En 2024 hubo 10 menores de edad asesinados por “ajustes de cuentas”: confusiones, venganzas y guerras narco

La mayoría de los casos siguen impunes en el terreno judicial, mientras los técnicos plantean soluciones para mejorar el abordaje.

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En el barrio Maracaná hubo un cuádruple homicidio en el que murieron dos menores de edad, de 11 y 16 años
En el barrio Maracaná hubo un cuádruple homicidio en el que murieron dos menores de edad, de 11 y 16 años
Foto: Leonardo Mainé.

En invierno, las madres les piden a sus hijos que se abriguen. Pero la última vez que lo vio, una madre del barrio de Lezica le pidió por favor a su hijo que se sacara la campera. La prenda era de su hermano, que aunque era algunos años más grande, era bastante parecido a él.

“Esa campera tiene corriente”, le dijo la madre. Horas después, confundiéndolo con su hermano mayor, ese adolescente de 13 años fue asesinado de cuatro disparos. Se convirtió, así, en el sexto menor de edad ultimado por “ajuste de cuentas, tráfico de drogas o conflictos entre grupos criminales” de 2024. Al cerrar el año, el Ministerio del Interior contabilizó 10 casos en total, en cinco los menores tenían 14 años o menos.

Se trata del año en el que hubo más de estas muertes desde 2021. En 2020, los homicidios en menores por este motivo habían sido 12, aunque el récord histórico ocurrió en 2018, cuando hubo 13.

Durante 2024, murieron asesinados, en total, 22 niños y adolescentes. El ministerio históricamente clasifica los motivos de los homicidios en seis categorías. Los vinculados a ajustes de cuentas rondan el 45% del total, según surge de datos del Observatorio de Violencia y Criminalidad a los que accedió El País a través de un a la información pública. A partir de un estudio del sociólogo Emiliano Rojido, esta forma de categorizarlos dejó de ser la única utilizada por Interior, y se creó una nueva categorización con 15 ítems en lugar de seis.

En una sociedad en la que “no estamos preparados para que los niños mueran”, en palabras de Carina Sagrera, del programa Escuelas Disfrutables, estos casos abren una nueva herida en comunidades que ya sufren otras vulnerabilidades. No obstante, la reacción ante los casos no es siempre la misma, y a veces estos crímenes pasan a normalizarse.

“Hay determinados episodios que dejan de escandalizar a la opinión pública porque pasan a ser parte del paisaje cotidiano”, explica a El País Mauricio Fuentes, vicepresidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU).

“Cuando las víctimas son adolescentes que quizás consumen o están vinculados, aunque sea lateralmente, a grupos delictivos de escala barrial, la percepción social ya es diferente”, complementa.

Pero la realidad ofrece casos de todos los tipos. Niños asesinados por ser hijos de líderes narcos, familiares de delincuentes que pagan los platos rotos por actos que no cometieron y adolescentes que a su corta edad ya están más que empapados en cómo funciona la maquinaria de la violencia.

Los casos uno a uno

A 18 días de haber comenzado el 2024, mataron a tiros a un niño de 8 años. Joaquín Albín se bajaba de un taxi en Malvín Norte junto a otros parientes, cuando fue asesinado a disparos. Los autores del crimen nunca fueron hallados, pero un hombre fue condenado por haber sido cómplice. La teoría fiscal apunta a que el motivo del ataque fue que el padre del niño, Gustavo Albín (líder narco en Villa Española), había participado del asesinato de un miembro de la banda contraria. Fue una venganza.

Poco más de un mes después, el 22 de febrero, un auto en el que iban dos hombres y cuatro niños estacionó frente a una boca de drogas en Pinar Norte. Pasó una moto que les dio más de 30 tiros, uno de los mayores murió y tres de los cuatro niños fueron heridos. El más chico, de dos años, falleció horas después. El principal sospechoso del crimen nunca fue indagado por este caso, porque fue asesinado tiempo después.

En mayo, en una escena que las fiscales tildaron de “masacre”, un grupo de personas dispararon más de 100 tiros a una vivienda del barrio Maracaná, que sospechan era una boca de drogas. Así, fueron asesinadas mientras jugaban videojuegos, cuatro personas, entre las que había un niño de 11 años y un adolescente de 16. Sus vidas ya estaban lejos de lo que se espera para personas de su edad. El menor, que iba a la escuela, jugaba portar armas, como se pudo ver en un video que se viralizó en las redes sociales. Hayun imputado por el homicidio y una segunda persona por participar de una “asociación para delinquir”.

Fue un frío 10 de agosto por la noche cuando la madre del barrio Lezica le dijo a su hijo de 13 años que se sacara esa campera que tenía “corriente”. Cuando estaba parado en la calle junto a unos amigos, el chico fue agredido a tiros por un hombre que tiempo antes había sido víctima de un ataque por parte su hermano mayor. Por la campera, lo confundió con su agresor y quiso “cobrarle” lo que le había hecho.

En la segunda mitad del año, la guerra narco en Cerro Norte entre Los Colorados y los Suárez, dejó al menos tres muertes de menores de edad. La primera fue la de un joven de 16 años que se había mudado del Cerro a Marconi junto a su tío. Fueron acribillados a balazos y, aunque ese crimen nunca se resolvió, comenzó a rumorearse que el presunto responsable era Axel Mattos (líder de Los Colorados).

Operativo policial por homicidio en Cerro Norte
Policias del Grupo de Intervencion de la Guardia Republicana en operativo policial en Cerro Norte tras el homicidio de un bebe en una vivienda de Rio de Janeiro y Haiti donde su madre fue baleada y se encuentra internada en el CTI, hecho relacionado a lucha de bandas y disputas de territorio en Montevideo, ND 20241012, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Eso motivó —según surge de una sentencia judicial— el ataque del 12 de octubre en la zona en la que operan Los Colorados. En esa oportunidad, le dispararon varias veces a Alexa Berón, pareja de Mattos, quien llevaba a su hijo de un año en brazos. El bebé murió producto de las heridas.

El caso sigue impune. Aunque la Justicia había imputado a dos menores de 14 y 17 años por la autoría del crimen, luego se comprobó que habían sido “partícipes necesarios”, pero no los homicidas. Uno de ellos era pariente del adolescente asesinado en Marconi.

Un mes después, en noviembre, ejecutaron a disparos a una chica de 16 años que hacía deberes para el liceo en su casa de Maracaná. Era hermana de un hombre que está preso por haber matado al padre de Mattos. “La mataron como a un perro”, lamentó su madre en una entrevista. No se halló nunca a los autores.

Además de todos los casos mencionados, hubo un homicidio a un adolescente de 16 años en Casavalle el 6 de diciembre y, antes, el 9 de julio, mataron a uno de 17 años en Cerro Norte. Sus crímenes también permanecen impunes.

Responder a la muerte

“La muerte de un niño no es igual a la muerte de un adulto”, explica Mariela Solari, directora de la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía. Aunque en la letra fría del libro de lo que hay que hacer, el homicidio de un menor de edad y el de un adulto se investiga igual, el juicio debe estar atravesado por otros elementos.

“Está la idea de que el adulto es responsable por donde anda, por donde se mueve, pero el niño no y ahí circula la culpa. A veces incluso llegan a construirse relatos que ubican responsabilidades donde no van. Se repite mucho él ‘esto no hubiera pasado si pasaba tal cosa’, se genera otra sensibilidad”, detalló Solari.

Afuera del proceso penal, el mundo sigue, pero distinto. Las familias generalmente comienzan a recibir asistencia psicológica y, ahora sí, el Estado suele intensificar su supervisión en los niños. Aunque la herida en el núcleo familiar sea la más profunda, también se generan cambios en la comunidad y en otros niños.

“Las escuelas son como la puerta de entrada de lo que pasa en la sociedad” y por ende, también de lo que pasa en los barrios, indicó Sagrera. Su rol lo resume en dos palabras: escuchar y acompañar.

Desde Escuelas Disfrutables, intentan poner esto en práctica con los niños que sufren este tipo de pérdidas. Y aunque a veces parece incomprensible saber cómo se aborda una situación así, aclara Sagrera que “los niños vienen con un bagaje de experiencia que a veces no está puesta en palabras y eso tiene un peso importante a la hora de poder trabajar con ellos”.

PREVENCIÓN

INAU trabaja en sistema de alerta temprana

“A partir de la muerte de un niño, seguramente se activan algunos recursos estatales para dar algún tipo de seguimiento, pero, ¿por qué no se hizo antes?”, se preguntó Solari, quien sugiere que ante el homicidio de un menor o un femicidio, en Uruguay debería citarse a un “comité de emergencia” similar a cuando ocurre una muerte materna.

Ante la muerte de ninguno de estos adolescentes y niños hubo una respuesta integral. Cada institución estatal se ocupó de su labor y, aunque los técnicos se esfuercen por coordinar entre ellos, no hay un sistema que —como propone Solari— haga un análisis completo de lo que fue la trayectoria del fallecido y qué podría hacerse diferente para que no vuelva a ocurrir algo así.

Fuentes explicó que en el pasado, estudiando este tipo de temáticas, tuvo que lidiar con esta cuestión porque “hay determinadas áreas en las que la protección de los datos personales es particularmente sensible”, y eso a veces impide unir la información. Pero ahora, desde INAU, vienen trabajando en un sistema para colaborar con la prevención.

Se trata de un sistema de alertas tempranas en el que cada organismo del Estado eventualmente volcará la información que tenga sobre los casos y entonces, si existe una sumatoria de condiciones que indiquen que puede llegar a haber un peligro, el algoritmo lo detectará y emitirá una alerta.

Más allá de eso, es importante, destacó el vicepresidente de INAU, trabajar en la prevención. Esto es, por ejemplo, colaborar para que en los momentos en los que los adolescentes forjan su identidad, entiendan que pueden obtener reconocimiento a través de otro tipo de expresiones diferentes a la violencia y a la ostentación de lo material. Que el deporte, el arte o el conocimiento pueden también ser fuente de ese reconocimiento.

A nivel escolar, uno de los desafíos, explicó Sagrera es batallar contra el ausentismo. Aunque valoró que hoy en día las escuelas ya son lugar de escucha para ellos.

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