¿Cuál es el mineral olvidado que protege el corazón, regula líquidos y previene la hipertensión?

El potasio es clave para el equilibrio del cuerpo. Ayuda a regular la presión, el ritmo cardíaco y evita descompensaciones.

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Foto: Pexels.

Redacción El País
Muchas veces olvidado en la conversación sobre nutrición, el potasio cumple funciones esenciales en nuestro organismo. Es un mineral vital para el equilibrio de líquidos, la transmisión eléctrica entre células nerviosas y musculares, y la regulación del ritmo cardíaco. Sin embargo, no siempre recibe la atención que merece.

Mientras que el sodio suele tener mala prensa por su impacto en la presión arterial, el potasio actúa como su contrapeso natural. Una dieta rica en este mineral ayuda a bajar la presión y mejora la salud cardiovascular. Así lo destaca un estudio del American Journal of Physiology, que comprobó cómo el consumo adecuado de potasio puede contrarrestar los efectos nocivos de una dieta alta en sodio, algo muy común en países industrializados donde abundan los alimentos procesados.

El balance entre sodio y potasio es tan determinante que incide directamente en el tono vascular, es decir, en la forma en que se dilatan o contraen los vasos sanguíneos, algo fundamental para mantener una presión arterial saludable.

Diferencias entre hombres y mujeres

Investigaciones recientes también apuntan a que existen diferencias fisiológicas entre los sexos en la forma en que se manejan estos minerales. Por ejemplo, las mujeres premenopáusicas tienen mayor capacidad para eliminar el sodio y equilibrar los líquidos y electrolitos. Esto explicaría, en parte, por qué la hipertensión suele presentarse con menor frecuencia en mujeres jóvenes.

Modelos computacionales desarrollados por expertos en fisiología mostraron que el sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS) y ciertos transportadores renales son claves en este proceso de autorregulación.

Cuando el potasio está de más: hiperpotasemia

Aunque es fundamental, el potasio también puede volverse peligroso si se acumula en exceso en el cuerpo. La hiperpotasemia —niveles altos de potasio en sangre— puede producir arritmias graves, debilidad muscular, palpitaciones o, en casos extremos, infartos y paros cardíacos.

Este cuadro suele presentarse en personas con problemas renales o que toman ciertos medicamentos. Muchas veces no da síntomas hasta que ya es grave, por lo que el diagnóstico requiere análisis de sangre y, en algunos casos, un electrocardiograma.

Cuando se detecta, el tratamiento incluye cambios en la medicación y una dieta controlada, que evite alimentos ricos en potasio como banana, naranja, palta y tomate. Si aparecen signos de alerta como dolor en el pecho o dificultad para respirar, es clave buscar atención médica de inmediato.

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Foto: Freepik.

Y cuando falta: hipopotasemia

El déficit de potasio, conocido como hipopotasemia, también puede traer problemas. Los valores normales en sangre deben estar entre 3,5 y 5,2 mmol/L. Por debajo de ese rango pueden aparecer síntomas como calambres, fatiga, debilidad muscular y trastornos del ritmo cardíaco.

Las causas más comunes son pérdidas excesivas por vómitos, diarrea prolongada o el uso de ciertos diuréticos. El tratamiento se basa en suplementación y en sumar alimentos ricos en potasio como espinaca, acelga, porotos, lentejas y pescado.

Una alimentación equilibrada es la mejor medicina

Tanto el exceso como el déficit de potasio pueden tener consecuencias graves, por lo que es fundamental mantener un equilibrio saludable. En personas sin problemas renales, la mejor estrategia es reducir el consumo de sal —presente en panes, embutidos, snacks y en la comida industrializada— y aumentar el consumo de frutas y verduras frescas.

En cambio, quienes tienen enfermedades renales, cardíacas o toman medicación específica, deben consultar al médico para saber cuánta cantidad de potasio pueden consumir y cómo regularlo con la dieta.

Lo que queda claro es que este mineral, aunque muchas veces pase desapercibido, juega un rol central en el funcionamiento del cuerpo. Y tenerlo en cuenta puede marcar la diferencia entre una vida saludable y un corazón en riesgo.

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