifica son las huellas digitales de sus artesanos. Son productos muy distintos a los que vemos en las vidrieras de un shopping, porque su producción lleva tiempo”.
Por su parte, Botta advirtió que, a lo largo de los años, el último refugio de los pueblos para trascender en la historia ha sido el arte. “A través de estos objetos las comunidades buscan la permanencia y no perder la identidad”. En este sentido, dijo que el valor de Artesia es tratar de rescatar esas culturas que no han trazado su historia escribiéndola, sino tejiéndola. “Es una forma de trazar la genealogía y el origen de esas tribus con objetos que por sus formas, colores y técnicas, transmiten la espiritualidad, la emocionalidad y la historia de quienes están detrás”.

Desde vasijas y jarrones hasta carteras y rios, Artesia reúne piezas únicas e irrepetibles provenientes de distintos pueblos de Colombia, Perú, Bolivia, Argentina y Uruguay, entre otros. Cada masterpiece representa el impulso de Gina Vargas de Roemmers por encontrar en un mismo sitio el trabajo milenario de artesanos y la concreción de obras de arte que trascienden el tiempo.
El futuro espacio de arte y filantropía también incluirá una propuesta de experiencia gastronómica para disfrutar de un blend de café colombiano desarrollado exclusivamente para la marca junto a un menú de autor y una selección de pastelería. Además, será un punto de encuentro para exposiciones, conversatorios y talleres con los artistas más reconocidos de la escena mundial.