Desde los centros educativos a las sociedades médicas: en un país tan chico como Uruguay la baja en la fecundidad se hace sentir. Ya hace varios años que los expertos locales advierten que hay un notorio descenso en los nacimientos. Y la tendencia no es ajena a la región: un estudio publicado recientemente muestra que varios países de América Latina confluyen hacia niveles de fecundidad “bajos y muy bajos”.
El estudio, divulgado en enero de 2025 en la revista Population Research and Policy Review, examina las tendencias de fecundidad en seis países latinoamericanos, las causas de la disminución de esta tasa y lo que podría ocurrir a futuro. La investigación analiza y compara datos de estadísticas vitales de Uruguay, Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México entre 2011 y 2020, aunque los números posteriores a esa fecha indican que la baja siguió incrementándose.
“Algunos países de América Latina ya están por debajo del umbral de lo que llamamos fecundidad ultra baja, que revela una tasa global de fecundidad por debajo de 1,3 (hijos por mujer)”, dijo a El País el investigador Ignacio Pardo, que forma parte del Programa de Población de Udelar y es uno de los autores de la investigación.
Uruguay es, de hecho, uno de esos países: si bien los datos del último censo del Instituto Nacional de Estadística hablaban de 1,7 hijos por mujer, las estadísticas vitales permiten afinar un poco más. El estudio mostraba que a 2020 la tasa global de fecundidad de Uruguay estaba en 1,4 y los expertos indican que actualmente se sitúa en 1,2 hijos por mujer.
Así, en la heterogeneidad de América Latina, la fecundidad parece estar convergiendo hacia un mismo patrón, sumándose a una tendencia que ya se daba en otras regiones del mundo. “América Latina es un continente heterogéneo en casi todo, en fecundidad también lo era, pero ahora a pesar de que hay países que todavía tienen tres hijos por mujer, la mayoría de los países están llegando a niveles bajos”, señala Pardo.
Según indica el estudio, el factor principal de la baja de la fecundidad es el aplazamiento del nacimiento del primer hijo, es decir, que las mujeres tienen su primer hijo cuando son más adultas.
Pardo explica que en América Latina se daba algo particular, ya que había niveles bajos de fecundidad y niveles muy altos de fecundidad adolescente, lo que llevaba a que el promedio de edad del primer hijo no fuera demasiado alto. Pero esa tendencia parece haber cambiado en los últimos años. “Entre los 15 y los 24 años había muchos nacimientos, muchísimos en relación a lo baja que era la fecundidad total. Y eso cambió muy rápidamente en estos años, en algunos países son un tercio de lo que eran antes”.

Aún así, la brecha de edades de las mujeres latinoamericanas -entre ellas las uruguayas- al momento de tener su primer hijo, es más amplia que lo que ocurre, por ejemplo, en Europa donde se acercan más al promedio. Eso se explica, dice Pardo, por la desigualdad social de América Latina.
Más allá del aplazamiento del primer hijo, el estudio también navega en otras hipótesis que pueden explicar el descenso en la capacidad reproductiva de las sociedades latinoamericanas.
Por un lado, señala que los cambios en las prácticas anticonceptivas de larga duración, como la aparición de los implantes subcutáneos, pueden haber tenido un rol importante en el descenso de los embarazos a edades tempranas.
Por otro lado, otra de las hipótesis tiene que ver con los cambios en la forma de pensar y vivir. Allí entran en juego, por ejemplo, las dificultades de la conciliación laboral familiar.
“Hay un problema con el uso del tiempo. Hay algo que antes se resolvía pero a expensas de que las mujeres trabajaban desproporcionadamente más que los hombres en la crianza. Ahora, en caso que los hombres y las mujeres trabajen de forma remunerada a la par lleva a veces a suspender el segundo hijo o incluso el primero”, expresa Pardo.
El investigador menciona también otro comportamiento que se ha estudiado en los últimos años que tiene que ver con “maternidad o paternidad intensiva”, es decir, que ante recursos limitados y querer brindarle lo mejor a los niños, los padres opten por tener menos hijos con mejores recursos.
Calendario futuro
Si bien los números actuales muestran que la fecundidad ha seguido bajando, el estudio pronosticaba que en esta década podría darse “una ligera recuperación de la tasa global de fecundidad”.
Pardo explica que hay un “efecto rebote” que se ha observado en otros países cuando se llega a niveles tan bajos. “Cuando el descenso está motivado por el aplazamiento del primer hijo, esas mujeres de 19 o 20 años que no tuvieron un hijo probablemente no están desechando la maternidad para siempre, sino postergando, entonces en algún momento se puede dar una concentración de los nacimientos”, expresa. Los expertos remarcan que si bien eso puede elevar ligeramente la tasa de fecundidad en esta década, es probable que persistan niveles de fecundidad bajos o incluso mínimos.
A su vez, de la experiencia de otros países europeos y asiáticos que ya pasaron por esta etapa se puede intuir que los cambios en el calendario de fecundidad podrían continuar; o sea, que la edad promedio de la madre al momento del nacimiento del primer hijo podría continuar al alza.

Mayor baja reside en las más jóvenes
Los científicos analizaron el número de nacimientos de una década (2010-2020) en cada país. A su vez, se comparó la edad de las madres y el orden de nacimiento, es decir, la cantidad de hijos por mujer. En Uruguay, la tasa global de fecundidad actual está en 1,2 (hijos por mujer). Según la investigación, la mitad del descenso en Uruguay se explica por la baja en los embarazos de edad media de 24 años o menos. Es decir, que la mayor disminución se concentra entre los grupos de edad más jóvenes. “Los cambios estuvieron vinculados a tendencias demográficas específicas en América Latina”, indica la publicación, que explica variaciones dependiendo del entorno socioeconómico.
Si bien América Latina presenta características heterogéneas, la investigación deja ver curvas de fecundidad muy similares. “Lo que está pasando es que los países latinoamericanos que están descendiendo hasta niveles muy bajos de fecundidad se están pareciendo mucho entre sí. Están confluyendo hacia un patrón por debajo de 1,5”, explicó Ignacio Pardo. Hay cambios en métodos anticonceptivos, causas ideológicas y de comportamiento.
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