La cafeína es la droga más consumida en el mundo. El consumo constante sucede de forma similar al de otras drogas reforzantes, es decir, las personas que toman varias tazas al día buscan un efecto positivo y repiten la conducta una y otra vez. El problema es que, como el café es fácil y económico, su consumo llega a descontrolarse.
Así, las personas que toman más café del que deberían en realidad están mostrando una conducta adictiva, debido a que la cafeína se une a los receptores de adenosina en el cerebro haciendo que la dopamina fluya con mayor libertad, generando una sensación de bienestar y mejorando el rendimiento cognitivo. Incluso se le asocia con un menor riesgo de padecer depresión.

Pero también hay un lado negativo. Aunque su consumo excesivo podría no ser tan alarmante como el de otras drogas, las personas que llegan a omitir su dosis regular de cafeína experimentan síntomas de abstinencia como dolores de cabeza, fatiga, depresión y dificultad para concentrarse.
Un artículo publicado en la revista Science Direct advierte que el café llega a generar dependencia psicológica debido a que actúa sobre las vías de recompensa del cerebro. De hecho, se ha descubierto que el consumo de café entre los jóvenes ha aumentado drásticamente en las últimas décadas, especialmente entre quienes tienen otros hábitos negativos como malos patrones de sueño y fumar.
Tomar café varias veces al día puede ser síntoma de una persona con altos niveles de ansiedad que necesita el estímulo para concentrarse y trabajar de mejor manera, por lo que vale la pena hacer un autoanálisis para descubrir qué tan sano es el consumo diario.
La istración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) considera segura para adultos sanos una dosis diaria de 400 miligramos de cafeína, lo que representaría aproximadamente de tres a cuatro tazas de café. Beber más de cinco tazas al día puede generar síntomas negativos como ansiedad, agitación, dolor de cabeza y excitación. Se recomienda consultar a un especialista de la salud para cada caso específico.
Ariadna Cruz, El Tiempo/GDA