El lugar de Cerro Largo donde se encuentra la estancia de Aparicio Saravia y los blancos ganan “por goleada”

En las elecciones departamentales y municipales los números fueron apabullantes. En la escuela N° 61 de Arévalo funcionaron dos circuitos. En uno se emitieron 165 votos, de los cuales 142 fueron al Partido Nacional. No hubo ninguno para frentistas o colorados.

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Cristina Cortondo, alcaldesa electa de Arévalo.

La novena sección judicial de Cerro Largo es el Lejano Oeste del departamento. Grande y poco poblada, son los “pagos” donde está “El Cordobés”, la estancia que perteneció a Aparicio Saravia, el caudillo blanco, muy cerca del límite con Durazno. Se trata de una zona históricamente bastante aislada, hoy fuertemente forestada, que siempre fue muy blanca pero que hoy parece serlo más que nunca. Conforma el municipio de Arévalo, nombre de la localidad de unos 500 habitantes nacida en torno a un comercio de ramos generales que fundó por 1880 un comerciante de ese apellido. Otras muy pequeñas localidades cercanas son Tierras Coloradas, Cañada Brava, La Esperanza, y Paso Pereira, muy cerca de donde una balsa cruza el río Negro. Muy dispersas, viven en esta zona unas 1.200 personas.

En las elecciones departamentales y municipales de este mes los números allí fueron apabullantes. En la escuela 61 de Arévalo funcionaron dos circuitos. Si se analiza la votación departamental, en la que se podía votar candidatos a intendente del Partido Colorado o del Frente Amplio (los candidatos a alcalde eran todos blancos), las cifras fueron las siguientes: en uno se emitieron 165 votos, de los cuales 142 fueron al Partido Nacional y no hubo sufragios frentistas ni colorados. Los votos no blancos fueron anulados, observados o en blanco. En el otro circuito hubo 161 votos emitidos y el Partido Nacional recibió también 142 aunque el Frente Amplio logró 2. No aparecieron colorados en este circuito.

Carina Vázquez es la propietaria de la panadería Evelyn ubicada en la salida noroeste del pueblo sobre la ruta 38 y le dijo con toda sinceridad a El País que “yo no conozco gente frenteamplista o colorada”. Ella amasa y elabora el pan y su esposo atiende al almacén que también funciona en el local. “Los políticos del Partido Nacional han ayudado a la gente”, dice. Y cuenta que el anterior alcalde, el productor Eduardo Lucas, “es muy accesible” y en diciembre pasado, cuando un temporal castigó la zona y un árbol cayó muy cerca del dormitorio donde dormía su hija de 8 años, “él y su esposa fueron los primeros en llegar a ayudar a sacar el ramerío”.

La nueva alcaldesa

La nueva alcaldesa es Cristina Cortondo, esposa de Lucas, con quien istra una cabaña de ovinos de la raza Texel a algunos kilómetros de Arévalo. Le ganó con comodidad a sus cuatro rivales blancos. Contó a El País que un militante frentista que había sido candidato a alcalde en las elecciones municipales de 2020 “vino a la agrupación nuestra”. Cortondo dijo que “la descentralización es un antes y un después, es maravilloso lo bien que ha hecho pero hay que trabajar con compromiso y responsabilidad”.

“Fui concejal diez años, con el corazón puesto en la novena. Nuestros hijos están casados y nos sobraba un poco el tiempo. Pero entusiasma empujar y salir adelante. Había muchas carencias de infraestructura pero en 10 años se ha logrado mucho y la gente colabora”, se entusiasma. “La gente se empezó a ir pero ahora tenemos el orgullo de que empezó a venir. El Frente venía creciendo pero salió la descentralización y comenzó a caer”, aseguró. Enfatiza que hay trabajo, en buena medida, gracias a la forestación. En Arévalo, que está rodeado al oeste por grandes bosques de eucaliptus, hay una oficina de UPM. “En toda la vuelta de la novena hay otras empresas, no tan grandes”, cuenta. Ha mejorado la conectividad y la electrificación rural aunque todavía falta dotar de pozos de agua a algunos lugares.

Policlínica y traslados

Melisa Ledesma es peluquera a domicilio y dice que “casi no hay apoyo” a otro partido que no sea el Nacional y que Lucas y su esposa “siempre escuchan”. Para ella, la gran dificultad que tiene Arévalo es que el horario de la policlínica donde se desempeña una auxiliar de enfermería es demasiado reducido y tendría que extenderse. Un médico va una vez por semana pero no hay ambulancia y para urgencias hay que desplazarse a Santa Clara de Olimar, en Treinta y Tres, para lo cual los pacientes a veces dependen de la buena voluntad de algún vecino para trasladarse, explicó Ledesma.

La ruta 38 fue bituminizada aunque algunos dicen que no muy bien entre Arévalo y empalme a la ruta 7 que lleva a Santa Clara. La oferta educativa está relativamente cubierta. En la escuela también funciona el liceo rural y hay un centro CAIF y un club de niños. Para cursar los últimos años de liceo los chiquilines de Arévalo tienen que tomar un ómnibus (subsidiado) que sale de Paso Pereira más al norte, antes del amanecer, y transita por la 38 que, cuando llueve, está complicada. Van a liceo de Santa Clara de Olimar y regresan a sus casas sobre las 18. En Arévalo también hay cursos de la UTU aunque los lugareños dicen que no están bien ajustados a las necesidades de capitación existentes.

 

Tradición y cercanía

El propietario de la Gomería Lucero de Arévalo, sobre la ruta, es el esposo de la directora del Centro Caif, y es oriundo de Las Piedras. Dice que el respaldo a los blancos tiene que ver básicamente con la tradición pero reconoce que el alcalde es una persona accesible. Al pueblo lo ve seguro y dice que no ha llegado la pasta base. De manera similar, la comerciante Vázquez dice que el único problema fue que alguna vez una muchacha se llevó unas golosinas de su comercio sin pagar. “Pero se habló con los padres y se solucionó”, recordó.

El pueblo ha crecido porque hace un par de años se inauguró Mevir 3, donde pasaron a vivir familias provenientes de Tierras Coloradas, Bañado Saturnino y Cañada Brava. Hay un local de pagos, hay bar y hay comercios

En una zona como esta donde el predominio nacionalista es tan marcado, las polémicas políticas necesariamente son intrablancas. Cyrano López, tiene un taller, es tornero, y fue candidato a alcalde por el Partido Nacional. Respaldó al intendente electo Christian Morel a diferencia de Cortondo que apoyaba al derrotado jefe comunal José Yurramendi.

López dice que el Frente Amplio tiene buen apoyo para las elecciones nacionales pero luego sufre “un voto castigo, porque no vienen a la zona”.

“Los dirigentes blancos vienen, recorren y están. La gente busca a quien escucha y que por lo menos se lleva los planteos”, explica. Pero López cuestiona a Cortondo. “No me explico cómo ganó esta señora. En Saturnino siguen sin agua. El anterior alcalde no fue a buscar treinta contenedores con cuarto, cocina y baño que donó UPM. No puede pasar que el depósito de maquinaria del municipio esté en la Sociedad Rural 25 de mayo. No me callo más. Hay que decir las cosas”, cuestiona.

López dice que lo que tiene “se lo debo a Arévalo” y que “la conectividad está mucho mejor” pero cree que la zona “podría estar aún mejor porque hay más capital con la forestación, la ganadería y el arroz”. Según López, “la 38 fue entregada en enero hasta el empalme con la 7 pero no quedó bien” y hacia el norte, hacia paso Pereira, es de tosca y peligrosa. También dice que la zona, “se contaminó” y que “hay pasta base y marihuana porque vienen muchos subcontratados (a trabajar en la forestación) y tienen problemas”. Según López, fue “increíble" que la tercera planta de celulosa no se instalase en la zona y terminara en Pueblo Centenario (Durazno) pese a las gestiones del entonces intendente Sergio Botana.

También está preocupado por la atención a la salud, aunque entiende que no es realista pretender que se radique permanentemente un médico en el pueblo. Para él, hay que avanzar en la telemedicina y asegurar una ambulancia para el municipio.

Actualmente, el viejo almacén de ramos generales de Arévalo, es propiedad de un ingeniero agrónomo que también tiene un pequeño campo cerca. Hablando con El País dice que Arévalo vota al Partido Nacional “porque gracias a Dios es toda gente inteligente” y porque es “una zona blanca por tradición”. Cuando El País le preguntó su nombre contestó. “Ignacio Saravia, soy descendiente de Gumersindo”. Y se escuchó una fuerte carcajada.

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