Lubetkin con El País: "Tenemos el espíritu de dar una mano al escenario de estabilidad y paz"

"¿Por qué siempre existen los acuerdos de Noruega, los acuerdos de Oslo, y no puede existir los acuerdos de Montevideo?", sostuvo el canciller designado.

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Mario Lubetkin, sudirector general de la FAO y representante Regional para América Latina y El Caribe
Mario Lubetkin, canciller designado.
Foto: Archivo El País.

A partir de marzo Mario Lubetkin será el canciller y su norte está puesto en que el gobierno de Yamandú Orsi logre pasos concretos. Esto implicará "no trancar nada" de los procesos que ya ha iniciado y continuado la actual istración en búsqueda de acuerdos comerciales, por ejemplo, pero al mismo tiempo destinar las energías en negociaciones "realistas".

En diálogo con El País en la oficina que ocupa en Cancillería desde que inició el proceso de transición, el futuro ministro de Relaciones Exteriores y ex subdirector mundial y director regional para América Latina de la FAO, cuestionó la falta de avances concretos durante el gobierno deLuis Lacalle Pou. "Yo puedo criticar o no al actual gobierno, lo que está claro es que mido lo que pasó y no pasó nada", sostuvo.

Si bien afirmó que no tiene posición tomada aún sobre "operaciones concretas", remarcó que no se puede "ayudar a que se destruya" el Mercosur porque "pierden los cuatro" países , que pretende avanzar en "la carretera con la Unión Europea que hay hoy" y que se debe buscar la "mayor capacidad de articulación" con Estados Unidos y con China.

También habló de lo que llamó la estrategia Sur-Sur triangular, la utilidad de los Tratados de Libre Comercio (TLC) y de cómo puede Uruguay ayudar a distintos procesos de paz, entre ellos Venezuela.

—¿Con qué idea o norte llega a la Cancillería, que dirigirá desde el próximo miércoles? Usted ha trasmitido la importancia de jugar un rol importante en la Celac, por ejemplo.
—Primero, acerca de las operaciones concretas, nos tenemos que dar un poquito de tiempo. Quiero que pase el 3 de marzo porque vamos a recibir muchas cosas en estos días y tenemos que escuchar. El mismo hecho de que haya cancilleres que vengan antes que sus presidentes —porque podían venir en el mismo avión—, que quieran tener bilaterales, que los presidentes de los bancos quieren hablar con (el futuro ministro de Economía, Gabriel) Oddone, que los ministros de Agricultura y de Pesca de diferentes países quieren hablar con (el ministro designado Alfredo) Fratti... Hay mucho movimiento. Entonces, tenemos que escuchar a ver qué viene. Lo nuestro es el relato que te había hecho. Primero, vamos a no olvidarnos del Mercosur con la carretera hacia la Unión Europea que hay hoy. Después veamos hasta dónde llegamos, en qué condiciones. Hay muchos signos de interrogación y pocas respuestas. Para mí está claro que hay un piso mínimo: no podemos ayudar a que se destruya el Mercosur, a que se fracture.
—¿Y el piso máximo?
—No hay piso máximo. El piso máximo será la capacidad de articularlo. No se puede fracturar porque pierden los cuatro. El piso máximo es la capacidad de ampliar el impacto del Mercosur a su dimensión máxima. Y que no es solamente flexibilizar, es buscar otros caminos, pero lo que digo es hasta dónde. Y que no por no fracturar el Mercosur, tenemos que paralizarnos. Hoy tiene una gran avenida, y es una avenida complicadísima pero interesantísima, es la Unión Europea en un escenario de tres años. Y eso nosotros vamos a ponerle mucha fuerza. Hay un escenario Celac, pero con una razón muy sencilla, porque es el único momento donde se pueden hablar los latinoamericanos y caribeños. Pero es simplemente un mecanismo de diálogo. La pregunta es cómo a ese diálogo, con los pocos acuerdos que hizo el Celac, le damos contenido de articulación. Hasta ahora no hay nada, lo que hay son reuniones de Celac.

Mario Lubetkin y Alejandro Sánchez en conferencia de prensa.
Mario Lubetkin y Alejandro Sánchez en conferencia de prensa.
Foto: Darwin Borrelli/El País

—¿Qué implica lo que usted llamó el Sur-Sur o el Sur-Sur triangular?
—Nosotros no podemos cerrar los ojos y no entender que hay fuerzas y países del sur emergente que son poderosísimos. Y que nosotros tenemos que encontrar las formas para tener otro nivel interlocutorio, de forma articulada, conjunta o parcial. Si nosotros pensamos con seriedad que China, India e Indonesia representan la mitad de la población del mundo y queremos atacar con nuestra capacidad de producción alimentaria, sobre todo en los sectores medios, no vamos a tomar en consideración todas las lógicas de movimiento que está habiendo. No, no podemos. Tenemos que ver cómo. ¿Será a través del banco del Brics, que este gobierno hizo todo el recorrido y lo dejó en puerta de culminación? Parece lo más lógico, pero veamos qué otras variables hay en carpeta. Y después tenemos que hablar con los grandes países. Tenemos que dialogar muy fuerte con Estados Unidos. El cómo.. hay un cambio tan dramático en el último mes que vamos a escuchar. Lo que nos plantea la delegación de Estados Unidos es muy bueno, es muy bueno. Y entender cómo se dan los movimientos y al mismo tiempo tener nuestra capacidad de monitoreo, análisis y preparación de escenarios porque lo que no podemos hacer es aparecer como que el mundo está por ahí y nosotros no estamos. Tenemos que empezar a preparar escenarios sobre las diferentes variantes que puedan aparecer. Para eso tenemos que poner técnicos a trabajar. Para eso queremos reactivar comisiones que integraban Relaciones Exteriores, Economía, Agricultura, Industria y Turismo porque son las que nos pueden dar los diferentes insumos para decir ante el escenario A, tenemos que actuar a favor de A, llamémosle aranceles, llamémosle la variable que sea. Lo que sería un suicido es decir 'veamos como está y no hagamos nada'. No, veamos cómo está, estudiamos y preparamos. Después se verá para dónde vamos. Vale para un conjunto de cosas, vale para China.
—Para China, por ejemplo, y Estados Unidos, ¿siguen siendo caminos válidos los TLC? ¿Son útiles en este momento?
—Vamos a ver lo que se plantea. Útil, realista. Porque uno puede hacer un relato de maravillas. Te lo hago, pero después de eso a la realidad hay una distancia muy grande. Entonces, creo que tenemos que ir medidos en el sentido de que tenemos que tener la mayor capacidad de articulación con Estados Unidos y tener la mayor capacidad de articulación con China. Y el cómo depende de tantos factores, inclusive de nuevos escenarios, de diálogo-enfrentamiento, de esas dos realidades. En un mundo tan multipolar y bipolar bastante complicado, debemos saber —desde dónde estamos— qué mecanismos de defensa, protección y visión de los intereses locales tenemos con todos estos movimientos. Es cambiar la cultura, lo que tarda mucho tiempo. Entonces, tenemos que ir combinando nuestras capacidades y escuchar y ver. Por eso digo que, antes de hablar con mayor propiedad del Mercosur, de la Unión Europea, de Celac y las variantes, de el Sur-Sur global, de las relaciones bilaterales estratégicas, del G20, quisiera escuchar estos días a todos estos países amigos que atravesaron el mundo para venir acá y saber cuál es su agenda.
—¿Y en la región qué le gustaría escuchar?
—Las formas de reforzar la integración regional latinoamericana y caribeña en concreto. Eso me encantaría.
—Más allá de su énfasis por la Celac, en cuanto al Mercosur, ¿ve margen? Entiendo que el presidente Luis Lacalle Pou tuvo un posicionamiento diferente al que tendrá el próximo gobierno.
—Primero porque hay que medir porqué fue el resultado de estos cinco años.

—¿Cuál fue?
—Nosotros tenemos que aprender de las lecciones vividas. Yo puedo criticar o no al actual gobierno, lo que está claro es que mido lo qué pasó y no pasó nada. O sea, en cinco años a nivel de Mercosur... porque el acuerdo con la Unión Europea, que fue lo más importante, fue un proceso de 25 años y una presión de último minuto de Brasil. Suerte para nosotros que se firmó un Montevideo y eso nos dio el protagonismo, pero no el protagonismo de la negociación. Entonces, decir reforzar el Mercosur es genérico, pero está claro que si no buscamos caminos no veo cinco años más en los cuales viva una organización dormida y aplicando algunos mecanismos de integración económica, cuando todo el mundo va a estar disparado.
Está claro que no podemos estar donde estamos, tenemos que ver hacia dónde podemos ir. Y ahí naturalmente depende cuál es la posición de los brasileños, cuál es la posición de los argentinos, cuál es la posición de los paraguayos. Y cómo nosotros defendemos nuestros intereses para empujar para adelante. ¿Será que tenemos que abrir más zonas de libre comercio con algunos países? Para mí todo suma. Yo creo que va a haber países que pueden venir acá a plantearnos eso. ¿Por qué no?
—¿Cortarse solo llegado el caso no es opción?
—No existe. Andá a medir después los aranceles en la parte comercial nuestra dónde quedamos. El Brexit nos ha enseñado a todos.
—Se buscará seguir avanzando hacia el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (tpp, por sus siglas en inglés)? La idea, si lo entiendo bien, es no frenarlo.
—Nadie frena nada. El tema es qué es lo que nos sirve. Y sobre todo, qué es de realismo. Porque por todos los informes que he leído estamos lejos. Entonces, ok, perfecto, dentro de las cosas que estamos lejos, veamos a dónde le damos prioridad. Yo no paro nada. Los técnicos, que saben más que figuras como la mía, tienen que hacer un análisis de dónde estamos y qué significaría el recorrido. A partir de ahí empezamos a tomar un conjunto de definiciones. Yo no paro nada de nadie, todo lo que sirva al Uruguay, lo desarrollamos. No paro. Si tu me preguntás eso, yo te digo, no lo paro. Pero tampoco lo estimulo sin saber dónde estamos. La sensación que tengo es que no estamos cerca.
—En la Asamblea General de Naciones Unidas, Uruguay votó diferente al resto del Mercosur en una declaración que pedía a Rusia poner fin a la guerra. ¿Es señal de algo?
—Diría que la votación fue un punto de pasaje entre una realidad que era y una realidad nueva que no sé cuál es. Es un punto de pasaje, está claro. Hubo un movimiento de, ¿cuántos? 50, 60 votos, del contra a la abstención. Eso sí, no hay duda, no es la misma discusión que había hace un año. Ahora, si tú me preguntás hacia dónde se va, veremos y también lo estudiaremos y lo monitorearemos para ver por dónde entramos nosotros. Eso no significa no condenar invasiones, no estamos hablando de cambiar algo de principio para nosotros. La soberanía, la defensa del derecho territorial son básicos en mundos muy complejos.
—¿Se pretende colocar a Uruguay como un país líder de la paz?
—No, sacale la palabra líder. Hay algo que estamos pensando nosotros de, ¿por qué siempre existen los acuerdos de Noruega, los acuerdos de Oslo, y no pueden existir los acuerdos de Montevideo? Si nosotros tenemos un nivel interlocutorio maravilloso con todos, ¿por qué no podemos ayudar a facilitar procesos? Obviamente no nos vamos a meter donde no nos llaman, pero, si tenemos la capacidad de ser un momento de encuentro —y va a pasar lo del próximo fin de semana donde van a venir jefes de Estado que atraviesan tantos kilómetros y son algunos de izquierda, otros de centro, otros de derecha—, además de las expectativas que hay sobre nosotros, también está la pregunta de cómo damos una mano al escenario de estabilidad y paz, y de interacción económica, etcétera, que nos ayuden. Está claro de que facilitar procesos en los que podamos, si existen las posibilidades, sin duda hará crecer este prestigio bien ganado del Uruguay, este prestigio democrático bien ganado del Uruguay. Pero reitero, no nos vamos a meter donde nos llaman, pero sí, por qué no vamos a ofrecer nuestros buenos servicios de un país de diálogo permanente, de estabilidad permanente, de cultura democrática permanente. Ahora, no queremos ser líderes de nada.
—¿Ofrecérselo a Venezuela es una de las opciones?
—¿Dónde está escrito que el gobierno y la oposición venezolana nos van a querer a nosotros? El espíritu está, tenemos el espíritu. Para que uno haga algo, las partes de enfrentamiento tienen que al menos aceptar que nosotros participemos al diálogo. No hay nada de eso en este momento. Estoy hablando de genérico. No entramos al gobierno. Cuando entremos al gobierno, veremos. Capaz recibimos llamadas y solicitudes. Lo que está claro es que, si hay solicitudes de algo que nosotros podemos dar una mano, vamos a estar en primera línea. Pero no es que vamos a ponernos con la bandera. Nosotros somos pacifistas, invitamos, no, no, eso no. Pero de cualquier manera es un cambio.

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