Mañana 4 de marzo será el Día mundial de la obesidad, la enfermedad más prevalente en el mundo.
No existe otra condición médica que año tras año aumente tanto y desde el año 2015, la Federación Mundial de la Obesidad (World Obesity) estableció una fecha (antes era el 11 de octubre) para reflexionar sobre el asunto, tomar conciencia y planificar estrategias para combatirla.
Nadie puede ignorar que la población mundial está aumentando de peso. Las estimaciones realizadas por la Federación Mundial de la Obesidad indican que las cifras aumentarán aún más.
El último consenso sobre la definición y clasificación de la obesidad estableció que el índice de masa corporal es un parámetro epidemiológico, pero no el único que debe considerarse para diagnosticarla. Una vez que se valoró si la persona tiene un aumento de grasa corporal, es necesario establecer si este tejido adiposo disfuncionante genera daño en órganos y tejidos diana y constituye una obesidad clínica o el paciente aún no tiene repercusiones y se encuentra en la etapa de obesidad preclínica.
Sin embargo, cuando una condición médica es tan frecuente deben existir factores sociales que la predispongan.
La biología de una especie demora mucho tiempo en cambiar, pero este aumento exponencial en el número de personas con exceso de peso se acentuó en los últimos 50 años.
El fenómeno de sociabilización sí puede explicar varios factores en el aumento de peso de la población. El ser humano como animal evolucionó de un estado de actividad física continua -incluso se enfrentó a la escasez de alimentos- a uno sedentario. El sedentarismo puede ser obligatorio en ciertas circunstancias, debido al tipo trabajo que se realiza, pero en otras ocasiones, también depende de la elección de actividades recreativas, como pueden ser mirar televisión, ocupar el tiempo con videojuegos, entre otros.

Al sedentarismo, se le suma una alimentación hipercalórica que, con mucha frecuencia, es de baja calidad. Claramente las condiciones sociales cambiaron y esto puede explicar que la población mundial esté aumentando de peso.
Testimonio claro de como la sociedad contribuye a esta situación sanitaria, es que la obesidad es más frecuente en las clases sociales más humildes. Una alimentación de buena calidad y el descanso necesario, no son posibilidades que tienen todas las personas en este mundo.
Si la sociedad nos está engordando ¿quién se hace cargo de este problema? Está claro que las autoridades sanitarias y gubernamentales tienen responsabilidad en combatir esta pandemia.
La asistencia a las personas con esta problemática, aún es escasa en la mayoría de los sistemas de salud y además falta formación de los profesionales para tratarla. Hace un tiempo observé qué promociones hacen los sistemas de salud del primer mundo para estimular a lo población a que eligieran su sistema de asistencial. Entre otras prestaciones, lo que ofrecían en sus publicidades eran descuentos en gimnasios o en lugares de comida saludable. En cambio, en América Latina se promueve el mejor tomógrafo o la mejor unidad de terapia intensiva, cuando la realidad muestra que una minoría de la población necesitará un resonador o ingresar a un CTI: lo que sí necesitarán son recursos para no enfermar. Parece que cuesta entender que las personas sanas gastan mucho menos recursos de salud que las que ya están enfermas.
Como sociedad, todos nosotros tampoco deberíamos tomar una actitud pasiva esperando que las autoridades resuelvan el problema; desde nuestro lugar y desde nuestros recursos podremos mejorar en algo nuestros hábitos para ser más saludables y tener una mejor calidad de vida.
Pensemos en cuánto tiempo dedicamos a mirar el celular, ¿por qué no invertir parte de ese lapso en realizar una caminata en la playa, en un parque o un lugar al aire libre? Hasta podríamos utilizar los dispositivos de actividad física que están instalados en varios puntos de la ciudad.
Soy consciente que no todo el mundo puede comprar salmón y oliva para tener alimentos ricos en omega 3 y 9, pero podemos mejorar la alimentación con recursos económicos. Los granos continúan a un precio razonable y son una excelente fuente de proteínas, los huevos también y quizás sean más económicos que una bolsa de nuggets ultra procesados que no suman proteínas de buena calidad. Siempre hay frutas y verduras de que podemos adquirir a precios sensatos. Les recomiendo leer el recetario saludable publicado por el Ministerio de Salud Pública o el de UNICEF.
Es verdad que buscar los alimentos en oferta, de buena calidad y procesarlos en nuestros hogares es más trabajoso, pero se trata de nuestro cuerpo, el único que tenemos, y se merece que le dediquemos tiempo a su cuidado.
Espero que el día sirva para la reflexión y que cada uno de ustedes desde el lugar de influencia que ocupe, en su vida, familia, trabajo o una organización de salud, piense en qué medidas puede implementar para combatir esta pandemia y trabaje para una sociedad más sana.
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